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Por Publicado el: 24/06/2006Categorías: Crítica

“La Boda de Luis Alonso” en la Zarzuela

“La Boda de Luis Alonso” en la Zarzuela
Con agilidad
“La boda” y “El baile de Luis Alonso” de G.Jiménez. Luis Álvarez, Cristina Bernal, Martina Bueno, Sandro Cordero, Tony Cruz, Eva Diego, Pedro García de las Heras, José Luis Gago, José Carlos Gómez, Trinidad Iglesias, María Maciá, Silvia Martí, Tony River, Leticia Rodríguez, Antonio Torres y Alfonso Vallejo. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela. Dirección Musical: Miguel Roa. Dirección de Escena: Santiago Sánchez. Escenografía: Dino Ibáñez. Figurines: Sue Plumier. Coreografía: Miguel Ángel Berna. Iluminación: Félix Garma y Rafael Mojas.
El Teatro de la Zarzuela ha decidido rendir un merecido homenaje a José Tamayo, a quien se le dedicará próximamente un palco, con dos zarzuelas que no se representaban en el coliseo desde hace más de cuarenta años. Tamayo siempre trató de hacer un gran espectáculo de la zarzuela y eso es lo que, dentro de una planeada sencillez escenográfica, pretende y consigue la producción comandada por Santiago Sánchez para “El baile de Luis Alonso” (Teatro de la Zarzuela, 1896) y “La boda de Luis Alonso” (Teatro de la Zarzuela, 1897). En la representación se invierte e orden cronológico de composición para recuperar el secuencial de ambos sainetes. Casi ochenta artistas, con un cuadro flamenco, bailarines y actores de reparto dan vida a un espectáculo lleno de ella, moderno y ágil, en el que está todo lo compuesto por Gerónimo Giménez con muchos añadidos que, en contra de lo que suele suceder en estos casos, aportan unidad a ambas obras. El espectáculo empieza en un café-cantante en el Cádiz de 1850, al que también se rinde homenaje de una forma muy directa. Entre cantos de todo tipo –del flamenco al tango-, chistes y cuentos aparecen de una forma natural los del baile y la boda de Luis Alonso. Un rap y una chirigota cierran el espectáculo. La pasarela colocada podría apagar el sonido de la orquesta, pero Miguel Roa le echa amplio volumen y vitalidad para que la música de Giménez conserve su espontaneidad y frescura. Murió en la pobreza, pero sólo con su célebre intermedio habría sido millonario de haber existido en la época un Teddy Bautista.
Cierto es que los bailes podrían haber reunido más espectacularidad, pero el público se lo pasa bien y se ríe hasta con las parodias más infantiles y es que se rinde ante la frescura y la ingenuidad. Por esta vez se ha conseguido un elenco de artistas-cantantes -encabezado por unos sobresalientes Luis Álvarez, María Macía y Tony River- que reúnen ambas cualidades y a los que se les entiende todo, aunque haya algunos micrófonos por en medio. Bienvenidos sean en este caso. Gonzalo Alonso

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