Crítica: ‘La isla de las perlas’ de Pablo Sorozábal. ¡Ya era hora!
¡YA ERA HORA!
LA ISLA DE LAS PERLAS DE PABLO SOROZÁBAL
San Sebastián. 20/VI/2025. Teatro Victoria Eugenia. La isla de las perlas, opereta en un prólogo y dos actos de Pablo Sorozábal, sobre libreto de Emilio González del Castillo, Manuel Martín Alonso y José Méndez Herrera. Aitor Garitano (Tehaé), Estibalitz Arroyo (Taipó), Julen García (Keplan), Klara Mendizábal (Gaby), Hodei Yañez (Revatua), Ainhoa Eizaguirre (Miss Terr), Iñaki Cascavilla (Frasquito), Ibai Murillo (Dupont), Alain Sánchez (Dickson). Coro Easo. Donostia Ópera Orkestra. Eros Quesada, director / maestro concertador. Producción: Donostia Musika.

Imagen de la portada de La isla de las perlas de Sorozábal
Estrenada con gran éxito en Madrid en 1933, y reestrenada, previos arreglos en texto y música, en 1949, en Barcelona, esta genialidad de música escénica de Pablo Sorozábal Mariezcurrena (San Sebastián 1897 – Madrid 1988), ha vivido en el más absoluto olvido -casi podría decirse ostracismo- hasta, ahora, después de 76 años. Nada han hecho a su favor la Quincena Musical Donostiarra, o el Teatro de la Zarzuela o el Teatro Real, por citar tres importantes entidades culturales. Y eso que el genial don Pablo era poco proclive -casi nada- el régimen político previo a nuestra actual maltratada democracia constitucional. ¡Cosas veredes, Sancho!
Que razón tenía el compositor cuando al respecto dejó escrito en su autobiografía, ’Mi vida y mi obra’ al significar que “si en lugar de haberla estrenado en España se hubiera dado a conocer en el extranjero, habría sido un éxito famoso”. Ha tenido que ser una entidad modesta cual es Donostia Musika, con su factótum Carlos Benito, la que la ha subido a las tablas, en la esperanza de que, a partir de ahora, cunda el ejemplo sobre otros escenarios.
La vara de medir la calidad sobre cuanto se ha visto y escuchado debe de atemperarse, necesariamente, a los muy limitados medios económicos de la empresa productora que ha dispuesto de un presupuesto que -con todo- no llega a los 42.000 euros, y contando con la juventud de valores canoros y musicales locales. El entusiasmo y entrega de cuantos estuvieron sobre el escenario es algo que merece ser destacado por encima de otras consideraciones, como así también lo estimó Pablo Sorozábal, nieto, alabando la música el director musical Víctor Pablo Pérez, ambos presentes.
La obra, inspirada en la película muda Tabu del director alemán F.W. Murnau que se estrenó en 1932, atesora los amplios conocimiento que Sorozábal había adquirido durante sus estudios en Leipzig, enmarcados en ritmos melódicos de música de la Polinesia, parisinos del foxtrot y dejando adivinar aromas armónicos que luego lucirían plenos en La tabernera del puerto o en La del manojo de rosas.
Destacaron tanto el trabajo del coro, como la batuta de Eros Quejada al frente de una orquesta (dispuesta al fondo del escenario) muy bien compensada en sus 14 instrumentistas. El tenor Garitano, por causa del fallecimiento de un familiar, no pudo culminar el éxito esperado.
En la tierra natal de Sorozábal es necesario que alguien, con el debido empoderamiento institucional, se ponga las pilas para rescatar su tonadilla El aguacil Rebolledo o la comedia lírica La guitarra de Fígaro. Los amantes del teatro musicado lo agradecerán.
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