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Sarasate versus Iberni
Agosto, adiós
Por Publicado el: 11/09/2008Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

No es oro…

No es oro…
España es el país europeo en el que más auditorios se han construido en las últimas décadas, la envidia de cuanto director nos visita. Sin embargo la mayoría de las veces no se ha acertado a dotar de contenido a los mismos. No es lógico ni hay presupuestos para crear orquestas que toquen en auditorios separados por cien kilómetros. Se han creado muchas orquestas a pesar de todo y, también es cierto, su calidad ha mejorado a pasos agigantados. No somos Alemania ni Estados Unidos, pero nos codeamos y quizá superemos a Italia o Francia.
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. Con frecuencia se oculta al hablar de giras –a China p.e.- que éstas no son solicitadas ni pagadas por muchos de los países visitados, sino que se trata de un coste que está dispuesto a subvencionar el político de turno responsable de la orquesta para quedar bien ante sus conciudadanos. Hay solistas importantes en muchas de las programaciones… pagados a precio de oro, con cachés muy superiores a los que cobran en sus propios países. Se prefiere traer figuras, cuesten lo que cuesten, que tratar de formar cantera. Nuestros auditorios y orquestas llevan mucho tiempo viviendo de galácticos por falta de auténticos responsables gerenciales y políticos. Ahora llegan las vacas flacas y la crisis también sacude a la música. Los presupuestos se van a reducir. ¿Por dónde saldrán salas y agrupaciones? Sería importante una auténtica reconversión en las filosofías. También una coherencia y una mayor atención al público antes que a los santones de nuevos pentagramas. No conviene que una orquesta pierda abonados porque su programación no gusta a la audiencia. Como tampoco despreciar alquileres en una sala container porque a alguien se le ha metido en la cabeza la producción propia. Así el Auditorio Nacional, que va a ver menguado notablemente su presupuesto inicial de un millón de euros, ¿cómo puede permitirse renunciar a 230.000 de arrendamientos?
Y, por favor, basta ya de cambios al capricho del recién llegado de turno. ¡Qué pereza y qué aburrimiento el cómo acaba de empezar la temporada! Y, se lo aseguro, los cambios van a continuar.

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