JAVIER PERIANES (CICLO GRANDES INTÉRPRETES. FUNDACIÓN SCHERZO)

Distintas maneras de morir

Javier Perianes, piano. Obras de Beethoven, Chopin, Granados y Liszt. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Martes 13, 19.30. Entre 25 y 55 €. 

Javier Perianes

Hay que tener valor para programar un recital así con la que nos está cayendo. Valor, o sea, valentía para asumir el más tremendo compromiso con que un ser humano pueda enfrentarse: su desaparición. Lo que si el mundo se comportara con la normalidad a que nos tenía acostumbrados antes de la pandemia, es decir, un mundo antinatural pero perfectamente vivido bajo el paraguas de la indiferencia, sería casi anecdótico. Pero no es así ahora; ahora vivimos rodeados de muerte y muertos, lo que supone un severo hándicap a la hora de interpretar música relacionada con todo ello. Esa es la valentía de ponerse a tocar un programa como el que ha confeccionado Javier Perianes para su concierto de este martes, que, además, cae en trece.

No se puede juntar las cosas con mayor sentido. La velada comenzará con la Sonata nº 12 en la bemol mayor op.26 de Beethoven, que como sabemos tiene un movimiento lento (el tercero) al cual el autor puso nombre: Marcia fúnebre sulla morte d´un Eroe. Escribía esta música un par de años antes que la Sinfonía Heroica, y como sucede en esta, la manera como nos habla el de Bonn acerca de la muerte es elevada, edificante, noble, cierta, absolutamente alejada de cualquiera de las muchas  cloacas emocionales que rodeaban la vida de su autor en aquel momento tan aciago para él. La muerte como último y único acto supremo, ante el que se arrodilla pero sin callar. Nada que ver con la tétrica, suplicante y muy acongojante Marcha fúnebre de la segunda sonata de Chopin, que Perianes programa para la continuación. Y nada que ver, porque en el fondo el polaco da más salida a la vida que Beethoven, al regalarnos tantísimo amor en el prodigioso segundo tema de la pieza. Chopin es menos noble y heroico, pero a la vez más humano. La muerte como auténtica exaltación del hombre (Beethoven) frente a la muerte, miedosa, como una indeseada desconocida. 

Ya llevaremos unos cincuenta minutos de música cuando lleguemos a este punto. Escucharemos entonces dos números de Goyescas, de Granados. Y la elección, una vez más, está hecha con enorme sentido, pues antes de entrar en la reflexiva, misteriosa y bellísima balada  El amor y la muerte se nos dará un respiro con la primera pieza del cuaderno, Los Requiebros. Quizá resulte pedante decirlo, pero me parece necesario recordarlo: estamos seguramente ante la mejor música de Enrique Granados. Es, por otro lado, un acierto situarla aquí, después de Chopin y antes de la que se nos avecinará tras ella. Una auténtica avalancha de notas que cerrarán este concierto-homenaje (claramente) a los muertos de la Covid. Y se hará de la mejor manera que se puede hacer: buscando una música para un funeral digno, alejado de la soledad, rodeando a la persona de personas; de profundos sentimientos de pena y dolor. Perianes cerrará con los Funerales, de Armonías poéticas y religiosas de Liszt, una de las músicas más visionarias que nunca se hayan escrito.  

¿Qué decir del previsible resultado de tal fantástica parada musical? No voy a extenderme en el asunto, porque ya lo he escrito muchas veces: No; Perianes no es el mejor pianista español del momento. Es eso, pero extendiendo los límites geográficos al límite. Estoy seguro de que este concierto será uno de los mejores del Ciclo de Grandes Intérpretes de esta temporada. Y diría que el mejor, a no ser que nos olvidáramos de lo que hizo Trifonov con El Arte de la Fuga, de Bach hace unas semanas. Pedro González Mira   

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