ESCUELA SUPERIOR DE MÚSICA REINA SOFÍA (PABLO HERAS-CASADO)

Tensiones bien medidas

Obras de Beethoven. Orquesta Sinfónica Freixenet. Director: Pablo Heras-Casado. Concierto inaugural del Curso de la Escuela Reina Sofía. Teatro Monumental, Madrid, 28 de octubre de 2020.

Pablo Heras-Casado dirige la Orquesta Freixenet de la ESMRS

Con las medidas sanitarias pertinentes la Escuela Reina Sofía ha abierto el presente curso, lo que nos ha permitido comprobar la preparación de los alumnos distribuidos en una formación de tamaño medio, entre 40 y 50 instrumentistas. Entre ellos los aventajados tres solistas que intervenían en el “Triple Concierto”: Karan Omarli. violín, Hayk Sukiasyan, chelo, e Izem Gürer, piano. Todos se han movido y tocado con soltura y general afinación en una versión bien estructurada, diáfana, bien explicada y acentuada, que ha comenzado ya con buen tino, en el dibujo por parte de la rectoría del largo “crescendo” y su remate en un “forte” bien empastado.

Porque una de las virtudes del bisoño conjunto sinfónico ha sido justamente la de tocar juntos, entonados y atentos al convincente y a ratos conminativo gesto sin batuta de Heras, que ha sabido distribuir planos con tino en un discurso bien matizado y balanceado, con “tempi” moderados y explicativos y la aplicación de estratégicos “rallentandi”. Desarrollo poderoso y aire marchoso, ritmo bien marcado y “cantabilità” en su sitio, especialmente en el segundo movimiento, en donde el chelo expuso la melodía de manera cálida y expresiva. Un magnífico instrumentista es Sukiasyan. Posee un bello y ancho sonido y una seguridad palmaria.

El violinista, elegante y decidor, es de estuche pequeño y exhibe un arco puede que demasiado débil, aunque toca con calor. Como la pianista, de sonido cristalino y excelente toque. Se encontraron parece que a gusto. Como los miembros de la Orquesta, que hubieron de atarse bien los machos para afrontar la “Sinfonía nº 5”, que Heras entiende de manera apasionada, casi flamígera, con abundante despliegue de efectos de la mejor ley. Tras una entrada turbulenta y un poco desajustada todo se encarriló felizmente dentro de un orden bien establecido y una tensión muy natural, con vigor y fuerza. Echamos en falta el pasajero y betatífico lirismo del comienzo de la recapitulación en la voz del oboe.

Heras tiene siempre muy presentes a los vientos (estupenda la primer fagot) y a los timbales –se emplearon alternativamente baquetas medianas y pequeñas-, en detrimento ocasional de los arcos. Como en el nacimiento y explosión del gran tema del “Allegro”, precedido de un “fugato” en el que echamos de menos un tono más sigiloso; aunque expuso con fortuna y buena calibración las variaciones del “Andante con moto” y cantó adecuadamente el hermoso segundo motivo. Lo mismo que otorgó lo que creemos el justo valor a las escaramuzas del aguerrido y por momentos aterrador “Scherzo”.

En el movimiento final nos faltó una más clara diferenciación de planos y una amalgama más lograda en los diversos pasajes en los que se produce la concurrencia de líneas temáticas en el curso de un típico proceso de reelaboración del material. El desarrollo tuvo, no obstante, muy buenos momentos. Como la gigantesca coda, en donde el director, que nunca perdió las riendas, aceleró la marcha y remató a toda presión, llevando a la orquesta en un puño. Se hicieron las repeticiones prescritas. Arturo Reverter