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Por Publicado el: 29/04/2025Categorías: Crítica, En vivo

Crítica: Parsifal en Viena, carcelario en lo escénico y lo musical

Crítica: Parsifal en Viena, carcelario en lo escénico y lo musical

K. F. Vogt, A. Kampe, G. Groissbröck, J. Shanarian, I. Stanchev. Orquesta y Coro de la Ópera Estatal de Viena. Dirección de escena: K.  Serebrennikov. Dirección musical: A. Kober. 23 de abril de 2025.

Parsifal en Viena

Escena de la producción

Cada año, la ópera de Viena pone en escena Parsifal coincidiendo con la Semana Santa y la Pascua. La actual producción es la firmada por Kirill Serebrennikov que fue estrenada en 2021 y de la que existe una excelente grabación sonora con un reparto encabezado por Jonas Kaufmann y Elina Garanca, Ludovic Tézier y Georg Zeppenfeld bajo la dirección del siempre brillante Philippe Jordan.

El director de escena propone una reflexión sobre la libertad situando la acción en una cárcel. La idea es buena pero, como tantas veces ocurre, se pierde en una alambicada propuesta que entremezcla imágenes y movimientos escénicos complejos para un resultado que, sinceramente, no sé si merece tanto trabajo, pues lo cierto es que genera una enorme distancia con la acción y la drama derivando en un espectáculo frío.

Contiene algunas ideas interesantes, por ejemplo, se dobla el personaje de Parsifal convertido en un modelo rescatado de la cárcel por una Kundry fotógrafa que lo desea sexualmente. Es interesante desarrollar esa dimensión erótica del personaje de Parsifal cuyo atractivo deriva en su inocencia (como ocurre también con Siegfried), pero vamos, no sé si realmente es un hallazgo significativo. 

Para la reposición de este año se contaba con un reparto de primer nivel encabezado con Klaus Florian Vogt como Parsifal quien desarrolló su personal retrato del personaje. Esa emisión y vocalidad lírica (casi blanquecina para Wagner) que posee le sirve, precisamente, para plasmar esa inocencia, que es uno de los elementos consustanciales al rol especialmente en los dos primeros actos. El final del segundo en su voz recuerda más al final de Lohengrin que a Parsifal. Es un tenor muy personal que tiene sus adeptos y sus críticos, pero siempre es una garantía de solvencia.

Anja Kampe fue una Kundry temperamental y de gran entrega vocal; con su poderoso centro y su entregado agudo (no exento de estridencias) firmó una más que interesante interpretación. Günther Groissböck, quien en Viena es casi un ídolo local, ofrece un Gurnemanz poco delicado y algo tosco, confiando en su portentosa voz para lograr el éxito y, en gran medida, sacrificando aspectos como la entonación, el legato y las dinámicas. El resultado fue una versión algo superficial.

Jordan Shanahan sustituyó a Ludovic Tézier, quien canceló semanas antes su intervención como Amfortas. El barítono hawaiano fue una auténtica revelación por la extraordinaria calidad de su interpretación con un canto lírico, sólido y repleto de matices. Posee una voz de gran atractivo tímbrico y canta con un exquisito gusto. Brilló especialmente en el monólogo del primer acto. 

Pero un reparto tan solvente no fue suficiente para que la función no naufragase y es que la batuta de Axel Kober hizo que este Parsifal se moviese a unos niveles que fueron de lo mediocre a lo ordinario. Especialmente insufrible resultó el primer acto que, pese a los tempi vivos que impuso, resultó eterno por su superficialidad y la falta de conjunción entre orquesta, cantantes y coro.

Algo mejor resultó el segundo acto, mientras que en el tercero se volvió a las andadas e, incluso, en la orquesta se empezaron a suceder las pifias individuales, pese a que en la misma había algún filarmónico de renombre que si bien no falló, no supo contagiar su calidad a sus compañeros, al menos no en esta ocasión. En definitiva, la dirección de Kober hizo de este Parsifal una experiencia carcelaria no solo en lo escénico, sino también en lo musical.

César Rus

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