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Por Publicado el: 29/01/2024Categorías: Entrevistas

Entrevista con Alexander Liebreich

Alexander Liebreich

“Salomé es una jovencita caprichosa”

Alexander Liebreich

Se le ve feliz. Satisfecho. Alexander Liebreich anda aún con el subidón del éxito de la Quinta sinfonía de Mahler que dirigió hace dos semanas en el Palau de la Música a la Orquestra de València, de la que es titular desde 2021. Ahora está “enfrascado” en los ensayos de Salome, la desgarradora ópera de Richard Strauss, que interpretará en versión de concierto los días 1 y 3 de febrero al frente de la Orquestra de València, en su sede del Palau de la Música. De esta ópera, de sus proyectos y ambiciones con la OV, habla en esta entrevista, realizada en un creciente español aún socorrido por el inglés o el italiano. También del personaje de Salomé, “una jovencita caprichosa, emperrada en besar la boca de Jokanaán”. Se expresa, como sobre el podio, con una curiosa mezcla de ilusión y sensatez, arrebato y mesura. Como Strauss, es bávaro (Ratisbona, 1968), alpino y, al mismo tiempo, apasionadamente mediterráneo.

– ¿Por qué Salome? Una ópera que ya presentó la Orquestra de València, también en versión de concierto, dirigida entonces por Ralf Weikert y protagonizada por Inga Nielsen, Simon Estes y Gwyneth Jones…

– Si pero de ello han transcurrido ya 24 años. Realmente, programar una ópera maestra como Salome no necesita ninguna justificación o excusa. En cualquier caso, este año se conmemoran el 160 aniversario del nacimiento de Strauss y los 75 años de su muerte. Desde una perspectiva más personal, siempre he sido devoto de su música, incluso tengo el honor de ser, desde 2018, Presidente de la Sociedad Richard Strauss, puesto que fue ocupado anteriormente por personalidades como Wolfgang Sawallisch o Brigitte Fassbaender, a la que sucedí. Finalmente, durante varios años -hasta que los políticos lo mataron- fui director artístico del Festival Strauss de Garmish-Partenkirchen. Para mí, Salome es, junto con Elektra, la ópera maestra de Strauss. Son las más avanzadas. Por supuesto, ¡cómo no!, adoro El caballero de la rosa, y otras, pero el modernismo de estas dos primeras óperas de Strauss es único. También su sentido conciso: Strauss cuenta toda la historia de Salome en un único acto que dura apenas poco más de cien minutos. 

– El libreto, del propio Strauss, pero que sigue casi al pie de la letra el original  de  Oscar Wilde, es también extremadamente avanzado y atrevido…

– ¡Desde luego! Hoy sería impensable. El texto es de una categoría quizá inédita hasta entonces. De hecho, en su día -1905- la ópera no pudo ser programada en la conservadora Viena, por lo que su  estrenó se trasladó a Dresde. Un padrastro -Herodes- loco por el sexo, que desea lascivamente a la joven hija de su esposa (Salomé), el deseo de esta por Jokanaán, la crudeza de todos los personajes, la terrible crítica al catolicismo que supone la frialdad, gélida e hierática, de Jokanaán…  ¿Sabe? Strauss, que era bastante anticlerical, dejó escrito que el personaje más pervertido, más terrible de todos, es precisamente Jokanaán, un ser tan estrictamente dominado por su fe católica. ¡El Bautista! Es alguien que, cegado por su fe, no empatiza absolutamente con nadie. Realmente hay que decir que todos los libretos de las óperas de Strauss son de la más alta categoría. Basta repasar sus autores: Hofmannsthal, Zweig… Son de otro nivel, comparados, por ejemplo, con los de Wagner. 

– En Salome, Wilde y Strauss confrontan el deseo sexual con el sentido religioso de la castidad y la fidelidad…

– Si, así es. El poder del deseo y de las convicciones religiosas. Todos están locos, cada uno con su objetivo. Menos Jokanaán, siempre tranquilo, quieto en su espiritualidad. Strauss expresa estos estados de ánimo de manera magistral. Herodes se entrega al sexo tanto como Jokanaán al imperio de sus creencias religiosas. Al final, ni uno otro gana. Los dos acaban devorados por sus pasiones. Y Jokanaán, encima, decapitado, ¡con su cabeza sobre una bandeja de plata! Salomé, por su parte, es una jovencita caprichosa, que está casi en la pubertad, emperrada en su deseo de Jokanaán, en tocar sus cabellos y besar su boca… Quizá tenga 15 o 16 años, ¡casi como mi hijo David, que tiene 14! [risas] 

Salome, su exigente e impactante escritura sinfónica, es un reto para cualquier orquesta. También, claro, para la de València, una formación poco experimentada en el foso… 

– Las capacidades y posibilidades de la Orquestra de València son enormes. Lo hemos podido comprobar, por ejemplo, los dos días que hemos interpretado la Quinta sinfonía de Maher, una obra cronológicamente cercana a Salome, y formulada en la misma tonalidad. El primer día salió bien, con sus cosas, pero el segundo fue verdaderamente de muy alta calidad. De ahí, la conveniencia de repetir los programas. Siento también una muy mayor ambición de perfeccionamiento y mejora en los músicos. Es algo muy estimulante. Por todo esto, y por esta legítima ambición de crecer y mejorar, hemos programado dos funciones de Salome, y en el futuro, en las próximas temporadas, tenemos idea de duplicar tres programas por temporada. No tanto por un tema de taquilla, que también, sino por el crecimiento de la propia orquesta, al poder así ahondar más en la interpretación de una obra en público. De alguna manera, sería frustrante desarrollar el enorme trabajo que supone montar una obra como Salome, o una sinfonía como la Quinta de Mahler, para interpretarlas una sola vez.

– ¿Seguirán ofreciendo ópera en versión de concierto? Aunque es una antigua tradición de la Orquestra de València hasta que se inauguró el Palau de Les Arts en 2005, esto puede suponer un punto de colisión con el vecino teatro de ópera…

– No tiene por qué ser así. Es normal que una orquesta incluya en su programación alguna ópera. Cualquier orquesta debería hacer ópera, igual que cualquier orquesta de ópera -como la del Palau de Les Arts- necesita hacer repertorio sinfónico y exhibirse fuera del foso. Creo que hay espacio para todos. Así que programaremos todos los años una ópera en versión de concierto. Le puedo adelantar que la próxima temporada será La vida breve, de Manuel de Falla.  

– ¿Le gustaría dirigir una ópera en el Palau de Les Arts?

– Sí, claro. Debemos de profundizar en las relaciones y conjugar las programaciones. Realmente no somos rivales, mucho menos enemigos. Somos dos centros musicales que trabajamos en paralelo, cada uno con sus características y objetivos. No competimos, sino convivimos. La armonía es siempre fundamental. Más aún en el mundo de la música. Durante el tiempo en que el Palau de la Música ha estado cerrado, el Palau de Les Arts nos ha abierto con generosa amabilidad sus puertas y ha cobijado nuestros conciertos. Por ello, siento y sentimos un sincero agradecimiento. Sin duda, es una fortuna para nosotros ser vecinos y colegas de un gran teatro de ópera, como es el Palau de Les Arts. Y sé bien que Jesús Iglesias, su director artístico, tiene una estupenda cabeza musical.

– ¿Si le invitaran a dirigir una ópera en Les Arts. ¿Cuál le gustaría hacer?

– Pues… alguna de la Trilogía Mozart-Da Ponte: quizá Las bodas de Figaro. También El caballero de la rosa.

– Usted fue nombrado durante la anterior Corporación Municipal. De izquierdas, con Joan Ribó como Alcalde y Gloria Tello Presidenta del Palau de la Música . ¿Cómo se desenvuelve ahora, con la nueva Administración de  coalición PP-VOX, y con el nuevo director del Palau de la Música, Vicente Llimerá?

– Muy bien. Antes y ahora. Mi conexión con Llimerá y el Ayuntamiento, con la alcaldesa María José Catalá al frente, es óptima, afectuosa y profesional. Llimerá es, además, un músico experimentado. De alguna manera, siento que ahora me puedo concentrar más en la labor puramente musical, al liberarme de otros asuntos menos artísticos y más tediosos. Así que tengo el foco puesto en el desarrollo de la orquesta. Y algo que está claro: lo más esencial del Palau, su corazón, es la Orquestra de València. Está bien, por supuesto, que vengan orquestas invitadas, etcétera, pero el alma del Palau, el núcleo de su programación, es la OV. Por todo ello, la orquesta tiene que jugar en la primera liga. Es mi trabajo y responsabilidad. En este sentido, tenemos proyectos interesantes de grabaciones, transmisiones de conciertos y, por supuesto, salidas fuera de València. Pero hemos de ser muy cuidadosos y selectivos en todo lo que hagamos.

– ¿La música española y valenciana, la música contemporánea, tienen espacio en estos proyectos de expansión?

– ¡Por supuesto! De hecho, nuestro primer proyecto discográfico está basado en la música de Joaquín Rodrigo. Miramos también a Martín i Soler, Esplà y  otros grandes de la música de nuestro tiempo como el  valenciano Francisco Coll, que sentimos muy cerca, y el francés Pascal Dusapin. Definitivamente, desde el Palau de la Música estamos abiertos al futuro, ¡casi estamos en él! Justo Romero.

Publicado en el diario Levante el 26 de enero de 2024.

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