Das Rheingold, Wagner. Reparto: Tomas Konieczny, Roman Trekel, Siyabonga Maqungo, Rolando Villazón, Johannes Martin Kränzle, Stephan Rügamer, Matthew Rose, Peter Rose, Claudia Mahnke, Anett Fritsh, Anna Kissjudit, Evelin Novak, Natalia Skrycka, Ekaterina Chayka-Rubinstein. Staatskappelle Berlin. Philippe Jordan, director musical. Dmitri Tcherniakov, director de escena. Staatsoper Unter den Linden, Berlín, 27 de marzo 2024.

Escena de «Das Rheingold» en Berlín

Luces y sombras para ‘Das Rheingold’ en Berlín

Del 27 de marzo al 1 de abril, en la Staatsoper de Berlín se celebra un ciclo completo de ‘El anillo del nibelungo’. Se trata de una reposición de la estrenada la pasada temporada, con dirección musical del suizo Philippe Jordan y escénica del ruso Dmitry Tcherniakov, director que no suele pasar desapercibido en sus montajes.

Al entrar a la sala, nos espera un telón con un plano proyectado de un ‘Centro de investigación’ que lleva por nombre el acrónimo ‘E.S.C.H.E.’. Esche en alemán quiere decir fresno, árbol que tiene su importancia en esta tetralogía: madera de fresno es el material de la vara del dios Wotan, en la que están recogidos los pactos con los que mantiene su poder pero que aquí está desaparecida y es sustituida por carpetas con contratos.

Este primer día, este prólogo de la tetralogía como Wagner lo definió, comienza un poco sorpresivamente porque no se ve aparecer al director, Philippe Jordan y la música comienza sin los preventivos aplausos. Mientras suena la obertura, en la escena se van deslizando diversos escenarios, hasta llegar a una sala de experimentación donde el nibelungo Alberich está siendo sometido a una investigación sobre el estrés con unas gafas de realidad virtual y múltiples sensores. No hay río y las ondinas con las que flirtea son enfermeras o estudiantes que le siguen el juego, del que escapa finalmente destrozando la habitación y llevándose consigo el ‘oro’, algo como ¿una máquina? No sé sabe, se llevó un macguffin.

Escena Das Rheingold

El escenario que se presenta es ciertamente grandioso, una producción de las que ya se hacen pocas, con 8 salas que se van deslizando de lateralmente o de arriba abajo en hasta 3 pisos según la escena. A los escenarios superiores pertenecen las salas nobles de la compañía ‘E.S.C.H.E.’, donde se encuentran los dioses-directivos, decoración y vestidos estilo años cincuenta y las dos de abajo representan el mundo de los nibelungos, donde trabajan sometidos como orfebres a las órdenes de Alberich. También hay un escenario con un árbol, un fresno, en lo que puede ser la recepción del centro de investigación.

Es comprensible que un escenógrafo no quiera repetir lo que tantos otros han hecho y busque nuevas significaciones. Hay muy buenas ideas en esta presentación, pero es muy difícil ser coherente entre lo que se ve en escena y lo que se canta. Las situaciones son a veces absurdas o difíciles de seguir, como el comentado comienzo las artimañas para engañar al nibelungo y hacerse con el anillo y el yelmo mágico o la discusión para el rescate de Freia que debe ser pagado con montones de oro que se van mencionado, pero que hay que imaginarlo porque jamás se verá nada.

Si se conoce ya la obra se puede hacer una cierta abstracción, pero aquellos afortunados que tengan su primer encuentro con la tetralogía van a pensar que es una bobada sin sentido. Gran parte de la situación dramática se pierde. O se sabe lo que en realidad está pasando o uno se pierde en los diálogos.

Escena Das Rheingold

No sabemos si esta versión pasará a la historia, pero quedará siempre la música de Wagner: Philippe Jordan dirige una versión rápida, 2 horas 23 minutos, pero en las que saca todo el partido posible de una gran Staatskappele, memorable cerrar los ojos e imaginar el Rin fluyendo en el preludio o sobrecogerse con los siguientes leitmotivs de los gigantes, de Loge, de Erda…

Muy bien las voces, destacando al polaco Tomasz Konieczny como Wotan, que domina la escena cuando canta porque no sólo tiene fuerza, no sólo muestra un timbre poderoso, que llena el teatro y remonta la orquesta, es que además tiene una voz bonita.

Johannes Martin Kränzle hizo un buen papel como Alberich. Muy bien la voz baja de Piter Rose como Fafner y para Fricka la de Claudia Mahnke. Hermosísimo destello en la breve aparición de Anna Kissjudit como Erda, una voz bellísima. Para Mime teníamos a Stephan Rügamer, que no se pudo lucir aquí pero que promete hacerlo para ‘Sigfried’, cuando tendrá más protagonismo.

Un equipo sin manchas en general. Quizá los más oscuros, el mexicano Roberto Villazón como Loge, Roman Treken como Donner y Siyabonga Maqungo como Froh, que encontraron algo menos su espacio.

El trabajo actoral está bien realizado, dentro de las posibilidades que el montaje ofrece. Todos conocen su papel y lo hacen bien, no hay puntos oscuros.

El final acabó con un largo y merecido aplauso al amplio elenco sobre el escenario y sobre todo a la orquesta en el foso, gran protagonista en este primer día. Javier Lillo.