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Moral, Mortier y Marañón a debate
las críticas a Kabanova
Por Publicado el: 05/12/2008Categorías: Diálogos de besugos

Discurso de Mortier y reacciones de aficionados a la ópera

Estos son algunos de los comentarios aparecidos en el popular foro de web de la ópera. Merece la pena una atenta lectura de los mismos.

¡¡Pero si viene como un corderito!! aunque la píldora del 35% del siglo XX la ha soltado. No sé si habrá tenido en cuenta que muchas de las óperas de su odiado Puccini son del siglo XX. AL igual que Lehar, Stolz, Millöcker, Sorozábal, Alonso, Vives y Moreno Torroba.¿Veremos Katiuska, EL Conde de Luxemburgo, La Villana o La Picarona en el Real?

DISCURSO DE PRESENTACIÓN DE GÉRARD MORTIER

Señor Director General del INAEM, Señor Consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, Señor Presidente del Patronato del Teatro Real, Señor Director General del Teatro Real, Señoras, Señores.
Es para mí un honor que me hayan elegido como futuro Director Artístico del Teatro Real de Madrid y estoy conmovido por estas palabras de bienvenida tan calurosas.
Me siento muy feliz de estar hoy entre ustedes para comunicarles las ideas que deben guiar mi proyecto para el Teatro Real.
Estoy convencido de que con la ayuda del Presidente, Señor Marañón, y del Director General, Señor Muñiz, podremos lograrlo con éxito.
Es también el momento de agradecer a Antonio Moral el trabajo realizado y de ofrecerle todo mi apoyo, de colega a colega, a lo largo de su gestión de la temporada 2009-2010. Somos amigos desde hace años y he podido acogerle a menudo en el Festival de Salzburgo. Hemos tenido muchos intercambios de ideas sobre el futuro de la ópera y me ha hecho muy feliz trayendo al Teatro Real varias producciones de la Ópera de París, como Desde la casa de los muertos y El caso Makropulos.
Tras estas palabras de agradecimiento, les pido que me permitan continuar mi introducción en francés y decirles que confío en que mi estudio de la lengua española avanzará rápidamente para que pronto pueda comunicarme con ustedes en español.

1. Si he decidido venir a Madrid en los próximos años, tras un largo recorrido de aprendizaje que me ha llevado desde Alemania a Bruselas, del Festival de Salzburgo en Austria a la Ruhr Triennale en Alemania, y finalmente a París, es porque soy un Europeo convencido, que cree profundamente que un futuro próspero de nuestro continente sólo puede estar garantizado mediante la

integración europea, en la que las diferentes regiones y naciones aportarán su propio colorido y por tanto, su creatividad. Por ello, me gustará mucho aprender su idioma, que es uno de los más importantes del mundo, y que es el único camino para comprender realmente las mentalidades y la diversidad europea.
La ópera es el arte europeo por excelencia y su ejecución en lengua original es justamente precursora de esta integración europea. Al mismo tiempo, este arte exige que según la ciudad, la nación o la región en la que la ópera se represente, se haga adoptando sus diversos acentos.

2. El hecho de haber sido educado por los jesuitas y de haber nacido en la misma ciudad que Carlos V -y sin duda el que todos los flamencos tengan un 25% de sangre española-, ha creado en mí un vínculo natural con vuestro país, que es España. Y sin embargo, no fue hasta los años ochenta cuando por primera vez sobrevolé los Pirineos para asistir a una producción de Don Carlo en el Teatro de la Zarzuela dirigida por Lluis Pasqual, y de la que derivó una larga colaboración. Desde entonces, he tenido el placer de ser artífice del debut de numerosos artistas españoles, tanto en Bruselas como en el Festival de Salzburgo o en la Ópera de París. Allí fue, de hecho, donde tuve la suerte de ver y oír a Teresa Berganza en Carmen, durante mis años de aprendizaje junto a Rolf Liebermann. Sabrán también que organicé el debut de Alfredo Kraus en la Ópera de Hamburgo, que invité a La Fura dels Baus al Festival de Salzburgo para lo que sería su primera ópera fuera de Cataluña, y que he tenido la fortuna de poder invitar a cantar a numerosos cantantes españoles en los diferentes teatros de ópera donde he trabajado.

A lo largo de los últimos veinte años, he recorrido España de Norte a Sur y de Este a Oeste, tanto para conocer al pintor vasco Ibarrola como para descubrir con Eduardo Arroyo el Havana Hotel de la Gran Vía, o para dar conferencias en Valencia, Murcia, o la Coruña; para visitar Bilbao –y no sólo el Guggenheim sino también la bella sala de la Sociedad Filarmónica-, para responder a una invitación de los Amigos del Festival de Salzburgo a Valladolid, donde tuve ocasión de conocer una de las más bellas bibliotecas de Europa.
Y, por supuesto, sé fehacientemente que aún me quedan muchísimas riquezas por descubrir.

3. Muchos de ustedes conocen mis reflexiones sobre la ópera hoy en día y por tanto no debo entrar en detalles. Sin embargo, quisiera poner el acento una vez más en el hecho de que yo considero la Ópera como el arte ideal para reequilibrar, a través de la fuerza del canto y de la música, nuestra sensación existencial del mundo, que ha sido deformada por la avalancha de informaciones que recibimos cada día en esta sociedad nuestra, tan mediatizada.
Gracias al canto podemos percibir la existencia misma del Amor, de la Pasión y de los Celos, de la Muerte, la Esperanza y la Utopía…Los personajes cantan mientras mueren y por eso nos emocionan tanto y porque podemos cantar la Utopía, podemos creer en un mundo mejor.
Para que esta emoción llegue a transmitirse, debemos dar al público las referencias necesarias, tanto desde el punto de vista musical como en lo escénico, y ahí radica el trabajo fundamental del director de un teatro de ópera.

4. En contra de lo que suelo leer en la prensa, mi primera preocupación es la calidad musical. Mi formación, sin ir más lejos, es musical y no escénica, ya que fui durante siete años administrador artístico junto al director de orquesta Christoph von Dohnányi y tres años junto al compositor y magnífico intendente Rolf Liebermann. Mi primera preocupación en Madrid será, por tanto, la de concentrarme en la calidad del Coro y la Orquesta del Teatro Real. Los aplausos recibidos por el maestro Jiří Belohlávek anteayer me han confirmado, de hecho, lo sensible que es el público madrileño en este punto. Seguiré pues adelante con el trabajo comenzado por el maestro Jesús López Cobos, en estrecha colaboración con la Dirección del Coro y Orquesta y con el director general, el Sr. Miguel Muñiz. Es ésta también la razón por la que he decidido no contratar a un Director Musical, sino rodearme de un grupo de excelentes directores de orquesta, cada uno con su especificidad, que se conocen entre ellos, y que juntos podrán dotar de esa excelencia a las formaciones musicales antes citadas. Es este sistema el que ha hecho de la Orquesta de la Ópera de París, en los últimos años, una de las mejores formaciones musicales del mundo de la ópera.

5. En lo que se refiere al gesto teatral -a lo escénico-, se trata también de volver a acercar a los grandes artistas del mundo visual (pintores, escultores, artistas de vídeo) a la ópera, para que el público no se vea enfrentado a un espacio decorativo sino a un “lugar teatral” tal y como Peter Brook nos lo ha descrito en

su libro “El espacio vacío”. Precisamente en Madrid, que dispone de los más bellos museos del mundo, la presencia de artistas visuales en la Ópera es una necesidad.
No se trata de modernizar sino de crear, a través de imágenes y a través de la acción entre los personajes, unas referencias para que el público pueda establecer una unión entre su propia vida personal, la vida de la sociedad que le circunda y la de los héroes que están sobre la escena. Felipe II y Posa no son solamente personajes históricos, sino que deben representar a hombres y mujeres con los que podamos identificarnos. Una de mis más interesantes experiencias fue ver cómo un público formado por jóvenes abucheaban a Germont padre en La Traviata; y sin embargo, el cantante había cantado y actuado magníficamente bien…
6. Las Óperas del siglo XX, con una lista que reúne un número mucho mayor de obras maestras que la del siglo XIX, deben representar al menos el 35% de la programación. Es la única manera de evitar que la Ópera se convierta en un museo y de habituar a nuestros oídos a un lenguaje musical que acepta e incluso disfruta con la escucha de una música contemporánea.

7. Todo esto requiere un trabajo pedagógico acentuado y por eso continuaré con gran alegría los esfuerzos emprendidos por Antonio Moral en este terreno, buscando al mismo tiempo vehículos suplementarios e intentando integrar la técnica audiovisual e Internet, tal y como se ha hecho ya en el Liceu de Barcelona.

8. Por su orientación y su arquitectura, el Teatro Real mira hacia el Palacio Real y da la espalda a la ciudad. Simbólicamente, el edificio deberá abrazar a la comunidad de esta ciudad tan variada y a sus múltiples instituciones artísticas y así, cultivar su apertura al mundo.
Gerard Mortier
Madrid, 4 de diciembre de 2008

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Cuanta comemerderia. Ha ido a madrid porque en NY la dieron la patada y no trenia nada mejor.

Dioa la Fura la oportunidad de su primera opera fuera de Catalunya. Y cuantas habian montado en Catalunya?

Le impresiono que los jovenes abuchearan a Giorgio Germont. La misma reaccion paleta de los cines sabatinos donde entre montyañas de goma de mascar, restos de palomitas y pipas se abuchean a los indios y vitorean los cowboys. Que se de un paseo por los teatros de provincioa de USA donde abuchear a Scarpia, Tonio o Pinkerton. Recuerdo aqui en Miami el cabreo de James Morris cuando tras una esplendida actuacion en los cuatro villanos de Hoffman recibio un sonoro abucheo en su saludo solitario. Por poco empaca las maletas y se larga. A eso llama Mortier cultura y “creacion de referencias”.

Pura comemerderia.
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¿Para este viaje hacían falta estas alforjas? Vamos, hombre.

1. Si ha aceptado este trabajo no es porque sea un europeo o europeísta convencido que crea en la integración europea, sino porque es como certeramente dijo OperaChic “un belga en el paro” que ha aceptado la única oferta de trabajo que tenía (realizada por unos primos paletos, herederos de Paco Martínez Soria)

2. El hecho de haber sido educado por jesuitas lo que hace no es crear vínculos especiales con España sino dotar excepcionalmente para el ejercicio de la hipocresía y el disimulo.

3. Da por sentado que es necesario el “reequilibrio” de “nuestra sensación existencial” y que la ópera es el medio ideal para conseguir este objetivo. Todo ello muy discutible. Todo este párrafo es un cúmulo de naderías banales vestidas de filosofía pero que en definitiva no significan absolutamente nada. No necesitamos ver “L’Orfeo” para saber lo que es el amor, aunque podamos verlo representado en una buena producción. Cantar las cosas no las hace posibles, las hace cantadas y punto. No hace falta la ópera para pensar y creer en un mundo mejor, y si ello fuese posible desde luego no sería gracias a ver el “Wozzeck” desnaturalizado de Bieito (al menos no en el sentido en que él hubiese deseado, aunque he de reconocer que al salir de esa función pensé que sí era posible un mundo mejor: un mundo sin Mortier y sin Bieito).

4. Tendremos que creerle, supongo. Aunque si es coherente me imagino que lo primero que hará es despedir fulminantemente a Peter Burian, director del coro durante sus años de París, actualmente a cargo del coro del Real, personaje odiado hasta tal punto por los coros de la ópera de París que tuvo que renunciar a dirigir los ensayos. Me pregunto si entre esta constelación de directores estrella estará su bienamado Sylvain “destroza-Mozart” Cambreling.

5. Que en Madrid haya museos, bellos o no, ni quita ni pone. En un escenario tiene que haber lo que tiene que haber: da igual que fuera esté el Prado o Sestao. Cuando un artista plástico como Eduardo Arroyo demuestra tener tan poco conocimiento de las obras y tanto desprecio hacia el género como para inflingirnos sus horrendas creaciones para “Desde la casa de los muertos” y “Boris Godunov” importan poco los museos que pueda o no haber en la ciudad.

Creo que pocos a estas alturas discuten la esencia de lo que dice Mortier en cuanto a la ópera como género teatral. Lo que sí se discute y mucho es el modo de conseguir este objetivo y en mi modesta opinión Mortier ha acertado en muy pocas ocasiones.

Que se maraville ante la reacción de un público joven que se comporta como en una función navideña inglesa ante la aparición del malo es muy descriptivo.

6. Toda cuota es rechazable. Ni 35% ni 30% ni 5% ni 99%. Indudablemente hay obras maestras en el siglo XX. ¿Más que en el siglo XIX? Eso será en todo caso discutible. Programar en función de cuotas es sin embargo absurdo. En la ópera especialmente hay que tener en cuenta que se depende de factores muy limitadores como pueda ser la ausencia de cantantes para determinados repertorios.

Por otro lado, ¿por qué hablar sólo de obras maestras? Obras menores a menudo no están exentas de interés y pueden ayudar a poner a las obras maestras en su contexto histórico.

Programar Haendel no es convertir la ópera en un museo. Programar Britten o Saariaho no es convertir la ópera en algo actual. Un buen Haendel es tan actual o más que un Sánchez Verdú.

Un museo no es un concepto negativo.

7. Como sabemos, el Liceu está a años luz del Real. Pues será para él, porque con las últimas temporaditas que se monta me estoy ahorrando mucho dinero en viajes a provincias. ¿En qué destaca hoy en día el Liceu por delante del Real? Ah sí, en haber conseguido mayor financiación pública. Ahí nos han dado.

8. Por su orientación y su arquitectura el Teatro Real no mira a ningún lado. Está situado entre el Palacio Real y el resto del centro histórico. El público ingresa de espaldas a palacio, se sienta de espaldas a palacio, en algunos montajes ha llegado a ver la plaza de Isabel II (o sea, el centro histórico) desde su butaca. A una escala mayor, el teatro está totalmente inmerso en el centro de la ciudad.

El palacio cumple funciones meramente protocolarias actualmente, es básicamente un contenedor de tesoros y un local de alto postín para banquetes de estado. No hay ninguna relación simbólica actualmente entre palacio, teatro y ciudad, como pudo haberla en algún momento pretérito, y pretender hacer de una relación inexistente un eje de actuación es simplemente patético.

Palabrería hueca.

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Pues mala, muy mala pinta tiene el discursito. Decir que es anodino es como decir en Madrid estos días “hace fresquito”, un eufemismo.

Este caballero, que alardea de traer nuevos aires, y de ser muy moderno, podía modernizar de entrada su discurso, porque éste parece propio de un orador parlamentario de allá, de cuando Amadeo I pasaba penas en nuestra España. Madre mía, ¡acordándose de Carlos V a estas alturas…! Y será cierto que todavía les dicen allí a los niños que se portan mal aquello de “¡… qué viene del Duque de Alba…!”. Quizá es una fina ironía, a saber. Aquí, al que le gusta la ópera ya podrán decir ¡qué viene Mortier!

Desde mi modesta opinión este “caballero del alto plumero”, como el de Luisa Fernanda, viene al calorcito de la subvención pública. A morir como los elefantes a tierras cálidas, porque ya tiene el CV rematado: dónde no le han cogido, no le cogerán, y de aquí, poco en claro va a sacar, a no ser sus buenos euritos…

Lo de que “Felipe II y Posa (…) deben representar a hombres y mujeres con los que podamos identificarnos” es una amenaza terrorista en toda regla… Cajeros de un hiper los hemos de ver. Al tiempo. Lo de conseguir no “un espacio decorativo sino (…) un lugar teatral” es una idea, más que rompedora, irrompible, porque lleva ya muchos años dando vueltas, cayendo en manos de manazas descomunales y sigue tan fresca como una lechuga.

Al acabar este petardazo de charla, todos le habrán aplaudido, sin duda, mecánicamente, como tantos de los espectadores de ‘Katia Kabanova’ justo después de despertar de la última cabezada, así que puede decir también de lo suyo que ha tenido “buena acogida de público” e irse a cenar al Alabardero tranquilo.

Y para rematar, esto de que “el Teatro Real mira hacia el Palacio Real y da la espalda a la ciudad” ¿Pues no sabe este hombre lo grandecita que es su nueva ciudad, y lo que detrás de tal palacio hay? Grande es el sur. Pero los que están detrás del teatro se suelen sentar abajo, mientras que los que están delante lo suelen hacer más arriba, pero para allá no se dirigirán las miradas de este señor…

Mucha, mucha pereza.

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