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VOCES VIGOROSAS
Por Publicado el: 28/07/2009Categorías: Crítica

ALIENTO TRÁGICO

ALIENTO TRÁGICO

Bizet: “Carmen”. Adriana Mastrángelo, Jorge de León, Emilie Pictet, Marco Moncloa. Coro y Coro infantil de la Comunidad de Madrid. Joven Orquesta de la Comunidad. Director: Alejandro Posada. Director de escena: Calixto Bieito. Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid. 26-7-2009.

Bieito nos introduce en esta producción proveniente de Peralada en un acuartelamiento de la legión. En escena una cabina telefónica, una gigantesca reproducción del toro de Osborne, varios automóviles mercedes usados (los que acarrean la mercancía de los contrabandistas)… Una imagen nada complaciente de una historia mucho más compleja de lo que aparenta su brillante superficie y que otras veces se envuelve en facilón exotismo. El regista carga las tintas en lo sexual, que después de todo está en esta ópera presente casi siempre junto a la idea de la muerte.
Las pasiones son secas y restallantes, envueltas en un aroma acre. Dentro de esta estética es natural que una secuencia otras veces tan esplendente y cargada de una sensual dimensión coreográfica, como es la que abre la secuencia de la taberna de Lillas Pastia, se convierta en una juerga de la soldadesca, en la que la bandera española –no la constitucional, por cierto- es empleada como capote; lo que motivó la airada reacción de un espectador.
La labor realizada por Posada fue pulcra y musical, lo que dio pie a la obtención de una satisfactoria prestación de la Joven Orquesta de la Comunidad. A nuestro juicio, no obstante, faltó un sentido más elocuente de las progresiones rítmicas, una precisión más acerada en los ataques, lo que se puso de manifiesto en el final del primer acto. Y, sobre todo, echamos de menos ese toque trágico que late en la apuesta de Bieito, que tiene su mejor momento en el último acto, cuando don José y Carmen se quedan absolutamente solos en una escena vacía dentro del simbólico círculo del albero. Un aplauso para el coro, bien movido musical y escénicamente. Su prestación al comienzo del cuarto acto fue muy buena. Bieito concentra toda la alegría y sabor de los momentos previos a la corrida en una soberbia organización del movimiento,
La esbelta Mastrangelo, buena actriz, cantó, no siempre afinada, con una voz algo ahuecada pero atractiva de mezzo lírica. De León tiene contundentes agudos, pero no resuelve los cambiantes matices de su parte. El buen barítono que es Moncloa dista de tener los medios de Escamillo. Pictet como Micaela nos pareció más bien corta de timbre y de extensión. Los restantes –Marín (Yolanda y Jerónimo), Thomé, García López, Jiménez, Sánchez- compusieron un equipo muy desigual en el que, al menos, cumplieron. La idea de que un silencioso y beodo Lillas Pastia –Tomás Sáez- sea una suerte de hilo conductor nos parece irrelevante y, a veces, un poco molesta. Arturo Reverter

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