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Por Publicado el: 18/04/2018Categorías: Noticias

Fabio Biondi, el honor de la dimisión

Fabio Biondi

Justo Romero

Podría tomar nota la señora Cifuentes. La dimisión, cuando se hace en tiempo, forma y con razones, puede ser una salida airosa, airada a veces y casi siempre dignificadora. Fabio Biondi ha tenido el honor y el decoro de dimitir de su cuestionada posición de codirector musical del Palau de les Arts en cuanto se ha hecho público que ni un solo músico de su orquesta –la hoy muy diezmada Orquestra de la Comunitat Valenciana- lo quiere ver más sobre el podio. Que en un colectivo tan nutrido como una orquesta sinfónica no haya nadie que manifieste por ti el más mínimo aprecio profesional es un bofetón humillante ante el que sólo cabe la retirada y la reflexión.

Biondi, violinista reconocido en el ámbito de la música barroca y camerística, no era, sin embargo, el competente director musical que precisa un espacio tan eminentemente operístico como el Palau de les Arts y un conjunto del elevado nivel de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, integrada por instrumentistas de alto nivel acostumbrados a trabajar con maestros experimentados en el repertorio sinfónico y operístico. Es decir, la antítesis de lo que era y es el violinista palermitano.

El error aprofesional de Livermore de nombrar a su amigo y paisano como codirector musical era tan de bulto como el de Biondi al aceptar un puesto para el que no estaba capacitado. El desenlace, previsible desde el primer momento, desde que fue nombrado en enero de 2015, se ha demorado demasiado. Biondi no tenía espacio ni razón de ser en el Palau de les Arts, menos aún después de la sonada salida de Livermore, el pasado mes de diciembre. Intentó sobrevivir navegando “desmotivado” en la orfandad del padrino, incluso con argumentos y faroles tan peregrinos e impertinentes como que “estoy reservando fechas en mi calendario por si me prorrogan en Valencia”. Los músicos, temerosos de que los políticos pudieran renovar el contrato de Biondi ante los hábiles movimientos que éste estaba haciendo, se decidieron a hacer pública la famosa encuesta, realizada hace casi un año pero cuyo rotundo resultado han mantenido en elegante silencio durante todo este tiempo, aunque sí lo hicieron llegar en su día a la Conselleria de Cultura. Solo cuando han visto el riesgo de que renovaran el contrato del frustrado codirector musical, se decidieron a filtrar la encuesta a la Prensa para cortocircuitar cualquier posibilidad de prolongar la estancia del maestro no deseado.

La dimisión de Biondi supone su mayor acierto y mejor gesto desde que llegó al Palau de les Arts. Cierto es que no tenía otra alternativa tras la demoledora y humillante encuesta. Pero en un tiempo en el que cuesta tanto desprenderse del poder y abandonar poltronas, su decisión, aunque tardía e ineludible, merece aplauso y reconocimiento.

Han sido casi cien los directores que en la encuesta han recibido algún voto de los 52 músicos de la OCV (en la encuesta, cada profesor podía plantear hasta cinco nombres). Como Biondi, ni Roberto Abbado (minimizado bochornosamente por el tándem Livermore-Biondi) ni el principal director invitado Ramón Tebar (cuota valenciana) han recibido un solo voto de sus propios músicos. La humillación es total. A ellos les toca ahora tomar una decisión en la que solo cabe seguir el digno camino emprendido por Fabio Biondi.

 

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