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Por Publicado el: 24/11/2007Categorías: Crítica

Un Scarlatti único

Los Siglos de Oro
Un Scarlatti único
“Tolomeo e Alessandro” de Scarlatti. A.Hallenberg, R.Milanesi, R.Invernizzi, K.Ek, T.Baka, M.Nesi. Il Complesso Barocco. A. Curtis, director. Jardines Isabel Clara Eugenia. Madrid, 23 de noviembre.
Si bien Scarlatti llegó a componer hasta trece óperas, hoy solamente nos quedan dos de ellas completas: “Tolomeo e Alessandro” y “La Dirindina”, bastantes arias sueltas y unos cuantos libretos. De ahí que haya tenido especial interés el concierto promovido por la Fundación Caja Madrid dentro de su ciclo “Los Siglos de oro” de la primera de las óperas citadas. Como no debía ser de otra forma incluso se procedió a grabarla en directo para la próxima edición de un compacto. Los directores de hoy especialistas en el “historicismo” se empeñan en ofrecernos íntegras estas obras, rebuscando aquí y allá para que no quede ni un aria ni un recitativo sin exponer. Ello no se justifica en ocasiones, pero no se puede entrar aquí en una explicación que requeriría una página entera, baste apuntar que la música –como todas las artes- supone un reflejo de los tiempos en los que fue compuesta y los tiempos de barroco y los actuales son muy diferentes. Entonces la visa transcurría más lentamente y las óperas duraban horas porque el público podía entrar y salir de las salas. Hoy vivimos la cultura del videoclip, el tiempo discurre muy rápido y el público debería permanecer en sus asientos sin moverse. De ahí que resulte muchas veces absurdo obligar a que los espectadores de hoy a escuchar inmóviles una sucesión de números musicales que no fueron escritos para eso. Pero Alan Curtis sí tenía excusa para interpretar íntegro este Scarlatti, puesto que va a quedar grabado como referencia. Menos excusa tenía el público que se levantó en medio de algunas piezas a pesar de habérsele rogado que, para no interferir en la grabación, sólo lo hicieran en las pausas.
La partitura refleja el Scarlatti conocido en otros géneros musicales, reúne belleza y admira por el manejo de la pequeña orquesta, compuesta por un reducido grupo de cuerdas y dos o tres maderas. Aún así la música nunca tiene un papel secundario respecto a la voz, sino que llega a puntuar sentimientos o imágenes. Tocó bien Il Complesso Barocco, aunque con algún momento puntual de afinación no resuelta y Curtis dirigió con firmeza y vivacidad. El plantel vocal resultó homogéneo y acertado en los seis solistas femeninos –dos mezzos y cuatro sopranos- que en su día debieron ser castrati. Pero la obra, interpretada íntegra y con esta vocalidad, presentó un problema: la falta de contraste entre los diferentes personajes a lo largo de las tres horas de duración. Gonzalo Alonso

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