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Por Publicado el: 23/03/2014Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Inés Argüelles, alma de los Premios Campoamor

Inés Argüelles, alma de los Premios Campoamor

Puede sorprender esta dedicatoria, pero hay sobradas razones para ello. Desde hace mucho tiempo vengo pregonando –cierto que en el desierto- que en tanto premio y medalla que se otorgan hay un vacío para críticos –alguna vez hay que barrer para casa- y para personas cuya vocación supera con mucho su profesión. ¿Para cuándo un reconocimiento en condiciones para Carlos Gómez Amat o José Antonio Campos? En el segundo grupo, al igual que Campos o Emilio Casares, se encuentra Inés Argüelles. Tal vez vocación tardía, pero en cualquier caso fructífera.

Pero además tiene un mérito que la hace muy especial, porque no son muchas las personas que he encontrado que lo posean: el saber trabajar con respeto a la discrepancia, incluso manteniendo posturas enfrentadas cuando ambas son honestas o el saber hacer cuanta rasa de cuestiones personales cuando lo que importa es el bien de una institución. En mi dilatada experiencia de diecisiete años en el Patronato del Teatro Real he conocido cuatro personas así: Alberto Ruiz Gallardón, quien me nombró; Esperanza Aguirre, quien me ratificó como único superviviente de la etapa anterior a pesar de haber sido receptora de mis acidísimas críticas en su etapa como ministra de cultura; Luis Antonio García Navarro, quien llegó a echarme del teatro con guardias de seguridad y con quien luego mantuve una estupenda relación e Inés Argüelles. Inés llegó al Real un poco despistada y tuvimos encontronazos serios. Sin embargo, una vez ella en otras responsabilidades, fui de los primeros a los que acudió para que le ayudáramos a poner en marcha los Premios líricos del Campoamor.

Dada su profesión, ella no tenía por qué dedicar más esfuerzos a la música pero sintió que las satisfacciones que este mundo puede proporcionar compensan muchos sinsabores. Aceptó la dirección de la Fundación Premios Líricos Teatro Campoamor, que puso en marcha en 2005, y la presidencia de un jurado compuesto por conocidos críticos ligados a los principales medios de comunicación. Los primeros premios a “lo mejor” acontecido en el curso anterior en cuantas categorías pueden distinguirse en la lírica se entregaron en 2006 y desde entonces se han consolidado como un galardón reconocido y anhelado en el mundo musical. Jamás la he visto interferir en temas de criterio del jurado y sí dar valiosos consejos sobre procedimientos o solventar con exquisita mano izquierda esos típicos conflictos que se producen en ocasiones. Las galas de entrega, diseñadas por figuras como Sagi, del Monaco, Bieito, Pasqual, Bollaín o la del sábado próximo de José Carlos Plaza, han convocado a las más destacadas figuras líricas de estos años. Ahora ha decidido dar un paso atrás, continuando en la presidencia del jurado pero dejando la dirección a Cosme Marina. Suerte para éste y mucho agradecimiento a Inés Arguelles. Gonzalo Alonso

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