Crítica: Capitales imperiales, Praga: ‘Šárka’, las chicas son guerreras
Capitales imperiales, Praga: Šárka, las chicas son guerreras
Šárka, música de Zdeněk Fibich y libreto de Anežka Schulzová. Maida Hundeling, Tadeusz Szlenkier, Svatopluk Sem, Jolana Fogašová. Orchestr Národního divadla. Sbor Národního divadla. Balet Opery Národního divadla. Lukáš Kozubík, director del coro. Kay Link, director de escena. Robert Jindra, director musical. Národní divadlo, Praga, 5 de junio 2025.

Imagen de la producción de Šárka
Tras las magníficas producciones que hemos visto en Viena y Budapest, llegamos ahora a Praga, ciudad con una vida musical excelente, la envidia de cualquier ciudad europea, quizá con la única excepción de la mencionada Viena.
En Praga podemos encontrar tres estupendos teatros de ópera, con una amplia programación de repertorio y algunos estrenos anuales. Ayer asistimos a un bello ballet, El lago de los cisnes, en el Státní opera Praha (Ópera Estatal de Praga), hoy y mañana asistiremos a sendas obras de autores checos en el Národní divadlo (Teatro Nacional), que es el edificio más emblemático, en la ribera del río Moldava, y el sábado acabaremos en el Stavovské divadlo (Teatro Estatal de Praga).
Zdeněk Fibich (1850–1900) es una figura singular dentro de la música checa. Mientras que los también bohemios Smetana y Dvořák son nombres que resuenan internacionalmente, Fibich desarrolló un lenguaje musical diferente, con más influencia de la música romántica alemana sin una participación tan activa en la música nacionalista checa, y quizá por eso su nombre está más olvidado. Caso aparte es el moravo Leoš Janáček, ya posterior y diferente a todos ellos.
La ópera Šárka, compuesta por Fibich poco antes de su prematura muerte, en 1897, está basada en la legendaria “Guerra de las Doncellas” de la mitología checa. Es una obra que combina el romanticismo nacional con una estructura dramática intensa, marcada por la tensión entre amor, venganza y destino. La partitura destaca por su riqueza orquestal y una escritura vocal que exige intérpretes capaces de evidenciar matices tanto líricos como dramáticos: en el segundo acto nos parece que estamos asistiendo a ‘Tristán e Isolda’.
Šárka regresa al Teatro Nacional de Praga después de 40 años de ausencia, en una nueva producción que huye del historicismo y apuesta por una lectura más abstracta. Bajo la dirección del alemán Kay Link, la puesta en escena desdibuja la ambientación medieval y la trae a un conflicto bélico más contemporáneo, con una simbología y vestuario que recuerdan a una dictadura del siglo XX o la guerra fratricida iniciada por Putin. Fuera de algunos anacronismos, nos parece un enfoque acertado.

Imagen de la producción
La acción comienza con la muerte de la mítica princesa Libuše, el príncipe Přemysl asume el poder, suspende la participación de las doncellas en la vida política y declara que deben someterse al poder masculino. Vemos desplegarse en los edificios grandes banderas típicas de cualquier dictadura. Las mujeres no aceptan, Šárka pide un duelo con el guerrero Ctirad y tras sufrir el desprecio de los hombres se declaran en guerra. En el escenario vemos grandes duelos entre coros femenino y masculino y una bien pensada coreografía, con movimientos a cámara lenta, transmitiendo la tensión del conflicto. La confrontación inicial entre Šárka y Ctirad se desarrolla con intensidad vocal y dramática.
En el segundo acto, ambientado en un bosque representado por columnas. Las doncellas llevan buen desempeño en la guerra y planean un golpe de efecto eliminado a Ctirad. Para ello Šárka se atará a un árbol haciéndole pensar que sus compañeras la han abandonado por divergencias internas, y una vez engañado las llamará para continuar sus ataques.
Pero algo sucede, y es que ambos se dan cuenta de que están perdidamente enamorados. Šárka le confiesa la treta y lo urge a huir, pero lejos de amilanarse él mismo hace la llamada a las mujeres, pues de otra forma pasaría por un cobarde y no podría reclamar su amor. El dúo entre Šárka y Ctirad es uno de los momentos más líricos, con una interpretación vocal destacada. La simplicidad escénica obliga a los cantantes a sostener la tensión dramática con su presencia y voz, lo que logran con eficacia. Musical y vocalmente es sin duda la mejor parte de la ópera.
El clímax trágico llega en el tercer acto tiene lugar en una plataforma central. Šárka hace venir a Přemysl y su ejército para liberar a Ctirad lo que conlleva la derrota y muerte de sus compañeras. Šárka, arrepentida, se suicida. Vuelve la simbología y ‘la cámara lenta’ del primer acto, con grandes coros y duelo colectivo. La atmósfera es intensa y contenida, apoyada en la fuerza vocal y la dirección musical.
La soprano dramática alemana Maida Hundeling, especialista en papeles wagnerianos, da vida a Šárka con gran seguridad en el fraseo y potencia vocal. Ha sido la más regular y la que más nos ha gustado.
El polaco Tadeusz Szlenkier, como Ctirad, no hizo un buen primer acto, le faltaba potencia y profundidad. Aunque sus cualidades de tenor spinto le van bien al papel, parece que se reservó demasiada voz para el segundo acto, en el que mejoró y estuvo a la altura esperada.
En papeles secundarios, tanto el barítono local Svatopluk Sem, en el papel de Přemysl, como la mezzo eslovaca Jolana Fogašová han cumplido en sus papeles, sobre todo el primero, con mayor presencia escénica y un rol mejor definido.
La dirección musical del checo Robert Jindra sostiene la producción. Muy de elogiar el primer acto, con múltiples intervenciones y mucha participación coral, dando perfectamente paso a cada actuación.
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