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Y un final...
Libertad sin ira
Por Publicado el: 12/10/2006Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Un principio…

Un principio…
Acaba de iniciarse una nueva temporada en el Teatro Real de la que no se sabe muy bien quien es el responsable último. El caso es que la componen nueve programas representados: «Ariadna en Naxos», «El amor de las tres naranjas», «Los cuentos de Hoffmann», «Wozzeck», «Cavallería rusticana» con «Pagliacci», «La pietra del paragone», «El viaje a Simorgh», «El Trovador» y «Madama Butterfly». Sólo cuatro de los nueve programas corresponden al generalmente considerado como gran repertorio y, de ellos, dos («Trovador» y «Butterfly») son reposiciones del fondo de armario. Hay dos escenografías alquiladas -los Strauss y Rossini- y el resto se trata de producciones propias o coproducciones. Además se añden cuatro veladas con otros tres títulos -el «Wozzeck» de Gurlitt, «Semion Kotko» y «Ariodante»- en versión de concierto y, eso sí, bastantes más actividades paralelas que en el pasado, algunas muy dignas de elogio.
Estamos ante una programación extraña que muy posiblemente va a generar muchos comentarios -y creo que no especialmente positivos- en el gran público. Las temporadas de un gran teatro de capital han de diseñarse con especial atención a él, máxime si se ofrecen pocos títulos y si estamos ante el único teatro de la ciudad. ¡Qué envidia ese Metropolitan donde en cinco días sucesivos de esta semana se ofrecen «Butterfly», «Flauta mágica», «Gioconda», «Fausto» e «Idomeneo»! El criterio no puede obedecer a gustos personales o a especialidades del programador, sin que ello tampoco quiera decir que sólo ha de atenderse al gran público. El equilibrio es fundamental y no parece que exista en la nueva temporada del Real.
Pero hay otros aspectos que llaman la atención: ¿hay algún gran teatro que abra curso con un título camerístico, como «Ariadna en Naxos», alquilando una discreta producción a un tercero?¿Alguno mete de clavo en sus abonos una ópera mitad concierto, mitad proyección a cuarenta euros? Cuando se quiere dibujar un caballo entre varios, lo más probable es pintar un camello bactriano. ¿No habrá pasado esto este año en el Real?

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