DOS POSITIVAS MUESTRAS

Obras de Wuorinen, Schubert/Adolphe, Bach/Gubaidulina, Haydn/Harbison, Shostakovich/Hartke, Mozart/Iyer. Cuarteto  Brentano. Teatro Guimerá, 24-I-2013. Mahler: “Sinfonía nº 2, Resurrección”. Coral Reyes Bartlet, Coro de Cámara de Tenerife. Orquesta Sinfónica de Tenerife. Raquel Lojendio, soprano; Iris Vermillion, mezzo. Director: Michal Nesterowicz. Auditorio Adán Martín, 25-I-2013. Santa Cruz de Tenerife. 29 Festival de Música de Canarias.

El escuálido Festival nº 29 de las Islas Canarias, organizado, en medio de una evidente sequía económica, ha tenido, no obstante, algunos puntos de inflexión dignos de loa; como lo han sido los dos conciertos arriba consignados. El primero ha estado inteligentemente edificado en torno a una idea motriz muy atractiva resumida en el título “Fragmentos: conectando el presente con el pasado”. El Cuarteto norteamericano Brentano, afinado, bien aireado en sus formas, espirituoso aunque de relativo nervio y escaso poder sonoro, ha  encargado a distintos compositores que completen partituras inconclusas.

Nos han gustado especialmente los trabajos firmados por Gubaidulina –“Reflexiones sobre el tema Bach”-, que engarza, dentro de similar espíritu, con el “Contraounctus XVIII” de “El arte de la fuga”, Stephen Hartke, que da un nuevo valor a un Allegretto de Shostakovich, o el “Finale”, restallante y conciso, construido por John Harbinson para cerrar el “Cuarteto op. 103”de Haydn. Pentagramas de hoy, rítmicamente variados y de lenguaje muy libre, poblados de disonancias y de efectos de buena ley.

La segunda sesión nos ha permitido conocer al polaco Michal Nesterowicz, artista de longilínea figura, amplios y móviles brazos, segura conducción y firme criterio. Sabe lo que son las diferenciaciones dinámicas y el manejo de los  planos sonoros. Acentuaciones concisas y justas, donde no se logró la plenitud, en el primer movimiento; elegantes dibujos, y adecuado balanceo en el segundo, urgencias rítmicas en el tercero, toque misterioso en el cuarto y energía, dejando espacio para lo espiritual, en el quinto, bien coronado por la gigantesca peroración postrera. Los dos coros mantuvieron un interesante grado de afinación y consiguieron temple y empaste en la refinada entrada “Aufstehen, ja aufstehen wirts du”, en la que los acompañó con delicada unción la soprano Raquel Lojendio. La mezzo Vermillion cantó con estilo, muy expresivamente, “Urlicht”, aunque estuvo perjudicada por una cierta gangosidad y oscilaciones de emisión. Arturo Reverter