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Por Publicado el: 09/05/2014Categorías: Crítica

Yuja Wang, continente y contenido

CONTINENTE Y CONTENIDO

           Yuja Wang

                  Obras de Prokofiev, Chopin, Kapustin y Stravinski. Yuja Wang, piano. Fundación                                                        Scherzo. Auditorio Nacional, Madrid. 7-5-2014.

            Deslumbramiento es la palabra que nos viene a la mente cuando hemos de referirnos al pianismo de esta joven artista china, nacida en Beijing en 1987. Los “acordes diabólicos” de las “Tres danzas de Petruchka”, de los que hablaba Stravinski en sus “Crónicas”, la dimensión percutiva nos fueron dados a manos llenas por la pianista, que modeló su interpretación sin pestañear, con un preciosismo de altos vuelos, una seguridad en al ataque y una claridad polifónica sensacionales.

            Previamente nos había hecho bailar con el “swing”de las “Variaciones” de Nicolai Kapustin, trazadas sobre un tema jazzístico estupendamente trabajado, y con la concentración y los bien planificados fuegos de artificio de la “Sonata nº 3” de Prokofiev. Chopin fue harina de otro costal. La pulsación, la nitidez, el vigor y el control de dinámicas de las tres obras de Chopin estuvieron presentes, como se exige. No tanto la densidad expresiva, la adecuada calibración de intensidades.

            Wang, como otros pianistas jóvenes y dotados, entiende que la recreación de la música del polaco ha de partir de una exageración en los reguladores, de ir de los más piano a  lo más “forte” a efectos expresivos. No es ahí donde reside a nuestro entender el secreto de estos pentagramas, sino en la combinación exacta del fraseo muelle, del “rubato” justo y del tempo idóneo. El edulcoramiento“per se” no suele dar buenos resultados; ni tampoco la delicuescencia, que nonos lleva más allá de una bien intencionada aproximación, por momentos peligrosamente decorativa. ¿Falta de substancia? Puede. En todo caso, las manos ligeras, el sonido atrayente, ya que no voluminoso, nos hicieron estar atentos en la “Sonata nº 3”, el “Nocturno op. 48 nº 1” –inteligente y dramáticamente acentuado-, y la “Balada nº 3”, que fue la página chopiniana más convincente. Sendas efectistas y difíciles variaciones sobre “Te para dos” y un intermedio de “Carmen”, esta última quizá de Horowitz, pusieron fin a un recital muy aplaudido.  Arturo Reverter

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