La gira iniciada hace pocas fechas por la Orquesta Freixenet de la Escuela Reina Sofía culminará en el concierto que ofrecerán en Roma el día 6 de febrero. Se trata de todo un hito para el mundo de la educación musical española y para la Escuela Reina Sofía su puesta de largo internacional.

Una parte fundamental del proceso educativo musical consiste en mentalizar a los alumnos de que los genios como Horowitz o Rubinstein son los menos y que por tanto quienes estudian han de pensar más en tocar junto a otros que en llegar a ser divos de un instrumento. De ahí la creación de grupos de cámara entre alumnos y exalumnos que, como en el caso del Cuarteto Casals, han logrado un nivel de privilegio y de ahí también otro proyecto aún más ambicioso como es la Orquesta de Cámara Freixenet, que acaba de cumplir diez años de vida.

Luciano Berio conoció la Escuela Reina Sofía poco antes de morir y de recibir su máximo premio: el «Menuhin a la integración de las artes y la educación». Como presidente de la Academia de Santa Cecilia invitó a la agrupación a participar en su temporada. Con ello perseguía mostrar a las autoridades italianas un camino a seguir, el emprendido por la Escuela Reina Sofía. Y no han quedado ahí las cosas ya que la revista «Amadeus» dedicaba su número del pasado diciembre al maestro desaparecido y acompañaba un cd con la Orquesta de Cámara Freixenet y obras del compositor dirigidas por él mismo.

Paloma O’Shea ha demostrado un tesón y una dedicación admirables a la vida musical, mucho más admirable porque sus circunstancias personales no precisan de un quehacer de tanta entrega como suponen el concurso de piano de Santander, los «Encuentros y la Academia», la Escuela Reina Sofía y la Fundación Albéniz con sus varias vertientes. Una de ellas, la «Escuela virtual» representa un proyecto de muy largo alcance. Pero no es cuestión de dormirse en los laureles y toda esta organización, que tendrá un día sede privilegiada junto al Teatro Real, ha de superar aún un paso fundamental: el de la sucesión. Y Paloma O’Shea lo sabe y está en ello, porque se trata de un proyecto que ha de perpetuarse por encima de las personas.