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Ópera Actual: Razones para una dimisión
El dilema de Plácido
Por Publicado el: 03/03/2013Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Música y Oscars

Música y Oscars

Mi crítica de la ópera de Philip Glass “El perfecto americano” en el Teatro Real expresaba textualmente en su final: “Pueden pasárselo mucho mejor y emocionarse, por mucho menos dinero, yendo al cine a ver “La vida de Pi”, más impactante que la de Disney”. Pasárselo mejor a pesar de ser una tragedia, pero contada de una forma imaginativa que va mucho más allá de la más tradicionalmente cruda de Haneke en “Amor”, por otro lado incluso liviana para quienes hemos vivido situaciones similares. La realidad supera con frecuencia la ficción. Formidable la dirección, la fotografía, los efectos visuales y… la música. Muy distinta ésta de la también excelente de John Williams para “Lincoln” y bastante lejos de las bandas sonoras que habitualmente triunfan en los Oscars.

Pero la ceremonia de entrega tuvo algunas cosas más que comentar. Barbra Streisand volvió a cantar en ella, después de más de treinta años de ausencia, para rendir homenaje a uno de los compositores recientemente desaparecido, Marvin Hamlisch, de quien llevó a la fama “The way we were”. Entonó de nuevo la melodía y, a pesar de ser un gran admirador de ella, no puedo menos de confesarme que tal como éramos no lo somos hoy por más que queramos. ¿Cómo pudieron resultar los conciertos que celebró el pasado año en su pequeña gira? La voz se ha extinguido, mermando muy especialmente aquel envidiable registro agudo. Sólo la clase, que nunca la pierde quien la tiene, pudo mantener la actuación. Mucho mejor parada, a los setenta y cinco años –cinco más que Streisand- quedó Shirley Bassey, otra de las grandes del “entertainment” y de los escenarios desde hace décadas. Todavía pudo con “Goldfinger”, la canción que la hizo aún más famosa y con la que se recordaba los cincuenta años de James Bond. A su lado empequeñeció Adele, intentando que se la escuchase con la ayuda de la tecnología -y ni así- en la canción principal de “Skyfall”, la última del 007. En este caso se cumplió sin duda alguna aquello de que “tiempos pasados fueron mejores”.

Menos mal que, entre las viejas glorias en el ocaso y pretendientes imposibles, apareció una cuadrilla de astros interpretando una de las piezas de “Los miserables”. Aquí sí dio igual que Russell Crowe no cante un pimiento porque la fuerza del conjunto eclipsó las carencias individuales, demostrando que Hollywood sigue siendo Hollywood.

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