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Por Publicado el: 13/05/2014Categorías: Crítica

Paul Lewis: intensidad y lirismo de altura


Lewis

Intensidad y lirismo de altura

Obras de Schumann, Strauss y Brahms. Paul Lewis, piano. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Madrid- 12-5-2014.

Era punto importante de este concierto la presencia del pianista inglés Paul Lewis (1972), un instrumentista que ha crecido mucho desde que lo viéramos en el ciclo de jóvenes de la Fundación Scherzo. Hoy aparece adornado de indudables virtudes interpretativas sostenidas por una sólida técnica –trabajada durante algún tiempo con Brendel- de apoyo a la tecla, que se realiza suave pero firmemente de manera natural. El sonido es muelle y el mecanismo sobrado para acometer una obra come el “Concierto nº 1” de Brahms.

La acentuación fue siempre correcta, provista del impulso necesario en el “Allegro non troppo”, y el juego dinámico, cuidadoso, con frases líricas en el “Adagio” dichas con elegancia y finura. Lewis sabe colorear y frasear con propiedad. Su versión fue clara y musical. Tuvo excelentescompañeros en orquesta y batuta, plegados como un guante a sus modos. Víctor Pablo siempre ha hecho muy lenta esta obra. La extensa introducción orquestal fue modélica por intensidad y dicción. Muy buenos momentos de las maderas en el cierre del Adagio y ritmo inclemente en el Rondó final, donde Pérez también demostró que es uno de los mejores acompañantes.

Antes disfrutamos de una interpretación bien medida y expresiva del “Nachtlied” de Schumann, con un coro entonado, aunque el punto cilmático del texto de Hebbel se planteó de forma algo borrosa. Pero el cierre fue espléndido, de una poesía seráfica y exquisita. Como exquisito fue el tratamiento dado a la progresión postrera, a la extraordinaria elevación hacia el triunfo después de la marcha de este mundo que Strauss construyó, a través de un gigantesco “crescendo”, en su poema sinfónico “Muerte y transfiguración”. La elaboración de ese maravilloso final fue sensacional. Mucho mejor que algunos de los capítulos previos, en los que se produce la lucha contra la muerte. Esas secciones “Molto agitato” fueron adecuadamente turbulentas pero adolecieron de un cierto confusionismo, de una acumulación de voces poco diferenciadas, con una sonoridad global poco depurada y un empaste instrumental relativo. Arturo Reverter

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