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Por Publicado el: 10/07/2015Categorías: Crítica

Elegancia y belleza en la noche del Alcázar

Elegancia y belleza en la noche

Noches en los Jardines del Alcázar.

Programa: Sonata nº 5 ‘L’Aurore’ para violín solo, de E. Ysaÿe; ‘D’un matin de printemps’ y dos piezas para violín y piano, de L. Boulanger; Sonata para violín y piano, de G. Lekeu. Violín: Mariarosaria D’Aprile. Piano: Tommaso Cogato. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Martes, 7 de julio. Aforo: Lleno.

D'Aprile y Cogato

Hay noches en que todo se conjuga para que surja el pellizco de la conciencia de estar ante un momento irrepetible, ante un instante en que se presenta ante nosotros la experiencia de la contemplación de la belleza y de la poesía hecha sonidos. D’Aprile nos sorprendió hace dos semanas comandando el Cuarteto Galuppi, pero en esta ocasión superó con creces aquellas prestaciones. Con sonido cálido y sedoso, que rehuye de las asperezas incluso en los pasajes más enérgicos y que es capaz de ser minuciosamente matizado, la violinista comenzó con el desafío de la sonata a solo de Ysaÿe, cuajada de dificultades técnicas y de desafíos expresivos. Desde la etérea sutilidad de la nota inicial sostenida en pianissimo fue poco a poco graduando las dinámicas hasta culminar en un crescendo muy dosificado, mimando las gradaciones de color. No hubiera venido mal un poco de aspereza en los ataques iniciales de la danza rústica, donde D’Aprile resolvió con brillantez el complejo pasaje que superpone pizzicatti de la mano izquierda con las notas de la mano derecha.
Desde los acordes iniciales de la evocación primaveral de Boulanger se apreció la capacidad de Cogato para extraer colores del teclado gracias a una estupenda técnica de pedal y al control definitivo de la pulsación. Pero fue en la bellísima sonata de Lekeu (imposible no conjurar aquí el espíritu de Proust) donde Cogato prestó una voz cómplice al violín, una voz delicada y envolvente capaz de trenzarse con el sonido de D’Aprile, que arrancó con una conmovedoramente poética exposición del primer tema para alcanzar un fraseo pasional, de sonido denso, con el rubatopreciso para intensificar las frases más delicadas y con unos portamenti muy expresivos. Inolvidable la cantidad de matices que fue capaces de imprimir a la larguísima primera frase del segundo tiempo, con una línea de canto a la vez elegante y pasional. Andrés Moreno Megibar

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