Tres damas para un lunes
Obras de Davidoff, Bach, Beethoven, Britten y Shostakovich y . N. Gutman, V.Gladkov y Conjunto de Violonchelos de la Cátedra Ferrovial de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Obras de .
Obras de Purcell, Mendelssohn, Brahms, Gounod, Chausson y Rossini. K.Royal, C.Rice y R.Vignoles. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 26 de enero.
La actividad musical se acumula en Madrid a pesar de la crisis y es tanta que las cada día más preciadas páginas de los periódicos se las ven y desean para dejar constancia de ella por mucho que el crítico se multiplique hasta casi lograr desdoblarse. Así sucedió el lunes, con un funeral al admirado y recordado Ramón Barce y con dos conciertos que merecerían cada uno de ellos su propio espacio.
El Auditorio Sony se ha convertido en una nueva sala camerística desde su reciente apertura y sin duda aún adquirirá más importancia con el paso de los meses, pues espacio, acústica y emplazamiento son ideales. La Escuela Reina Sofía promovió un homenaje a Mitislav Rostropovich quien, además de ser el gran artista que fue, tuvo mucho que ver en que el proyecto de la Escuela se convirtiese en realidad. Comenzó con el “Himno para conjunto de violonchelos, contrabajos y percusión” de Karl Davidoff, en el que resultó emotivo ver y escuchar sobre el escenario a toda una veintena de jóvenes chelos de la cátedra que dirige Natalia Shakhovskaya comandados por Natalia Gutman. También pudo disfrutarse del sonido lleno, precioso, y el arte de la gran solista en piezas tan queridas de Rostropovich como sonatas de Bach, Beethoven, Shostakovich o la “Suite n. 1” de Britten, a él dedicada. La Reina, presente en el acto, bautizó un aula del centro con el nombre del desaparecido maestro.
Poco después tuvo lugar, en el Teatro de la Zarzuela, un nuevo recital de lied, esta vez a cargo de tres artistas: la soprano Kate Royal, la mezzo Christine rice y el pianista Roger Vignoles. Mientras este último es ya un habitual, las dos cantantes realizaban su debut en el ciclo. Voces consistentes, a pesar de pertenecer a la escuela inglesa, que se adecuaban perfectamente al repertorio escogido a base de canciones alemanas, francesas e italianas, tan intrascendentes como amenas, entre las que destacaron las de Gounod, Chausson y Rossini. Ninguna de ella posiblemente podrían haber ofrecido individualmente un recital en este ciclo, pero funcionaron a dúo aunque no se les ocurriera terminar con un bis como el “Dúo de los gatos” de Rossini, que hubiera sido lo más adecuado. Gonzalo Alonso