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Por Publicado el: 07/07/2012Categorías: Crítica

Festival de Granada: Perianes con y contra los elementos

61 Festival de Granada
Perianes con y contra los elementos
Obras de Dvorak, Schumann y Rimski-Korsakov. Javier Perianes, piano. Orquestdel Capitolio de Toulouse. Tugan Sokhiev, director. Palacio de Carlos V. Granada, 6 de julio.
Qué duda cabe que los en otros tiempos denominados «marcos incomparables» tienen un encanto especial que viene muy bien para la combinación cultura-turismo que buscan la mayoría de los festivales musicales estivales. Los del de Granada son bellos como pocos: el sobrio Palacio de Carlos V, con su impresionante patio acolumnado, el Patio de los Arrayanes donde Perianes ofreció un precioso recital, los Jardines del Generalife, en los que uno se extasía con la música, los movimientos de los bailarines, la impresionante luna llena y los embriagadores perfumes del ambiente. Todo ello deja lo propiamente musical en un segundo plano, máxime cuando no se puede ser muy exigente con las acústicas. En otros tiempos se utilizaban pantallas que las mejoraban, pero ahora lo impide la protección al patrimonio. Por ello sería un poco absurdo, si hubiese el dinero que no hay, pretender traer a conjuntos como la Filarmónica de Berlín, que visitaron estos escenarios años ha. Bastan agrupaciones discretas y programas con gancho.
Esto justo es lo que ofrecía Sokhiev con la Orquesta del Capitolio de Toulouse, que no deja de ser un conjunto disgno pero inferior a algunos de los españoles. En el primer programa la popular «Sheherezade» y uno de los más grandes conciertos psrs piano de todos los tiempos, el de Schumann, si bien su popularidad no halla llegado al de algún otro. Sobró como aperitivo la «Obertura Carnaval» de Dvorak, porque aportaba poco artísticamente, obligaba a recolocar el escenario para abrir paso al piano, dejaba en descubierto las debilidades de la orquesta y prolongaba excesivamente la duración de un espectáculo que iba a terminar pasada la una de la madrugada. La lectura de la admirada partitura de Rimski no logró extraer todos sus matices, quedando bastante plana y monótona, por más que la primera violin intentase lucir cualidades. El gran triunfador de la noche fue un Javier Perianes en estado de gracia. Triunfador sobre la difícil afinación de un piano entre sequedades y notables diferencias de temperatura, triunfador sobre acústicas, sobre el acompañamiento de Sokhiev y sobre las propias notas. Cualquier pianista que hoy desee triunfar ha de tener una técnica impecable. Perianes la posee, pero está dotado con otra cualidad mucha más escasa actualmente: sabe expresar, hacer música. Y ambas cosas, junto con el rotundo poder que al margen de lirismos exige el piano de Schumann, le llevaron a interpretar una óptima versión. Gonzalo Alonso

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