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Del barroco a Bizet
Premio especial Ministerio de Cultura y Educación del Estado de Baviera para Miguel Ángel Gómez Martínez
Por Publicado el: 30/03/2008Categorías: En la prensa

Carta de José de Eusebio

Carta de José de Eusebio
ABC. MADRID
Muy Sr. Mío,
En relación con lo publicado por el diario ABC en la página 71 de su edición del 29 de marzo de 2008, que guarda relación con lo publicado por el mismo diario en la página 67 de su edición del día 18 de marzo de 2008 y con lo manifestado por D. Antonio Moral, Director Artístico del Teatro Real, el 12 de marzo de 2008 en la presentación de la programación del Teatro Real para la próxima temporada, me veo en la necesidad de exponer cuanto sigue:
Soy libre de expresar la opinión que tengo, como músico y como ciudadano, que me merece el hecho de que, en el centenario de Albéniz, una institución de la categoría del Teatro Real no incluya ópera del autor más internacional que tiene España en su programación.
No soy el único que así piensa: la ausencia mencionada ha provocado extrañeza en muchas otras personas y ha sido motivo de petición de explicación al Sr. Moral por parte de los medios al responder a las preguntas que éstos le han hecho al respecto.
Y es que soy de la opinión de que, sin restar importancia a otras obras del Maestro Albéniz, la recuperación de sus óperas es, a fecha de hoy, lo más reseñable ocurrido para redimensionar la figura de quien indudablemente ya gozaba de reconocimiento unánime como autor de la Iberia. Prueba de cuanto digo es el hecho de que en cuantos proyectos se han emprendido en la recuperación de su ópera se han implicado músicos de la talla de Plácido Domingo y sellos discográficos como Decca y Deutsche Grammophon e instituciones como (hasta ahora) el Teatro Real, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Cultura, entre otras.
A día de hoy hay partituras completas que permite la representación, interpretación y producción de las siguientes obras líricas de Albéniz: Merlin, Pepita Jiménez, San Antonio de la Florida; sin embargo, ninguna de ellas figura en la programación del Teatro Real para la próxima temporada. Henry Clifford estará a punto para su ejecución en 2009 en el Festival Internacional de Música de Canarias. Obviamente, lo habría estado igualmente para su ejecución en el Teatro Real en esas mismas fechas si sus responsables artísticos así lo hubieran querido.
La explicación que da D. Antonio Moral a la absoluta ausencia de ópera de Albéniz en la mencionada programación consiste en que no hay «material público disponible» de Henry Clifford.
Dicha respuesta no justifica la ausencia en la programación de las óperas mencionadas dos párrafos más arriba, ni de la del propio Henry Clifford si atendemos a su programación en el FIMC, y da a entender que:
sólo hay una única ópera de Albéniz que merecería ser incluida en la programación del Real en el centenario del gran músico español
esa única ópera no puede representarse
Esa respuesta merece los siguientes comentarios y matizaciones:
1º) entiendo que el uso del término «público» es inadecuado, por ser técnicamente incorrecto y porque permite interpretar que el material objeto de mi investigación es privado, cuando ni es así ni por supuesto yo he tenido nunca el atrevimiento de decirlo o sugerirlo. Quiero achacar a su total desconocimiento del medio la profusa utilización del palabro «material público», porque de no ser así, tendría que pensar en una sibilina manipulación del lenguaje técnico con un fin que no puede ser otro que el de echar balones fuera y crear una cortina de humo para que el hecho principal de que el Teatro Real no programe ninguna ópera en el centenario de Albéniz se achaque a la actitud de «privacidad» de mi investigación. Por ello, ruego al Sr. A. Moral deje de lanzar a los medios términos inexistentes en música para despistar a la sociedad musical y, con ello, asuma su propia decisión, legítima, de no programar obra lírica de Albéniz en su centenario.
2º) Cuando D. Antonio Moral ha dicho el 12 de marzo de 2008 lo que ha dicho (que en realidad significa algo tan sencillo como que no hay partitura completa que permita la representación de la ópera -pues el material utilizado para la grabación del disco no es suficiente al estar fraccionado y lleno de erratas-), no mencionó que:
No es nuevo para D. Antonio Moral el hecho de que aún estoy trabajando en la edición definitiva de la partitura: es un hecho del que es conocedor desde, al menos, julio de 2006
En septiembre de 2006, a petición propia, me reuní con él para expresarle mi sorpresa ante su decisión de programar Henry Clifford sin mi conocimiento. Yo tuve constancia de esa programación cuando mis copistas, en el verano de 2006, me llamaron porque «alguien», que nunca supe quién fue, había intentado obtener la partitura de la ópera a través de ellos. Además de una conversación con un conocido tenor al que, al parecer, desde el T. Real se le había sugerido la posibilidad de cantar ese rol en directo. Nadie, nunca, del Teatro Real, se puso en contacto conmigo al respecto antes de la reunión de septiembre de 2006, realizada a petición propia.
La conversación con el Sr. Moral implicaba una inmediata terminación de la revisión de la partitura. Esta súbita tarea (que no tenía nada que ver con la obligación que me liga a la editorial ICCMU) no venía acompañada de retribución económica alguna por parte del T. Real, y me habría forzado a un brevísimo plazo de entrega (como mucho antes del verano de 2007) que quien sí me ha retribuido por la edición, el ICCMU, no me había exigido; mi aceptación habría supuesto el abandono e incumplimiento de mis compromisos profesionales (lo que yo no estaba dispuesto a hacer ni tenía ningún sentido, pues quedaban casi tres años hasta la fecha del centenario y mis obligaciones con la editorial ICCMU no comprendían fecha de entrega previa, aunque, como es lógico, todo editor pretenda sacar una obra en proceso de recuperación cuanto antes).
Mi respuesta, ante las condiciones de la propuesta, fue negativa, pues las prisas, que nunca he comprendido y que sólo achaco al desconocimiento del medio musical o, en el peor caso, a una voluntad nula de programar la obra y así agarrarse a cualquier excusa, eran inasumibles para mí, salvo una remuneración expresa del Teatro Real que paliara las cancelaciones de mis conciertos y la plena y única dedicación a este proyecto. Por ello, si hubiera aceptado sus plazos, este trabajo sí hubiera constituido un encargo del Teatro Real o del Sr. Mora. Vuelvo a explicarlo: la editorial no tiene fecha de terminación del encargo, el Teatro Real, incomprensiblemente dadas las prontas fechas de las que hablamos, sí. Yo no puedo dejar de dirigir, ni de recuperar otras obras que voy a grabar para Universal porque el Sr. Antonio Moral así lo estime oportuno. Si debía entregarle a él la obra ya corregida mucho antes del plazo pactado con mi editorial (que era, simplemente, a la terminación de mi revisión) era porque así lo quería Antonio Moral. Y eso significa trabajar para él. Y yo no trabajo gratis.
No recibí propuesta distinta de D. Antonio Moral
Puesto que sí se ha programado Henry Clifford en el Festival Int. de Música de Canarias en enero de 2009 parece a todas luces que habría sido posible su ejecución en la misma fecha en el Teatro Real. Supongo que, otra vez, el desconocimiento del medio, o alguna otra voluntad que no comprendo aún, es lo que obligaba al Sr. Moral a exigir la entrega de los «materiales públicos», como así los llama él, tres años antes del estreno de la producción. A no ser que la orquesta fuera a tocar de memoria. Por ello, es fácilmente deducible que el Sr. Moral, no ha querido programar esta obra por los motivos que sean, y no por nada que tenga que ver conmigo o con mi trabajo.
Ante todo esto, se me ocurre una pregunta: ¿por qué el Sr. Moral, viendo los supuestos impedimentos que a su programación del Clifford le habían puesto no contrató un par de copistas y recuperó él mismo la partitura? Para entonces yo ya había publicado el paradero de los manuscritos y su localización era tan fácil como hacer una llamada de teléfono a un par de museos.
Por todo lo expuesto, no entiendo el tono de la carta personal que ayer, viernes 28 de marzo de 2008, me dirige vía e-mail el Sr. Antonio del Moral, muy distinto del empleado en lo que aparece hoy en el ABC, y que paso a comentar. En ella el Sr. Moral emplea frases como que «considero inaceptables sus descalificaciones a mi persona y me reservo las acciones legales que estime oportunas ante las acusaciones públicas vertidas por Ud», algo que considero inaudito para un cargo público que maneja el mayor presupuesto de la música de España. En ningún momento he vertido «descalificación» alguna contra el Sr. Moral. Si acaso, parece confundir el legítimo derecho a la defensa de mis intereses profesionales en un ámbito público, algo a lo que tiene derecho todo ciudadano en un estado de derecho, si uno es capaz de enfrentarse a la amenaza inaudita de acciones legales contra un artista español que replica en público unas declaraciones de un cargo público y al posible veto que esto conlleva.
Pero entiendo aún menos la afirmación de que «no ha obrado con el rigor exigible en todo este asunto», y que «sólo ha sido víctima de un exceso de celo para obtener una notoriedad pública a costa del TEATRO REAL (sic), cuya institución no puede aceptar en ningún caso este tipo de acciones». Ignoro si el Sr. A. Moral conoce mi trayectoria profesional, tampoco me importa. Pero esta acusación, para alguien galardonado con multitud de premios internacionales como los
Grammy (cuya segunda nominación en la pasada edición de los mismos constituye la única ocasión en la que un director español accede, en la categoría de mejor ópera, a una doble nominación junto a Zubin Mehta y Charles Mackerras), significa una afrenta que sólo ante una instancia superior puede ser solventada.
Por eso solicito del Ministerio de Cultura el amparo a que cualquier artista español tiene derecho ante semejante agresión. Yo me gano mi prestigio sudando en cada escenario donde piso, en cada estudio donde grabo. Me gano mi «notoriedad» al estrenar cientos de obras de autores vivos españoles, al servir a mi cultura a través de la recuperación de su Patrimonio, grabarlo y exponerlo al público. Ya que el Sr. Moral habla de «notoriedad pública», si éste término existe, mi prestigio como director e investigador es bastante más antiguo que la polémica actuación que el Sr. Moral ha generado ante el centenario de Albéniz. Y está corroborada internacionalmente. Algo que, estoy seguro, también ocurre en su caso.
Su misiva, además de innumerables incorrecciones que estudiamos y analizamos para contestar de la manera oportuna y en el foro adecuado, termina con una segunda amenaza: «por todo lo anterior, en el buen nombre del TEATRO REAL (sic) y del mío propio, nos reservamos las acciones legales pertinentes a las que pudieran dar lugar sus declaraciones públicas, y espero que con ésta carta finalice esta absurda polémica que usted ha propiciado», situando esta polémica en el escenario más surrealista de los posibles. El Sr. A. Moral no es el Teatro Real. Y el Teatro Real no es el Sr. A. Moral. El Sr. A. Moral es un cargo público desde el que no se puede descalificar a un artista español. Y que ésta polémica la propicia quien, simplemente, ha faltado a la realidad de los hechos. Yo sólo ejerzo, a pesar de las amenazas y posibles vetos, faltaría más, mi derecho a réplica, privada y pública, y ratifico mi solicitud de rectificación de sus declaraciones, las declaraciones del Sr. Antonio Moral, no las del Teatro Real, que no tiene nada que ver en esta polémica como institución, así como mi solicitud de amparo ante el Ministerio de Cultura y ante la sociedad musical que espero reaccione pronto ante ésta singular amenaza.
El Teatro Real es una de las Instituciones más prestigiosas de este país. He trabajado muchos meses en sus entrañas y conozco a sus profesionales, de altísimo nivel internacional. Nada de esto tiene que ver con mi petición. No sé si pretende el Sr. Moral hacer extensible mis argumentos a los del nombre genérico de «TEATRO REAL» (sic), pero cualquiera podrá apreciar que únicamente me dirijo a su persona, y a las declaraciones que él ha realizado privada y públicamente a este respecto.
Si hay algo especial que celebrar en el Teatro Real en el centenario de la muerte de Albéniz, seguro que pasa por mi trabajo de recuperación de las obras líricas del mismo, y por su enorme calidad. No quiero premios por ello, ya he tenido la suerte de recogerlos fuera de España, pero tampoco que me castiguen públicamente.
Afectuosamente,
José De Eusebio

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