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Por Publicado el: 16/02/2024Categorías: En vivo

Crítica: Balanceo y expresión, Orozco-Estrada y la SWR en el Auditorio Nacional

BALANCEO Y EXPRESIÓN

Obras de Beethoven y Stravinski. Orquesta Sinfónica SWR de Stuttgart. Director: Andrés Orozco-Estrada. La Filarmónica. Auditorio Nacional, 14 de febrero de 2024

Crítica: Balanceo y expresión, Orozco-Estrada y la SWR en el Auditorio Nacional

Andrés Orozco-Estrada dirige a la Sinfónica SWR de Stuttgart © Live Music Valencia

Andrés Orozco-Estrada, que empuña la batuta como si fuera un estilete y que bate en todos los planos con claridad, que divide y subdivide y que controla muy bien los continuos contratiempos, es un director colombiano (Medellín, 1973) que ha hecho su carrera en Europa. Recordemos que empezó su andadura musical como violinista en el Instituto Musical Diego Echevarría de su ciudad natal. Cecilia Espinosa y Andrés Posada serían sus primeros profesores de dirección, disciplina que perfeccionaría en Viena a partir de 1997 junto a Uros Lajovic. Enseguida se situaría, recién graduado, en el podio de la Radio-Symphonieorchester de la ciudad del Danubio en la sala dorada del Musikverein.

Fue titular de la Sinfónica de Euskadi entre 2009 y 2013 y pasó luego a la HR-Sinfonieorchester de Frankfurt. Más tarde se unió a la Sinfónica de Viena a la que dejó no hace mucho. Actualmente está unido a la Orquesta Sinfónica Nacional de la RAI y a la de la radio de Stuttgart, con la que nos ha visitado ahora en el ciclo de la Filarmónica. Lo hemos encontrado en un magnífico momento de forma, tan activo como siempre: movimiento constante sobre el podio, a veces atosigante, nerviosismo gestual, juego de hombros a la hora de impulsar unos brazos que se mueven como resortes en todos los planos. Mirarlo produce una especie de vértigo.

Sin embargo, todo ese azogue constante parece justificado a la hora de valorar los resultados: ataques precisos, justísimos, exactos; fraseo ágil pero no precipitado; constante atención a todos los rincones de la orquesta, que aparece como electrificada bajo su mando, que, hay que insistir, a la postre no procura una exposición fragmentada. La mejor prueba la tenemos en la interpretación de la Sinfonía nº 6, Pastoral, de Beethoven, que surgió en un piano bien graduado casi de la nada para ir creciendo de manera muy lógica hasta llegar a la exposición del primer tema. Excelentes gradaciones y transparentes texturas.

Crítica: Balanceo y expresión, Orozco-Estrada y la SWR en el Auditorio Nacional

Andrés Orozco-Estrada dirige a la Sinfónica SWR de Stuttgart © Live Music Valencia

Todo envuelto en un legato inteligible y sometido a un balanceo constante, el mismo que practica con su cuerpo el director, que en el segundo movimiento, Andante molto mosso, Escena del arroyo, dejó cantar a la orquesta y se meció en el sereno 12/8 que sustenta rítmicamente el fragmento. En la Reunión de campesinos (tercer movimiento) animó lo indecible la interpretación, dando saltos sobre el podio sin ningún recato. Furibunda Tempestad, a la que quizá le faltó una exposición más gradual: la entrada de los dos trombones no se notó prácticamente. La última parte se desarrolló, con los contrastes necesarios, hasta el rumoroso cierre. Los planos estuvieron bien aquilatados. Una particularidad: los contrabajos se situaron tres a un lado y tres al otro. El resultado sonoro, el balance, avaló la decisión.

La técnica gestual, sin duda exagerada y aparatosa, de Orozco-Estrada se desbordó en la compleja Consagración de Stravinski, cuajada de accidentes, de permanentes cambios de compás, de rupturas, de violencia sin límites. El director nos ofreció, con el concurso de la magnífica centuria, una visión exultante, briosa, contundente, de la Naturaleza, atenta también a los detalles. Los movimientos eléctricos, fulminantes, de la batuta, dirigida a todos los rincones, mantuvieron una tensión buscada y obtenida desde hace tiempo. Obra que domina, que ha grabado y que ya ofreciera en Madrid, al frente esa vez de la Orquesta de la Radio de Frankfurt, en una visita de 2017.

Todo funcionó con aparente perfección, incluso en el difícil remate del cierre de la primera parte, Danza de la tierra, Prestissimo. Y en los líricos compases que abren la segunda, cuando se describen los Círculos misteriosos de los adolescentes. Versión atosigante, virtuosa, rotunda, contrastada pero animada por lejanos fulgores poéticos. Los muchos aplausos fueron premiados por un regalo habitual: la muy bella y lírica Nimrod de las Variaciones Enigma de Elgar, cuyo arco dinámico fue perfectamente dibujado. El propio director se encargó de rogar al público que respetara el silencio que corona la página.

Arturo Reverter

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