Plan de suscripciones

Suscribirse a la Newsletter de Beckmesser

¡No te pierdas ninguna noticia!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Busca las entradas de cada mes

Últimos tuits de Beckmesser

Crítica: Orchestre Philharmonique de Radio France y Beatrice Rana. Las cosas (casi) en su sitio
Crítica: Life Victoria con Mark Padmore y Julius Drake
Por Publicado el: 06/05/2025Categorías: En vivo

Crítica: Memorable III acto de “Parsifal” en Montserrat

Memorable III acto de Parsifal en Montserrat

Era muy escéptico ante la estimulante propuesta del Festival de Mùsica del Mil·lenari de Montserrat, de interpretar en la basílica del Monasterio el tercer acto del Parsifal de Richard Wagner, cumpliendo de este modo los sueños más húmedos de la catalanidad wagneriana, que han forjado una preciosa leyenda alrededor la cual el Montsalvat wagneriano no es otro que nuestra montaña.

Parsifal en Montserrat

Parsifal en Montserrat

Sí, la de la miel y requesón de las campesinas que se instalan los festivos en la plaza, la de la deliciosa y dulcísima coca, el del refugio de la resistencia antifranquista, el paraje de excursionistas y escaladores, destino de turistas masificados y también, está claro, el centro de espiritualidad motivado por la Moreneta y la comunidad benedictina que la acompaña, con una escolanía que cuando canta el Virolai emociona a los más agnósticos, por solo mencionar algunas de las cosas que se refugian en este lugar de belleza natural inigualable y centro de fe, historia y cultura universal.

Yo no creo demasiado en estos orígenes montserratinos de la fortaleza monacal de los guardianes del Santo Grial, a pesar de los escritos y las palabras del Abad al respeto y las explicaciones del maestro Pons, entre muchas de las voces que se empecinan en  legitimar la leyenda.

Para mí el interés recaía en la obra, si bien también tengo que reconocer que todas las propuestas de música no escrita estrictamente para lugares de culto religioso, propuestas en iglesias, catedrales o basílicas de gran significancia, sea arquitectónica, como de culto, me parecen musicalmente, errores imperdonables, puesto que la acústica siempre juega en contra de la obra que se pretende interpretar.

Tengo demasiadas experiencias nefastas a las espaldas por no tener dudas al respeto. Parsifal se escribió pensando en un lugar hecho ad hoc, Bayreuth, y después de vencer el plazo de los derechos de representación exclusiva de la sede del festival, se empezó a representar en los teatros de ópera de todo el mundo, empezando por el Liceu, que la medianoche de Fin de año de 1913 fue el primer teatro a representar el festival sacro fuera de la Colina Verde.

La acústica del Festspielhaus de Bayreuth estuvo diseñada por el propio Wagner para representar esta obra y trasladar aquella sonoridad flotante o que cae del cielo, y por tanto las reverberaciones naturales de las grandes naves de los templos, siempre serán un atentado contra la línea de flotación de la empresa que se pretenda.

Estos dos razonamientos son, por lo tanto, el cimiento de mi escepticismo, pero también existían razonamientos para mi asistencia: mi wagnerismo profundo, no militante pero sí profundo y mi sentimentalismo. ¡Qué queréis que os diga!

Mis profundas contradicciones existenciales, que ahora que ya me he hecho mayor no me avergüenza reconocer, fueron suficiente estímulo para no dar la espalda al acontecimiento, pensando que si la cuestión musical no acababa de funcionar, al menos la alineación de los astros haría que la magia del lugar, la fe (agnóstica en mi caso) y está claro, Wagner, acabarían perdonando las deficiencias de la acústica y me acabaría aceptando los argumentos de los defensores de la leyenda. ¿Un milagro? El lugar cuando menos, era propicio.

Encargar la dirección musical al maestro Josep Pons, ex monaguillo de la casa, era jugar a caballo ganador. Ya había demostrado hace dos temporadas en el Liceu, que podía oficiar el festival sacro con resultados notables, está claro que la orquesta no era la del teatro que él ha transformado de arriba abajo, sino la siempre estimulante Jove Orquesta Nacional de Catalunya (JONC), que quizás para una obra de las dimensiones incluso extra musicales como esta, era demasiados joven.

En cuanto al coro, de relevancia capital en la segunda escena del tercer acto, se sumaron el Cor del Mil·lenari (antiguos monaguillos en su gran parte), la Escolanía y miembros de la Schola Cantorum. Los que me conocéis ya sabéis de mis reticencias a sumar diversos coros para hacer una gran formación coral  pero en este caso había consistencia sentimental para intentarlo.

En cuanto a los solistas vocales se buscaron nombres de prestigio wagneriano más que contrastado: Albert Dohmen como Gurnemanz, Nikolai Schukoff como Parsifal y el barítono español José Antonio López como Amfortas. Para hacer los gemidos de Kundry, fue un lujo contar con la esposa de Schukoff, la mezzosoprano francesa, Isabelle Cals

El ambiente en la basílica era intenso y se respiraba excepcionalidad, además de gran parte de los defensores de las esencias wagnerianas, había un público muy diverso, diría que ecuménico como corresponde al lugar donde se iba a producir “el oficio”. La orquesta situada en el altar, los cantantes, lógicamente poco visibles, cantaban delante y la aparición del coro masculino  se produjo por el acceso central del altar, como si se tratara de la congregación de monjes benedictinos antes de la misa conventual. En cuanto a la escolanía, lo explicaré después. Se interpretó el preludio del primer acto y sin solución de continuidad, todo el tercer acto.

El maestro Pons puso mucha atención, como es habitual, en la transparencia y claridad del trabajo orquestal, pero era un poco luchar contra la corriente, porque la acústica del templo tiende a mezclar el sonido y a oscurecerlo, si bien hizo jugar en su favor, el afecto de la reverberación como envoltorio “místico” de una sonoridad que muchas veces quedaba en suspensión, creando un efecto no del todo contraproducente, pero, aun así, resultaba inútil querer resaltar a algunos solistas de la orquesta, puesto que el sonido del instrumento no lucía cómo hubiera sido deseable.

Un trabajo complejo resuelto de manera mucho más brillante de lo que esperaba por parte de una orquesta que nunca defrauda a pesar de que nunca sea la misma formación que la escuchada la última vez a causa de la natural rotación de sus miembros. Hubo errores, pequeños y poco dolorosos, más atribuibles al hecho de jugar en un campo poco propicio a las sutilezas sonoras que a la poca preparación de los músicos.

La dirección sin llegar a ser morosa, fue de tiempos amplios para evitar que el sonido fuera el enemigo insalvable y en los momentos de más intensidad, como fue la entrada de los caballeros, no se pudo evitar cierta confusión por la reverberación, controlada con mano firme. Un trabajo minucioso con momentos de verdadero hechizo y agitación emocional, inherentes a la partitura y esta vez también con la ayuda de un entorno escenográfico imponente.

En cuanto a la actuación de la famosa Escolanía en el coro final, estuvo excelsa. Los monaguillos hicieron posible el momento mágico, por estar situados detrás de la basílica y en la parte elevada del coro, cosa que propició el efecto deseado por Wagner como quizás nunca lo había escuchado nadie hasta ahora y también por la sonoridad exquisita, con la afinación perfecta y una demostración de fiato prodigiosa en la intervención final del “Erlössung dem Erlöser!” Un momento catártico imposible de borrar de la memoria por años que me queden de vida.

El Coro de voces masculinas se auto atropelló en el momento de máxima exaltación, creando una confusión sonora que desvirtuó el gran momento dramático antes del último monólogo de Amfortas. A las voces les faltó más calidez y rotundidad sonora, previendo en algún momento poco cubiertas, sobre todo los tenores, pero no os negaré también, que tenía la emoción a flor de piel.

En cuanto a los solistas, no los podré valorar como si hubieran cantado, donde correspondía, encima del escenario, pero los tres estuvieron mucho mejor de lo que esperaba. Dohmen está en un momento vocal que ha pasado su máximo esplendor, pero su Gurnemanz fue notable, por proyección y por autoridad, con algún agudo dudoso, no obstante, firme y sólido con un registro central todavía bellísimo.

Schukoff ya demostró al Liceu que su Parsifal es magnífico. Ahora en Montserrat, con condiciones acústicas en contra, revalidó la impresión con una interpretación generosa, no exenta de detalles de distinción con un timbre viril y heroico, nunca queda blanquecino y el fraseo, a pesar de las dificultades mencionadas, fue muy nítido. En cuanto al Amfortas de José Antonio López fue generoso en volumen y quizás un poco escaso de lacerado sufrimiento, pero en cualquier caso, valioso en el contexto poco favorecedor para las voces.

Wagner escribió un testamento musical sublime y las últimas frases del coro celestial y la coda orquestal que concluye el drama sacro son de una profundidad y belleza abrumadora. En Montserrat se produjo un milagro que no pudieron malograr ni aquellos que sacaron el maldito móvil para fotografiar o incluso grabar, como hizo, entre otros, la chica que tenía delante, este momento final de recogimiento y comunión, haciéndose el silencio hasta que el maestro no bajó del todo los brazos (hubo quién hizo como un intento de acercar antes de tiempo una palma con la otra).

Después el delirio, un delirio gradual, de satisfacción total, de aquellos que ya habían hecho el acontecimiento histórico antes de serlo y de los escépticos como yo, que caímos del caballo después que sonaran los primeros compases del preludio del primer acto y durante más de una hora participamos con gozo a consagrar nuestro wagnerismo indestructible.

Una noche para recordar, una noche de “yo también estaba”, una noche para agradecer a todos los que la hicieron posible: artistas, programadores y sobre todo a la Fundació Salvat quien lo hizo posible pagando “la misa”. Una velada finalmente, histórica. Bravo!

Joaquín Hernández Puig

Publicado en In fernem land

https://www.beckmesser.com/historias-parsifal-opera-gallega/

Deja un comentario

banner-calendario-conciertos

calendario operístico