Festival de Múnich

Sencillez inteligente para Verdi y Strauss

«Falstaff» de Verdi. A.Maestri, M. Cavaletti, J. Camarena, U. Ress, R. Botta, T. Nazmi, V. Gens, E. Tsallagova, E. Podles, A. Morel. Coro y Orquesta de la Opera Bavara. E. Gramss, dirección de escena. S. Soltesz, dirección musical. Múnich Staatsoper, 6 de julio.

«Ariadne auf Naxos» de Strauss. S. Koch, B. Javanovich, D. Fally, E. Westbroek, etc. Orquesta de la Ópera Bávara. R. Carsen, dirección escénica. B. de Billy, dirección musical. Prinzregententheater. Múnich, 7 de julio.

Tenemos un refrán que reza «Ni tanto, ni tan calvo». Me quejaba en mi crítica de la sobreabundancia escénica en «Il Trovatore» que abría el Festival de Munich. Pues bien, las puestas en escena de «Falstaff» y «Ariadne auf Naxos» suponen justo lo contrario, sólo que superan brillantemente la prueba por la inteligente dirección actoral. En el título verdiano sólo hay un círculo giratorio en el suelo, rodeado por una fina tela en forma de ciclorama que cubre todo el espacio posterior. Luego apenas una silla, unos tenderetes con ropa tendida,  un biombo y el imprescindible baúl. El resto es vestuario. Tal sencillez tiene la gran ventaja de obligar a que los artistas actúen y ahí radica la inteligente apuesta de Erika Gramss. A ello se añade la eficaz dirección orquestal de Stefano Soltesz y un reparto consistente y homogéneo, en el que destaca la experiencia en el papel protagonista de Ambrogio Maestri, con voz poderosa cuando quiere y cansada cuando las circunstancias lo requieren. El tenor mejicano Javier Camareno como Fenton y Véronique Gens como Alice son bazas sólidas, como también la aparición estelar de Ewa Podles, debutante a estas alturas en Múnich, como Mrs. Quickly.

No puede dudarse de la talla de Robert Carsen como regista, aunque a veces sus propuestas caigan en el disparate. No es el caso de la elegante «Ariadne auf Naxos», en la que reinterpreta el libreto sin traicionarlo, utilizando simplemente la caja escénica del precioso Prinzregententheater, un teatro perfecto para las dimensiones camerísticas de la partitura, y mucho movimiento de ballet. Bertrand de Billy dirige con convencimiento y supera las expectativas existentes. En el formidable reparto destacan la entrega resuelta de Sophie Koch como el compositor; la seguridad en las coloraturas y notas altas de una Daniela Fally, graciosísima además escénicamente y el buen hacer de tenor y soprano, Brandon Javanovich y Eva-María Westbroek, triunfadores en su difícil escena final, aunque Westbroek se destemple y llegue a calar en tres o cuatro notas agudas en forte. Las ovaciones finales no cesaban en premio a una función redonda. Gonzalo Alonso

Fotos:  Foto: Wilfried Hösl