Halffter y Mahler: proceso de maduración
EN PROCESO DE MADURACIÓN
Mahler: “Sinfonía nº 9”. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director: Pedro Halffter. Teatro de la Maestranza, Sevilla. 26-6-2014.
La “Novena Sinfonía” de Mahler, ese transido adiós entreverado de amargura, tocado de una extraña ironía y volcado finalmente hacia la serena disolución de las cosas, en dramático paralelo con la “Canción de la tierra” del mismo autor, es muy difícil; tanto por sus exigencias técnicas y la complejidad de sus líneas y estructuras, cuanto por la precisión de traslucir hacia el exterior el mensaje postrero.Secundado por una excelente orquesta, sobre todo en los vientos, Pedro Halfftertuvo la habilidad de regular paulatinamente la tensión con la que comienza el “Adagio”, retener inteligentemente el tempo, marcar en su sitio los silencios, resaltar el deslizamiento de los delicados glisandos y llegar al cierre en un puro suspiro. Lo mejor de la noche. Un instante cuyo significado de despedida, apuntado en su charla previa por el director, quiso resaltarse con una paulatina e innecesaria disminución de las luces.
No todo funcionó tan bien en los demás movimientos, construidos férreamente, sí, con preciso apoyo rítmico, con intenciones musicales loables, con un despliegue gestual firme y de meridiana claridad, pero en ocasiones sin la necesaria transparencia de texturas. Aunque el inicio del “Andante comodo”, con el intervalo de segunda como base del desolado aire de marcha fúnebre, prometió mucho, el posterior desenvolvimiento de la monumental exposición nos pareció demasiado moroso (30 minutos). El tejido instrumental, tan complejo, fue indiferenciado, confuso y las acumulativas tensiones, que van creando el dibujo en arco hasta los distintos clímax, no tuvieron el relieve exigido.
Faltó detallismo en el dibujo, transparencia en las superposiciones tímbricas, una mejor acentuación de cada frase. Aun cuando el postrer solo de flauta de Morelló fuera espléndido; lo mismo que la elaboración de la sutil coda. En el “Ländler” echamos de menos una sonoridad más aérea y traslúcida, un aire de danza menos rígido. Pero hubo voluntad cantabile por momentos. Habría sido deseable un mayor toque irónico en el “Rondo-Buleske”, aun así plausiblemente realizado, bien que sin la delicadeza irreal que piden determinados pasajes. Una obra en proceso de maduración. Arturo Reverter
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