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Una factoría ajena a Mozart
La traca Flórez: circo, ni lied ni ópera
Por Publicado el: 02/07/2005Categorías: Crítica

Argerich, en humildad

Ciclo Scherzo
Argerich, en humildad
Obras de Schumann, Falla, Liszt, Mozart y Franck. M.Argerich, G. Hosszu-Legocky, L. Chen-Argerich, M. Denemark, K.Merle, M. Vallina. Auditorio Nacional. Madrid, 1 de julio.
Concierto pospuesto a tarde de viernes, calurosa e inicio de vacaciones. Aún así se registró una buena entrada, pues los abonados al ciclo “Grandes Intérpretes” de Scherzo son fieles. El nombre y la atracción de Martha Argerich dan mucho de sí, tanto como para que la solista se presente en el ciclo acompañada de personal de lo más variopinto en programa aún más variopinto y, a todas luces, excesivamente largo. Más de dos horas y media se antoja demasiado para hoy día.
Acudió la pianista argentina en plan humilde, no interviniendo jamás como única solista sino siempre tratando de hacer música con otros. En este grupo había jóvenes, como su propia hija con el director chino Chen, medianamente jóvenes como el pianista Mauricio Vallina y no tan jóvenes como la también pianista Karin Merle. Por tanto no era un concierto con alumnos, como puedan ser los “Encuentros” de Santander. Parece como si a Argerich le abrumaran las expectativas de la fama e intente diluir responsabilidades tocando con terceros. Se entiende lo de tratar de hacer música juntos, pero ello requiere una cierta homogeneidad. No la hubo. Ninguno de sus acompañantes se aproxima a su nivel e incluso se escucharon interpretaciones rondando lo execrable, como una versión china, pasada por Austria, de las “Siete canciones populares españolas” de Falla, adaptadas para viola y piano.
Fue una pena que apenas se escuchase el clarinete o que Karin Merle se hiciese cargo de la parte más vistosa de la preciosa “Sonata en do mayor a cuatro manos” de Mozart. Pasó lo que tenía que pasar, que en la segunda parte, entre pieza y pieza –más de siete y varias de ellas a su vez divididas- se produjo una desbandada continua. A algunos artistas, por muy bien que toquen, hay que enseñarles a programas. Argerich fue, en esta ocasión, una de ellas. Esperamos su vuelta sin experimentos con gaseosa. Gonzalo ALONSO

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