Febrero Lírico en El Escorial
Triunfo del diablo
Obras de Boccherini. María José Moreno, soprano. Camerata Anxanum. Máximo Spandano, director. Teatro Carlos III. San Lorenzo de El Escorial. 4 de febrero
Años ha se celebraba en San Lorenzo de el Escorial un festival barroco que, por sus buenos planteamientos, se convirtió en cita obligada y no sólo por la calidad de sus conciertos, sino también por los cursos de interpretación con profesores de primera línea. Sin que recordemos los motivos, un buen día desaparecieron conciertos y cursos. Mucho se ha hablado de la conveniencia de resucitarlos, pero no ha existido ninguna iniciativa seria. El pasado año se promovió el Febrero Lírico, que logra continuidad este año con siete conciertos en el coqueto Teatro Carlos III dedicados a músicas barrocas y muy especialmente a la producción firmada en España. Posiblemente no se trate tanto de rememorar el pasado como de aperitivo a lo que habría de ser –lamentablemente he de recalcar el tempo verbal y tiempo habrá para escribir largo y tendido sobre el tema- la temporada musical en El Escorial a partir de la prevista inauguración de sus Teatros a principios de verano.
El ciclo, que culminará el día 18 con el contratenor Philippe Jaroussky y el Ensemble Artaserse, se abrió con un programa íntegramente dedicado a Boccherini a cargo de Maria José Moreno y la Camerata Anxanum que dirige Máximo Spadano, hoy concertino de la Sinfónica de Galicia. Boccherini logró un estilo personal, algo idílico pero no exento de gravedad. Prueba de ello es la obra que resultó la gran triunfadora de la tarde, la “Sinfonía en re menor”, conocida como “La casa del diablo”, con ecos de Gluck y el “Don Juan”. Fue expuesta con entusiasmo y fidelidad estilística por la Camerata. El nivel se mantuvo en la última de las cinco Arias Académicas presentadas, “Ah, non son io che parlo”, prácticamente del mismo instinto dramático y bastante diferente al resto de las abordadas.
La soprano María José Moreno, esposa por cierto de Spandano, canta bien este repertorio que suena además precioso en un teatro del recogimiento y sabor del Carlos III. Sería deseable en cualquier caso que prestase un poco menos de atención a las partituras del atril y se dirigiese más al público, buscando una mayor complicidad. Estamos ante una cuestión básica de comunicación que transforma una interpretación de exitosa en triunfal. Muy buen inicio para este bien programado ciclo barroco. Gonzalo Alonso