Serena Sáenz, soprano: “En España falla la formación para los jóvenes cantantes”
A Serena Sáenz (1994) van camino de otorgarle la nacionalidad alemana, de modo honorífico. En la próxima temporada, la joven soprano barcelonesa cantará cuatro óperas, dos por cada teatro, en los principales templos líricos germanos: la Staatsoper de Berlín y la Bayerische Staatsoper de Munich. En este último, para muchos el mejor escenario europeo, protagonizará una nueva producción de Rigoletto de Verdi, que se estrenará dentro de un año. Mientras llega ese momento, acaba de presentar un cedé inspirado en el mundo de la ornitología (Birds) y Madrid la aguarda, en junio, para clausurar la temporada de la Zarzuela como protagonista de La tabernera del puerto.

Serena Sáenz, una soprano de hoy
_Durante la próxima temporada, sus seguidores tendrán que desplazarse hasta Alemania si es que quieren escucharla cantar varios títulos de ópera. En España, imagino que serán muchos menos. Van pasando las generaciones y seguimos igual que siempre, ¿le resulta más fácil encontrar oportunidades fuera que en casa?
_Nunca he creído eso de que nadie es profeta en su tierra. En mi caso, al menos, no lo veo así. El Liceo ha apostado por mí desde el principio, y tengo muchos proyectos ilusionantes en Barcelona para los próximos años. Pero algo sí que es verdad. En España carecemos de teatros de repertorio, como por ejemplo hay en Alemania o Austria, donde se programan distintas óperas en una misma semana. Quizá por ello las oportunidades de actuar aquí están mucho más limitadas. Si solo se ofrece un título al mes, como ocurre, las posibilidades de que te escuchen en Madrid o Barcerlona serán siempre escasas frente a la gran cantidad de artistas que somos.
_Es cierto, como también que la mayoría de los jóvenes cantantes españoles que están abriéndose paso fuera se han tenido que formar en otros países. El bajo Alejandro Baliñas, en la Ópera de París; la soprano Rosalía Cid, en Milán y Florencia… Usted misma es el resultado del trabajo que pudo desempeñar como estudiante en la Staatsoper de Berlín. ¿Qué es lo que falla aquí?
_En España no tenemos buenos proyectos formativos vinculados a los teatros importantes. No existen los denominados “Opera Studio” como en el que yo me pude formar en Berlín. No se trata, como muchas veces ocurre aquí, de reunirte un mes para una montar una ópera y ya está. Lo esencial es combinar preparación y trabajo en la experiencia real de un teatro, durante el transcurso de toda una o incluso de varias temporadas. En los lugares mencionados, los propios cantantes que actúan allí imparten “master clasess” para los estudiantes, a los que además se les ofrecen papeles secundarios en las óperas que programan para que puedan ir rodándose en escena. Aquí eso no existe.
_¿Y a usted cómo le picó el gusanillo de la ópera, en un país tan poco musical?
_En realidad comencé a formarme como bailarina, pero luego, como a los doce años, ingresé en un coro vinculado al Palau de la Música, en Barcelona, y ahí ya me dijeron que tenía posibilidades de desarrollarme como cantante. Cuando al final tuve que escoger, puede decirse que fui práctica: entre la danza y la ópera opté por la carrera que podía durar más a largo plazo y en la que veía que tenía mayores posibilidades de éxito.
_Se veía más como “prima donna” que como “prima ballerina”…
_Algo así, porque se me daba mejor, aunque tampoco lo del canto lo tuve muy claro, casi pesó más la familia.
_Cuente…
_Al contrario de lo que suele suceder en estos casos, yo quería estudiar una carrera universitaria. Llegué a matricularme en periodismo, porque es lo que había visto en mi familia… Pero curiosamente fueron ellos los que me animaron a seguir una trayectoria artística.
_En España, si uno dice, “soy músico”, inmediatamente suelen preguntar, “ya, pero ¿a qué te dedicas…?”
_Totalmente. Pero conmigo resultó casi al revés. De hecho, me marché durante un tiempo a vivir a Londres. Allí quise probar suerte con los musicales, que me encantan, pero mi familia me reclamó que volviese y siguiera estudiando canto.
_ No suele estar muy bien visto que los intérpretes líricos se dediquen, también, al musical. Aunque ha habido casos notorios, como el del tenor wagneriano Peter Hoffmann, que acabó sus días protagonizando cientos de funciones de El fantasma de la ópera. Usted, ¿qué opina?
_Pues que a mí me encantan los musicales y no descartaría participar en alguno.
_Tampoco le es ajeno el mundo del cine. Cuando Carlos Saura puso en marcha su proyecto para rodar un “biopic” centrado en los primeros años de Montserrat Caballé, el hermano de la soprano, el conocido agente Carlos Caballé, quiso que usted fuese la elegida para interpretarla…
_Ya… no sé que pasó con ese proyecto…
_Pues que Saura se murió por el camino, pero también había otras dos candidatas para el papel, las sopranos Rosalía Cid y Rocío Pérez. No se llegó a decidir cuál. Usted admiraba mucho a Monserrat Caballé, ¿le dio buenos consejos?
_Desde el primer día… recuerdo que cuando la conocí yo me había preparado “Mein Herr marquis”, un aria de El murciélago de J. Strauss. Me escuchó y me dijo: “Vete a casa y mañana me traes una ópera de verdad, no una opereta. Estúdiate Linda di Chamounix y Don Pasquale.
_Muy propio de ella… “Anda y déjate de operetas…”
_Tal cual… Yo apenas conocía a Donizetti, así que aquello me sonaba a chino y se lo dije, que no tenía tiempo y que no me las sabía. Entonces, me hizo uno de los mejores regalos para el resto de la carrera. “Imagínate que hoy te llaman de La Scala y te piden que mañana mismo te presentes allí para cantar Lucia di Lammermoor. ¿Les vas a decir que esperen, que te la tienes que aprender? Para nada… Tú contestas que sí y, si no te la sabes, te la estudias esa misma noche”, me dijo. Luego, eso mismo, me ha pasado varias veces.
_Por ejemplo en 2022, en el Liceo, cuando tuvo que sustituir a Nadine Sierra, precisamente en una función de Lucia di Lammermoor, con pocas horas desde el aviso. Para muchos aficionados aquel “salto”, como se dice en la ópera, supuso una auténtica revelación. Y luego ha apareciendo varias veces más en el teatro barcelonés (en julio estrenará allí Benjamin a Portbou, de Antoni Ros-Marbá). Por cierto, ¿cuándo volverá a cantar en el Real?
_Por ahora no, pero en junio vendré a Madrid para La tabernera del puerto con la que concluye la temporada del Teatro de la Zarzuela.
_Y mientras, además de actuar próximamente en Munich, en el festival de ópera veraniego de la Bayerische Staatsoper (será Marie en La hija del regimiento), acaba de grabar un cedé titulado Birds (Pájaros), inspirado en el canto de las aves. ¿Es aficionada a la ornitología, como Olivier Messiaen, también sigue las enseñanzas de San Francisco de Asís?
_En realidad, mi única relación con los pájaros se limita a cuando los veo a través de las ventanas de mi casa. Pero como hoy ya no se venden discos, me pareció que no tenía sentido grabar la misma colección de arias de siempre. Contra el criterio de mi productor, que quería otra cosa, me puse a investigar y encontré un montón de música vocal relacionada con el tema. Así que primero hice una lista para buscar el equilibrio entre lo más popular (el aria de la muñeca de Los cuentos de Hoffmann, El ruiseñor de Alyabyev, la napolitana Rondine al nido) y lo que solo conocen los muy entendidos, cosas como La perle di Brèsil de David.

Serena Sáenz cantará cuatro títulos en Alemania
_Desde luego, en algunas elecciones recuerda algo a aquellos lejanos discos de Joan Sutherland con su marido, Richard Bonynge, donde proponían repertorios, en muchos casos, aún por descubrir… Lo más impactante quizá sea la portada del disco, “a la Beyoncé”. ¿Es una manera de acercar al público más joven a la ópera?
_Lo que falla a la hora de atraer a los jóvenes es precisamente el márketing. No se trataría tanto de ofrecerles producciones de ópera rompedoras o modernas, porque podrían llegar a conectar muy bien con una Traviata clásica, que es algo que no han visto nunca. Pero para llegar hasta ahí, antes es necesario convencerles de que acudan al teatro. Ofrecerles entradas a precios asequibles también es básico, pero lo fundamental es atraparlos con buenas acciones de márketing a través de las redes.
_Está comenzando a forjarse un repertorio, ¿vislumbra ya hacia dónde podría llevarle su voz en el futuro, tiene algún papel fetiche que le gustaría llegar a abordar?
_La verdad es que no pienso mucho sobre eso, para nada soy una de esas sopranos que “sueñan” con poder cantar Mimì. Trato de concentrar todo mi tiempo y energías en los papeles que estoy interpretando en cada momento, sin pensar mucho más allá.
_Y si ahora vienen y le dicen que aquel antiguo proyecto se reactiva, y que usted ha resultado elegida para interpretar a Monserrat Caballé en el cine, ¿qué diría?
_(se le ilumina el rostro) ¡Me encantaría!
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