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Por Publicado el: 01/10/2013Categorías: Crítica

CRÍTICA: «Una encendida Isolda»

UNA ENCENDIDA ISOLDA

Wagner: “Tristán e Isolda”. Eva-María Westbroek, Stephen Gould, Jukka Rasilainen, Iris Vermilion, Gidon Saks, Borja Quiza, Francisco Corujo, César Sanmartín. Coro y Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Eliahu Inbal. Versión concertante. Palacio de la Ópera. Festival de Ópera de La Coruña. 26-9-2013.

La Coruña ya le ha visto la cara a Wagner en los últimos años a través de la muy meritoria “Tetralogía” que dirigiera Víctor Pablo Pérez. Se ha producido ahora el estreno en la región de esta otra obra capital. A teatro lleno, el nivel ha sido muy digno, gracias en primer lugar a la prestación orquestal, sólida, temperada, compacta, tímbricamente bien dispuesta, de un espectro sonoro muy propio y planificada de acuerdo con el estilo de encendido romanticismo que mandan los cánones.

Inbal (Jerusalén, 1936) es un director avezado en traducir complejas estructuras sinfónicas, aunque su labor y la de la agrupación hubiera sido mejor si se hubiera contado con más horas de ensayo, algo que se puso en evidencia en el tercer acto, donde se manifestaron desigualdades, emborronamientos de las texturas y ausencia de refinamiento en la aplicación de los colores. Fue llevado a mata caballo, con algunas faltas bastante claras de entendimiento entre batuta y conjunto.

Eva-Maria Westbroek cantó la “Liebestod” más crispada que alucinada, sin alcanzar el éxtasis que la música pide. Aunque la labor de la soprano holandesa, que estrenaba la parte, fuera en general entonada, justa de expresión, calurosa y afinada, con una línea de canto muy notable. Su voz no es dramática, algo no exigible siempre en Isolda. Los graves son débiles, pero tiene volumen y arrestos. Agudos penetrantes, casi nunca estridentes.

Gould cantó mejor de lo esperado, con valentía en el tercer acto, que reprodujo en su integridad. La voz es gruesa, poco atractiva, monocorde y exenta de luminosidad. Matiza lo justo y no frasea líricamente. Bien en líneas generales el Kurwenal de Rasilainen, un tanto superficial, pero eficaz. Su voz de barítono lírico nos la imaginamos mejor en Beckmesser. El timbre algo apagado de la calante Vermilion no empastó siempre bien. Muy flojo el tonante Saks, más barítono que bajo, estentóreo, exento de nobleza y de redondez, sin graves. Un Marke desteñido e impropio. Cumplieron perfectamente los tres solistas españoles secundarios. Arturo Reverter

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