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Por Publicado el: 03/10/2008Categorías: Crítica

«Tiefland» en el Liceo

Inicio de temporada en el Liceo
Cataluña en alemán
“Tiefland” de D’Albert. P.M. Schnitzer, P. Seiffert, A. Titus, A. Reiter, E. Liebau, etc. Orquesta y Coro del Gran Teatro del Liceo. M. Hartmann, dirección escénica. M. Boder, dirección musical. Teatro del Liceo. Barcelona, 2 de octubre.
El drama rural de Àngel Guimerá “Terra baixa” (1894) conquistó con gran rapidez Europa, hasta el punto de que sobre él escribiesen sendas óperas Eugen D’Albert (1864-1932) y Ferdinand Le Borne (1862-1909) e incluso Leni Riefensthal lo llevase al cine (1954). La obra de D’Albert gozó de bastante popularidad, llegando a ser estrenada en Madrid, Barcelona o Nueva York y siendo una de las primeras óperas que cantó Callas en su Grecia natal. “Tiefland” ha vuelto al Liceo para inaugurar temporada, casi a escondidas, tras treinta y cinco años de silencio.
Estamos ante lo que podríamos calificar como “verismo alemán”, una partitura de 150 minutos con una música sorprendente en muchos aspectos. Con claras influencias wagnerianas en el tratamiento orquestal y en la importancia dramática que a éste se le da, toma prestado el melodismo italiano aunque no pueda evitar que cuando la protagonista cuente el pasado de sus padres surja la desfavorable comparación con “La mamma morta” de Andrea Chenier, estrenada siete años antes, o que lo mismo suceda cuando el protagonista se refiere al lobo si se recuerda al Sigmund de “Walkiria” (1870). Curiosamente anticipa algunas cosas futuras, así en las tres chismosas se presienten los Ping, Pang y Pong de “Turandot” (1926). Otras escenas, fundamentalmente el baile coaccionado de Marta, avanza el género musical o, si se prefiere, la “Opera de los tres peniques” de Weil (1928) y, aún más peculiar, a veces la melodía nos lleva al Miklos Rozsa de “Benhur” o “El Cid”.
Peter Seiffert cantó con total autoridad el papel, agudo y de “heldentenor”, de Pedro, muy bien acompañado por Petra María Schnitzer en el de Marta, mientras que Alan Titus defendió aún con fuerzas el de Sebastian. Adecuados Eva Liebau, Alfred Reiter y Valery Murga, así como los secundarios. Michael Boder tuvo una lúcida intervención como nuevo director musical. La escena de Matthias Hartmann, proveniente de Zurich, profundiza en aspectos filosóficos en perjuicio del opresivo ambiente rural original. Gonzalo Alonso

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