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Críticas a "Street scene" en prensa en papel
Las críticas en prensa al Concierto de Año Nuevo
Por Publicado el: 28/01/2018Categorías: Diálogos de besugos

Las críticas en prensa a Dead Man Walking en el Real

Comienzan a publicarse en papel las críticas a Dead Man Walking en el Teatro Real y, como habitualmente, deseamos que ustedes tengan una idea lo más completa posible de lo que son estas representaciones, comparando lo que expresan -que no siempre es lo que piensan realmente unos y otros críticos. Esta vez hay prácticamente unanimidad en la rendición total crítica ante el rotundo y compacto espectáculo que se ofrece en el Teatro Real. Todo lo más, alguno se resiente de su música «muy americana». Un camino acertado que nos llevará a «Street scene» de Kurt Weill.

«Dead man walking». Música: Jake Heggie. Libreto: Terrence McNally. Dirección musical: Mark Wiggleswoth. Dirección de escena: Leonard Foglia. Escenografía: Michael McGarty. Reparto: Joyce DiDonato, Michael Mayes, Maria Zifchak, Measha Brueggergosman, Damián del Castillo, Roger Padullés… Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Pequeños Cantores de la ORCAM.

ABC 27/01/2018

La verdad nos hará libres

Es fácil entender que una ópera como «Dead man walking» pueda ser una forma de apostolado…  …El detalle es importante pues deriva la discusión sobre la obra a un plano estrictamente artístico. A «Dead man walking» le precede un éxito mayúsculo, tras más de medio centenar de reposiciones y la conquista absoluta del mercado norteamericano. Hoy se equipara a una obra indiscutible como «West Side Story». El halago es peligroso pues supone, sobre todo en Europa, soportar las críticas de buena parte de la vieja «inteligencia» musical todavía proclive a discutir sobre el lenguaje y el formalismo olvidando la finalidad expresiva de la técnica y sus herramientas…

Se discute menos el libreto pese al carácter sentencioso, a veces obvio, pero de enorme fortaleza gracias a su construcción sintética, exacta, inmediata, cúmulo de frases afiladas a cada cual más intensa que la anterior. La música no hace sino acomodarse a él de manera impecable, sugiriendo, matizando, acentuando y describiendo, a partir de una continuidad que en realidad es una constante superposición de escenas…

Heggie y su partitura impregnada de tradición, referencias y hábitos operísticos, apenas relaja la tensión. Se palpa el drama en la entrada de la hermana Prejean en la cárcel con el coro atosigando, en el juicio de revisión de la sentencia durante el discurso de la madre del criminal, en los diálogos entre la monja y el presidiario… en la ejecución y sus silencios antes del espiritual final. Si algo resume «Dead man walking» y, por superposición, la representación que ayer se dio en el Teatro Real, es la eficacia… Fue una interpretación sin apenas respiro… «Dead man walking» rompe prejuicios. Alberto González Lapuente

 

 

EL PAÍS, 27/01/2018

«America first»

Jake Heggie estrenó su primera ópera, Dead Man Walking, en el año 2000. Hasta la fecha ya lleva 13, aunque tres o cuatro de ellas son de pequeño formato. O bien este compositor es una suerte de Puccini redivivo o estamos ante la puesta en marcha de una industria operística estadounidense y Heggie estaba en el sitio correcto en el momento oportuno. Y si hay que juzgar por la presentación de su primera ópera en Madrid yo diría que es lo segundo.

Jake Heggie estrenó su primera ópera, Dead Man Walking, en el año 2000. Hasta la fecha ya lleva 13, aunque tres o cuatro de ellas son de pequeño formato. O bien este compositor es una suerte de Puccini redivivo o estamos ante la puesta en marcha de una industria operística estadounidense y Heggie estaba en el sitio correcto en el momento oportuno. Y si hay que juzgar por la presentación de su primera ópera en Madrid yo diría que es lo segundo.

Lo más sorprendente en la música de Heggie no es su carácter convencional, que bebe sin rebozo del musical y de la música de cine, es que apenas despega, más allá de un buen tono dramático general que parece ser suficiente para muchos. De hecho, los toques de góspel, blues, la conducción orquestal de talante cinematográfico y algunas otras citas de estilo es lo que mejor funciona, cuando no aparecen estos préstamos, la narración se hace tediosa y los soliloquios católicos de la hermana nos hacen pensar con desesperación en lo que Puccini conseguía en Suor Angelica o Poulenc en Diálogo de carmelitas.

Y pese a todo, el espectáculo es formidable, todo el reparto, desde la pareja protagonista, DiDonato y Michel Mayes, hasta el último niño están perfectos; la puesta en escena es sobria, el coro y la orquesta están muy bien. ¿Qué pasa?

Se podría resumir en que estamos ante un gran espectáculo y un remedo de ópera. Puro producto americano. Jorge Fernández Guerra

 

EL MUNDO, 27/01/2018

Cómo perdonar a un monstruo

De todas las encrucijadas en las que se encuentra la ópera actualmente, la más compleja es la de los autores vivos. Por una parte, existe una necesidad de imperiosa de que las historias que cuentan las óperas interpelen directamente al espectador de hoy, más allá de los dramas decimonónicos que componen el repertorio habitual. Pero también sucede que la conexión entre el público y el compositor, aquélla que hacía que Verdi pudiese oír a sus paisanos tararear los coros de sus piezas por la calle, ha desaparecido. Prueba de ello fueron ‘Brokeback Mountain’ y ‘The Perfect American’, de Philip Glass y Charles Wuorinen, respectivamente, cuyos estrenos mundiales en el Teatro Real se convirtieron en acontecimientos históricos para el coliseo madrileño, aunque con el paso del tiempo el recuerdo de las mismos no haya envejecido bien.

No parece que vaya a ser el caso de ‘Dead man walking’, de Jake Heggie, que desde su estreno en 2000 se ha convertido en el mayor éxito operístico del siglo XXI. Tal vez sea porque la partitura de Heggie se aleja de la aridez de otros contemporáneos y se orienta más a Broadway, con un oído puesto en Gershwin y Bernstein, y otro en el góspel, el blues y hasta en Elvis, como anoche se pudo escuchar en el estreno de la pieza en el Teatro Real de Madrid. O tal vez sea porque la historia de la hermana Helen Prejean en el corredor de la muerte, que inspiró a Tim Robbins la película homónima de 1995, inspire la emoción que necesitan estos tiempos. Anoche los aplausos fueron para ella, que acudió al estreno (y rió desde su butaca en varios momentos de la puesta en escena de Leonard Foglia), pero, sobre todo, para Joyce DiDonato. La mezzosoprano estadounidense puso su brillantísima técnica, sus dotes dramáticas y, sobre todo, la emoción que alimentó una ovación de ojos humedecidos. Dario Prieto

Corredor de la muerte

La hermana Helen Prejean (nacida en Luisiana en 1939) escribió un duro libro sobre su experiencia en un caso de pena capital del que Tim Robbins realizó una conocida película y Terrance Mc Nelly el libreto para la ópera Dead man walking, que llega al Teatro Real de Madrid producida por la Ópera de Chicago. Se estrenó en 2000 como encargo de la ópera de San Francisco al compositor Jake Heggie (Florida,1961) y se ha difundido por todo el mundo con notable éxito de crítica y público.

El libreto es realista y funciona eficazmente en momentos expresionistas de exasperado dramatismo. Está muy bien puesto en escena por el director americano Leonard Foglia basándose en la escenografía, práctica y vistosa, de Michael Mc Carthy y los vídeos de Elaine J. McCarthy (Massachusetts, 1966). Tal vez se podría condensar un poco porque el espectáculo resulta algo largo.

Teatralmente marcha estupendamente, pero musicalmente aporta poco nuevo. Heggie es muy profesional y su escritura es impecable pero el cóctel melódico armónico entra a saco en Bernstein, Menotti y el musical. Eso la hace fácil de escuchar y explica su difusión universal que le ha hecho estrenar muchas óperas más sin la notoriedad de ésta. Curiosamente, aunque la música es tradicional, carece de verdadero melodismo y eso perjudica a las escenas líricas (quizás las más simbólicas son el diálogo de las dos monjas o la madre y el condenado) donde Heggie apela a Gershwin, pero sin resultados melódicos o líricos perceptibles. Sin duda una ópera dramática al cien por cien y quizá la primera parte sea más redonda sonoramente que la segunda.

La dirección musical de Mark Wigglesworth es contundente, a veces excesivamente sonora. Gran altura el Coro Intermezzo, extraordinariamente preparado por Andrés Maspero y los Pequeños Cantores de la Jorcam que lleva impecablemente Ana González. La Orquesta Sinfónica de Madrid demostró su categoría habitual. Entre los solistas vocales destaca la conocida Joyce di Donato que canta prácticamente todo el tiempo y muy especialmente Michael Mayes , un sensacional condenado. Destacan también Maria Zifchak y Measha Bruggergosman pero todos los numerosos intervinientes tienen calidad.

Éxito grande y sin fisuras pues es una ópera que funciona, aunque aporte poco nuevo. Además está muy bien montada. El público no dudó en aplaudir también al compositor Jake Heggie y a la Hermana Helen Prejean que asistieron al estreno de la obra en el Teatro Real. Tomás Marco

 

LA RAZÓN, 27/01/2018

Un muerto, hecho ópera, que realmente camina

“Dead man walking” de Jake Heggie y  Terrence McNally. Joyce DiDonato, Measha Brueggergosman, Michael Mayes, Maria Zifchak , Roger Padullés, etc. Orquesta y Coro titulares del Teatro Real. Director de escena: Leonard Foglia. Director musical: Mark Wigglesworth. Teatro Real. Madrid, 26 de enero de 2018.

No se pierdan este espectáculo. Tienen que verlo. El texto de la hermana Helen Prejean, feliz de estar presente en el Real, dio lugar en 1995 al film “Pena de muerte”, de Tim Robbins, con Sean Penn y Susan Sarandon -que resultó oscarizada- en los roles principales. Cinco años después se estrenó esta ópera en San Francisco, enseguida en otros estados americanos y en 2006 llegó a Europa con éxito similar. Ya se han ofrecido más de 300 representaciones en el mundo, hay más de 20 producciones y su música se ha grabado dos veces. Esto no sucede con cualquier ópera contemporánea, habitualmente destinadas al baúl de los recuerdos. Evidentemente es por algo.

Jake Heggie es casi un compositor pop, aficionado a la música por “Mary Poppins” y capaz de entender lo que la ópera es hoy en día, un género que ha de llenar al público como en su día lo lograron Verdi o Puccini. Ellos utilizaron las armas, la escritura, que su época demandaba. Heggie -como Gershwin, Bernstein, Sondheim o más recientemente Adès, Rhim, Saariaho, Penderecki o Benjamin- emplea las de su tiempo y más que nada las de su tiempo americano, que no son otras que el musical y el cine, continuando con ello la senda de lo que podríamos calificar como “ópera sinfónico-popular”. Es el camino actual, por mucho que los seguidores europeos de la renqueante vanguardia tachen esta música de “facilona”.

Pero es más, la ópera es, debe ser, un espectáculo total, combinación de música, texto y teatro. “Dead man walking” reúne todo ello en un espectáculo –Leonard Foglia, producción de Chicago- modélico y subyugante, de los más compactos ofrecidos hasta la fecha en el Real. El libreto es formidable, resumiendo el texto original con gran espíritu dramático, y la partitura se fusiona con él en simbiosis total. Incisivos, precisos y eficaces. Es precisamente la música y la proximidad escénica teatral lo que hace posible que el final emocione como hoy ya no nos emociona la película.

Se cuidan todos los detalles en sus 17 escenas: el cambio a color verde en la escuela de la esperanza; cómo esconde los brazos Joseph cuando se da cuenta que va a salir esposado en la última foto familiar: el silencio que vuelve a ser una nota musical en el impactante momento del inicio de la inyección letal… El espectador queda acongojado, inerme y han de pasar unos largos segundos hasta que reacciona ante la disyuntiva que la historia le plantea, incluso aunque no se haya podido percatar que los acordes que acompañan al crimen de ambos hermanos De Rocher son los mismos que acompañan a su ajusticiamiento. Diente por diente, ojo por ojo.

Y, para terminar, no se puede pedir más al reparto del Real, con Joyce DiDonato, Michael Mayes, Measha Brueggergosman y Maria Zifchak en actuaciones sobresalientes, igual que el resto de un reparto en el que hay una decena de españoles con muy cuidada dicción inglesa. Mark Wigglesworth dirige con contundencia, pero también matiz a unos coros y orquesta en excelente momento.

Concluyo imitando a Heggie en sus acordes citados: no se pierdan este espectáculo. Tienen que verlo. Gonzalo Alonso

 

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