De Mozart a Lazkano
71 Quincena Musical de San Sebastián
De Mozart a Lazkano
Obras de Lazkano, Boulez, Schöllhorn y Pomárico. Ensemble Recherche. Auditorio Kursaal, 28 de agosto
Obras de Schuber, Mozart y Schuman. Cuarteto de Tokyo. Teatro Victoria Eugenia. 29 de agosto.
Cualquier festival que se precie ha de incluir apartados dedicados a la música de cámara y la de nuestro tiempo y la Quincena los hace compatibles con la ópera en solitario o los grandes ballets y conciertos, al margen también de la temática rusa imperante en esta edición.
Nada mejor para difundir la música contemporánea que facilitar su acceso en todo lo posible y de ahí la excelente entrada que registró la sesión del Ensemble Recherche centrada en autores vivos. Ramón Lazkano (1968) es sólo compositor local en cuanto a nacimiento, pues su música ha trascendido ya las fronteras. Su serie “Wintersonnenwende” se halla inspirada en el “Laboratorio de tizas” del escultor Ramón Oteiza. Piano y chelo exponen la n.2, pieza sólida en tres movimientos de dimensiones amplias, mientras que la n.3 reúne mayor dotación (piano, violín, chelo y percusión) en casi la mitad de duración. Estrenadas en Salamanca (2008) y Madrid (2009), presentan no pocas dificultades, especialmente la n.2, por la complejidad del diseño métrico de sus frases y contrastaron con la inspiración cinematográfica de “Sérigraphie: Nocturne” de Johannes Schöllhorn (Murnau, 1962), de ambiente tan irreal como reiterativo.
El Ensemble Recherche, con más de 400 estrenos en su haber, realizaron un esfuerzo digno de todas las alabanzas y difícil de ser recompensado con entusiasmo tan palpable como el que concitó el Cuarteto de Tokyo en un programa absolutamente tradicional, pero de gran coherencia, en torno a Mozart, Schubert y Schumann, cuyo romántico “Cuarteto para cuerda Op.41 n.3” cerró una sesión en la que los artistas volvieron a mostrarse como uno de los cuatro mejores grupos de los últimos años, aunque de los fundadores ya sólo quede el viola Kazuhide Isomura y, junto a él, el único japonés sea el segundo violín. La incorporación del primer violín canadiense y el chelo británico se ha traducido en una menor agresividad de sonido, que se vuelve más aterciopelado, adecuándose mejor al repertorio elegido. Siempre se ha dicho que como un buen concierto de cámara no hay nada y los de Tokyo lo dejaron claro. Gonzalo Alonso
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