Suscribirse a la Newsletter de Beckmesser

¡No te pierdas ninguna noticia!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Busca las entradas de cada mes

Últimas 20 entradas

Últimos tuits de Beckmesser

"La Gioconda" y sus controversias críticas
las críticas a "El Holandés errante" en Sevilla
Por Publicado el: 08/02/2008Categorías: Diálogos de besugos

La Bartoli, la Malibrán y los críticos

Aquí van varias críticas al recital de Bartoli-Malibrán en la tierra de Manuel García.
Un recital a la medida
CARLOS TARÍN ABC 2008-02-08
RECITAL LÍRICO
«María Malibrán-200 años»
Cecilia Bartoli (mezzosoprano), Orquesta de Cámara de Basilea. Directora / Concertino_Julia Schröder. Obras de Manuel García, Persiani, Mendelssohn, Rossini, Balfe, Hummel, Bériot y Bellini. Teatro de la Maestranza. Fecha: 05/02/2008.
Pocos eventos han causado tanta expectación como este recital de la romana Cecilia Bartoli. Y no defraudó. Pero a fuer de quedarnos boquiabiertos por oír en vivo esas coloraturas tan «naturales», hemos de pensar también qué nos ofreció. De momento, todo el concierto estaba relacionado con la Malibrán, pero no había ni una sola pieza suya prevista en el programa: hubo que esperar a los bises para oírle dos: «Prendi» y«Rataplán». Nos hubiera resultado muy ilustrativo oír la «Inés de Castro» de Persiani, que la Malibrán estrenó en Nápoles, la «Infelice» que Mendelssohn escribió para ella, o «La muchacha de Artois» que Balfe compuso y que ella estrenó en Londres, siempre y cuando hubiese alternado con composiciones de la propia Malibrán o de compositores que parecen haber compuesto sus obras pensando en la Bartoli. En cambio, lo único que se intercalaron fueron bastante pasajes orquestales de un conjunto correcto, con una gris concertino (protagonista de una pieza de Bériot, segundo marido de la Malibrán) y un desafinado chelista. Las piezas vocales eran cómodas, y su interés musical discutible. Pero la idea de una reconstrucción de la época de la Malibrán, los 200 años de su nacimiento. venden bien un disco y muchos recitales. En lo vocal, Bartoli, pasada la cuarentena, sigue atacando bien los agudos (demasiado «staccato») y graves (éstos nos resultaron ya forzados), aunque su punto fuerte siguen siendo las agilidades, el dominio de los grandes saltos, la buena afinación, etc. Al final llegó el delirio del público, que ella atusa con zalamerías infinitas, primero con Bellini, luego con la Malibrán, y finalmente el famoso «Yo que soy contrabandista» de García, con guitarristas y palmeros de la tierra, y el precioso mantón de una querida periodista del Club de las 10.

Escuchar más allá del canto
Apoteosis del aplauso en el evento musical del año en el Maestranza
Andrés Moreno Mengíbar | Actualizado 07.02.2008 – 05:00 DIARIO DE SEVILLA
Cecilia Bartoli parece haber encontrado en la figura de María Felicia García-Malibrán a su alter ego artístico y emocional. Primera Reina de Corazones de la historia de la ópera, la española (pues a pesar de nacer en París siempre mantuvo la nacionalidad española y ese fue el argumento para que Lafayette consiguiese la anulación de su primer matrimonio) se hizo pronto famosa en toda Europa tanto por sus dotes artísticas como por su carácter y su vida sentimental. Fue una auténtica figura mediática, como lo es hoy día sin lugar a dudas Cecilia Bartoli. Por más que reniegue del divismo, sus poses y sus actitudes (nada de cámaras, foco siguiéndola a sus salida al escenario, situación sobre una tarima) la delatan y dejan al descubierto que le gusta alimentar esa imagen glamurosa que sirve, entre otras cosas, para que muchos de los que la escuchan se fijen en otras cosas que apenas tienen que ver con canto.
Lo malo viene cuando uno prescinde de esa imagen, de esa sonrisa, de esa figura, de ese icono, e intenta ir al fondo del canto de la romana. Y lo que uno se encuentra no es ya tan divino. Máxime si comparamos la interpretación en vivo con el reciente disco a cuya promoción obedece esta gira malibranesca. Para empezar, el volumen: bastante corto aún cantando en forte, obligando a apagar al máximo el sonido de la orquesta. Los pianissimi se hacen inaudibles y uno se explica así que apenas si cante ópera más que en el pequeño teatro de Zurich o que diga que sólo cantaría Carmen con una orquesta pequeña. Sigamos con el sonido: en comparación a sus primeros discos (heroínas rossinianas, arias de Mozart), la voz suena ahora muy trasera, engolada y bastante mate. Ha querido engrosar el registro grave (que suena desimpostado) artificalmente, a costa de perder brillo en los agudos y de opacar el sonido, que cada vez oscila más y que se acerca al trémolo cuando canta con la media voz, un recurso del que abusa y que le provoca un apreciable soplo.
Eso sí, si nos fijamos en la dimensión orgiástica del canto, de la exhibición sobrenatural y mecánica de agilidades, Bartoli es la número uno. Pero cantar es más que eso. A su legato le falta continuidad, se pierden algunas notas de paso y al final a uno le parece escuchar un martillo neumático remachando notas. Todo ello se compensa, a cambio, por una muy fuerte carga de emotividad, lo que provoca fervor y locura.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

banner-calendario-conciertos

calendario operístico 2023