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Comunicado de la BOS ante la convocatoria de prensa de sus músicos: "Una huelga ilegal y absurda"
Por Publicado el: 07/05/2025Categorías: Cartas

Carta de despedida de un ciudadano anónimo al director de la BOS: Despedida a un gestor de silencios

Carta de despedida de un ciudadano anónimo al director BOS: Despedida a un gestor de silencios

Carta de despedida de un ciudadano anónimo al director BOS: Despedida a un gestor de silencios

Bilbao Sinfonikoa Orkestra

Esta semana se jubila el Director General de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa–BOS. No siempre una jubilación genera tal unanimidad de sentimientos entre quienes han convivido profesionalmente con alguien. Pero en este caso, no se trata de afecto ni de admiración, sino más bien de alivio. La salida del señor Aranbarri no marca solo el final de una etapa administrativa; es también la oportunidad de cerrar una forma de gestión que durante años ha ignorado, con rigor contable, todo lo que tiene de humano y artístico una orquesta sinfónica.

A lo largo de los últimos 20 años, este directivo ha pilotado la BOS sin mostrar la menor curiosidad por lo que ocurría dentro de su sala de ensayos o en el foso del teatro. Él mismo ha declarado no tener conocimientos musicales ni sobre la actividad cultural que dirigía. Y no mintió. No lo disimuló nunca. Como si eso fuera mérito suficiente para llevar las riendas de una institución con más de 100 años de historia.

En su haber, cabe decirlo, está haber mantenido los presupuestos bajo control. Pero no sabemos a qué precio. Mientras la plantilla mermaba —de 96 a unos 80 músicos reales— y se acumulaban periodos de recuperación eliminados, bajas no cubiertas y estudiantes en prácticas ocupando plazas sin tutor ni derechos, el señor Aranbarri percibía un sueldo equiparable al del propio alcalde de Bilbao y muy superior al de sus homólogos en otras orquestas públicas. Todo ello sin presentarse a una oposición y con un currículum en el que la gestión de un matadero figura como experiencia destacada.

Entre sus últimas decisiones desacertadas destacan la pérdida de 75.000 euros por la cancelación de una ópera que la ABAO ya había anunciado o, aún más dolorosa, la judicialización de una huelga legítima para la zarzuela Mari-Eli, que llevó a sus trabajadores al juzgado con la esperanza de que fueran declarados culpables de atreverse a protestar. Pero más allá de las cifras y los hechos concretos, lo que duele —y sorprende— es la ausencia de humanidad.

La incapacidad de comprender que una orquesta no es un departamento más de personal ni un expediente con sumas y restas. Es un cuerpo vivo, sensible, complejo. Lo que ha faltado aquí no es eficacia, sino mirada. Y cultura. La BOS es una de las instituciones culturales más importantes de Bizkaia. Merece ser tratada como tal. Con criterio artístico, compromiso público y respeto por quienes la sostienen. Ojalá su nuevo rumbo esté a la altura de esa responsabilidad.

Firmado: un ciudadano que cree que la cultura no se gestiona con una calculadora, pero que agradece que al menos alguien haya tenido la cortesía de jubilarse.

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