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Por Publicado el: 13/05/2011Categorías: En la prensa

«Mahler abraza todo lo que existe»

El Mundo, 14/05/2011
«Mahler abraza todo lo que existe»
Esa-Pekka Salonen, Claudio Abbado, Valery Gergiev y Danielle Gatti valoran sus composiciones, que dirigirán en Leipzig y Berlín en el centenario de su muerte«Mahler abraza todo lo que existe», resume el director finés Esa-Pekka Salonen, que participa en el homenaje organizado por la ciudad de Leipzig para recordar los 100 años de la muerte del compositor, con un programa preñado de batutas ilustres y prestigiosas orquestas, con cierta ambición enciclopédica y que echa a rodar el próximo martes, durante dos semanas.
Su profesor de dirección en Helsinki, Jorma Panula, fue el primero en Finlandia que se atrevió a dirigir el ciclo completo de Mahler, en los 70, y Salonen recuerda su desconcierto inicial al entrar en contacto con la obra. «Yo estaba muy familiarizado con la sencillez y claridad de Bruckner y me aturdió la constante variación, las variaciones sobre variaciones. Esa fue mi primera impresión. Pero ahora que conozco esa música en profundidad, he entendido que requiere una energía especial», reconoce.
Salonen dirigió por primera vez una sinfonía de Mahler en 1983 y fue la Número 3, la más larga y la que dirigirá el jueves en el Festival de Leipzig ante la Sächsische Staatskapelle de Drese y con la alto Lilli Paasikivi. «Casi 30 años después, mi relación con la música de Mahler y con esa sinfonía ha evolucionado mucho y, cuando más la dirijo, menos hago. Me refiero a que es muy valiosa la interpretación orgánica, desnuda, de las partituras de Mahler, sin complicarlas, sin añadidos, dejar que suene tal cual», dice el director.
«Estoy fascinado por la riqueza de su música, por la amplia gama de material y por las vueltas y giros repentinos del estado de ánimo y la expresión que contienen su obras, busco particularmente la calidad neurótica en la música, que la hace funcionar a tantos niveles diferentes. Los peores momentos de las sinfonías de Mahler son verdaderamente terribles, creo, y los mejores con increíbles».
El director ruso Valery Gergiev recuerda que lo primero que escuchó de Mahler, siendo aún un chiquillo, fue la Sinfonía número 1, precisamente la que dirigirá en Leipzg con la London Symphony Orchestra el día 22. Le quedó especialmente grabado «aquel poderoso final», un pasaje que no considera hoy el mejor, pero que es el primero grabado en su memoria cronológicamente. Durante su carrera, ha estudiado a conciencia los dos viajes que Mahler hizo a San Petersburgo y la influencia que tuvieron. Gergiev admite haber realizado numerosas audiciones comparativas de Mahler y Sostakovich, encontrando el alma rusa de Mahler en las similitudes, en la intensidad de la expresión.
Destaca la presencia de la ciudad en la música de Mahler. «En todas sus sinfonías hay presente una especie de ruido, de caos industrializado precursor», y se reconoce fascinado por las anotaciones a pie de pentagrama de las partituras originales. «Me pregunto una y otra vez el por qué, qué experimentó él al idearlas o dirigirlas, qué le hizo escribir con fuerza o no demasiado rápido, me ilusiona meterme en su pellejo a través de esas anotaciones».
Gergiev, en todo caso, acudirá a Leipzig dispuesto a seguir descubriendo a Mahler: «No fue entendido en su tiempo y quizá hay partes que no entendemos todavía de él. Intuyo que eso que no entendemos es excelencia musical a la que no accedemos».
Danielle Gatti, sin embargo, cree que ha llegado el momento de «dejar de centrarnos en la faceta más personal e histriónica de Mahler y limitarnos a tocar sus notas». Gatti, que dirigirá el día 28 la Sinfonía número 9 con la Wiener Philharmoniker, recuerda que dirigió por primera vez Mahler en 1989 y que «media hora antes del concierto sentía que seguía sin entender nada, sentía que no tenía el control sobre aquella partitura, pero descubrí que solamente debía respetarla y hacerme respetar».
Gatti considera la Número 9 como la definitiva del compositor, la dirigió por primera vez con 37 años, reconoce que «posiblemente entonces era demasiado joven» y promete ofrecer en Leipzig la plenitud de un proceso personal con Mahler.
El ambicioso programa de Leipzig oculta a duras penas la intención de la ciudad de apropiarse la figura del compositor y destacar como un hito en su biografía el paso por la que Goethe, en Fausto, bautizó como «París Chiquito». Mahler llegó a Leipzig en el verano de 1886 a los 26 años y durante un tiempo fue director asistente de la orquesta de esa ciudad alemana, con la que dirigió 130 conciertos en la primera temporada y 200 en la segunda.
Fue además el escenario en el que compuso su primera sinfonía. Pero Berlín, rabiosa de capitalidad cultural, no se ha dejado arrebatar todo el protagonismo en la celebración de este centenario y se ha reservado un plato principal que el público ha recibido agotando las entradas en sólo un par de horas de venta. La Filarmónica de Berlín, bajo la dirección de Claudio Abbado, interpretará la última sinfonía de Mahler con los solistas Anne Sofie von Otter y Jonas Kaufmann, el 18 de mayo, a las 22.00, en un concierto retransmitido en directo por el canal ARTE.
Muchos esperan de este concierto una versión definitiva de la Número 9 de Mahler, pero Abbado lo aborda desde otra perspectiva: «Mahler es siempre un viaje de exploración y descubrimiento». ROSALÍA SÁNCHEZ

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