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Por Publicado el: 30/04/2025Categorías: En vivo

Crítica: Gran música con indebida escenografía. ‘África, el abrazo de los pueblos’, de Goyeneche, en Kursaal de San Sebastián

Gran música con indebida escenografía

África, el abrazo de los pueblos, cantata profana de Donato Goyeneche. Marifé Nogales (mezzosoprano), Jagoba Fadrique (barítono). Borja Rubiños (pianista), Iker Tellería y Bibiche Sambou (percusionistas), Roberto Pacheco (saxofonista), Orfeón Donostiarra, José Antonio Sainz Alfaro (director). 26 de abril de 2025. Auditorio Kursaal.

Gran música con indebida escenografíaÁfrica, el abrazo de los pueblos, cantata profana de Donato Goyeneche. Marifé Nogales (mezzosoprano), Jagoba Fadrique (barítono). Borja Rubiños (pianista), Iker Tellería y Bibiche Sambou (percusionistas), Roberto Pacheco (saxofonista), Orfeón Donostiarra, José Antonio Sainz Alfaro (director). 26 de abril de 2025. Auditorio Kursaal.

África, el abrazo de los pueblos en el Kursaal de San Sebastián

 

Apenas se cubrió la mitad del aforo del emblemático inmueble donostiarra a pesar de programarse una muy importante composición musical del navarro Donato Goyeneche, como es la apasionante obra África, el abrazo de los pueblos, que surgió a través de los contactos que el compositor mantuvo con la misionera seglar en Senegal y musicóloga que en vida fue Luchy Mancisidor, creando un trabajo para la formulación en orquesta, coro, voces solistas y danza.

En el presente caso no hubo orquesta y sí una reducción a piano llevada a cabo por músico Mario Telenti, otrora miembro de la Euskadiko Orkestra / Orquesta de Euskadi; tampoco estuvo en el escenario la danza, ya que como tal no pueden ser calificados los movimientos del Orfeón Donostiarra, poco experto en estas expresiones corporales. Hubiera sido deseable que se realizase la versión completa de la obra, como se hizo el 2007 en el Auditorio Alfredo Kraus. Pero … en Donosti Aldea ya se sabe.

 Y para dar colorido al espectáculo se optó por semi disfrazar a los coralistas con atuendos que pretendían -sin lograrlo- dar cierto aroma del ropaje centroafricano atlántico y el director se vistió a modo vendedor de baratijas con blusa y pantalón en colores negro y amarillo, amén de gorro playero. También al pianista se le puso un blusón en el que predominaba el verde. ¡Ay, Señor!

Sainz Alfaro realizó un trabajo a su estilo, sin apenas marcar compases con su brazo derecho y fijando las indicaciones de las entradas a los instrumentistas y coro sin la necesaria fracción de segundo previa que requiere el arsis. Bailó en el podio y también bajándose del mismo. Cierto y real.

Borja Rubiños puso su empeño en que la reducción musical de la obra a piano fuese lo suficiente audible, pero no fue culpa suya que tal afán no se cumpliese en su totalidad, tanto por tener la tapa del gran cola abierta solo unos 15 centímetros cuando por la incorrecta ubicación del instrumento sito cerca de las siete decenas de voces del coro. De cualquier modo su trabajo resultó hermoso en los pocos momentos en que los tuvo a solo.

Marifé Nogales mostró una sugerente dulzura, sin tener con la voz sin impostar, cuando cantó la bellísima ‘Nana’ que figura en el lugar 14 de los 19 tramos en que está dividida la obra, lo que demuestra su buen hacer canoro. Jagoba Fadrique, con la emisión vocal velada y de poco recorrido pese a contar con apoyo de amplificación sonora, se limitó a frasear sin modulación ni expresividad.

Ejemplar trabajo el del profesor de percusión Iker Tellería en el embridado cometido que requiere esta obra, pues dio luz a sonidos propios de África Occidental y a los propios de una batería, utilizando rumba, timbales, bongó, caja, escobillas o baquetas para los platillos. De sus manos brotaron trepidantes sonidos y evocadores ritmos.

Bibiche Sambou, nacido en el pueblo de Abene (Senegal) es un percusionista de referencia internacional por su maestría en el trabajo con el djembé. Su interpretación en solitario con este instrumento fue, tal vez, el punto álgido más importante de la velada. Ritmo, sonido y compás embridaron el mejor momento de esta obra de Goyeneche.

La presencia en el escenario del saxofonista Roberto Pacheco, profesor del Conservatorio ‘Juan Crisóstomo Arriaga’ de Bilbao, introdujo un vector de elegancia en esta obra ya que a los ritmos de funky y swing que hay en la misma (a modo de acercar las dos orillas atlánticas), se unió el color ambarino del instrumento en un preciosista ensamblaje con la percusión.

 El Orfeón Donostiarra, en cuyo elenco se aprecia la frescura de sus nuevas voces, presentó un trabajo de calidad en esta moderna composición mostrando una afinación ejemplar. En eso Sainz Alfaro es un magnífico preparador. Donato Goyeneche subió al escenario para participar en la última pieza de la obra titulada ‘Afrodanza’, siendo muy aplaudido por el respetable puesto en pie.

Para logran el pleno esplendor de esta gran obra hacen falta mejores contundentes mimbres.

Manuel Cabrera

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