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Por Publicado el: 07/09/2022Categorías: Colaboraciones

La Celestina de Felipe Pedrell: la resurrección de la gran alcahueta

El Teatro de la Zarzuela rescata en dos funciones en versión concierto los días 9 y 11 de septiembre la ópera La Celestina de Felipe Pedrell 120 años después de que fuera escrita, con dirección del maestro García-Calvo

Guillermo García Calvo, director musical de los dos pases de La Celestina de Pedrell

Que, finalmente, la ópera de Felipe Pedrell “La Celestina” pueda verse en el escenario del Teatro de la Zarzuela es, en palabras del veterano musicólogo Emilio Casares, “un acto de inteligencia en el que se repara un auténtico delito cultural” que ejemplifica mejor que ningún otro caso el peso y lo que significa ser compositor en España. Y el peso no solamente hace referencia a lo voluminoso de manuscrito original, con nada menos que 750 páginas, sino a una de las obras indispensables de comienzos del pasado siglo XX, de quien fue una de las figuras clave de nuestra historia musical, con un extenso catálogo que supera las 300 óperas.

Cuenta el erudito Casares que el estreno de la obra costaba en su día, a comienzos del siglo XX, 10.147 pesetas. Quizá una fortuna, seguro que pensó alguien, como para gastarla en fuegos fatuos. Lo cierto es que el estreno se aparcó y quedó varado hasta 1914, mala fecha, pues el ruido de sables de la Primera Guerra Mundial ya se dejaba sentir. Manuel de Falla trató en su día de subirlo a escena, pero los intentos por hacerlo posible no dieron sus frutos y ni en el coliseo de la calle Jovellanos ni en el Teatro Real pudo verse.

Obra de madurez

De ahí que el hecho de que la temporada de la Zarzuela arranque, aunque sea en versión concierto, con este merecido y justo rescate, es de agradecer. Un estreno absoluto que llega con excesivo retraso, pues su estreno estaba previsto que se hubiera realizado en 1902 en el Liceu. No obstante, 120 años después de que fuera escrita por el compositor, entonces en su etapa de madurez, la pieza, basada en la tragicomedia de Fernando de Rojas, cobra vida y se convierte en la decimosexta pieza que recupera el Teatro de la Zarzuela en su labor de salvaguardar y difundir el género lírico español. Apenas unos fragmentos aislados interpretados por Paul Casals en el pasado siglo es lo único que hasta la fecha se ha podido escuchar.

Daniel Bianco, director del coliseo, habló de esta resurrección con orgullo y que sirve, al tiempo, “para recordar el centenario del maestro”, que acaba de cumplirse. Junto a él, el titular del foso y que dirigirá la ópera, Guillermo García-Calvo, y todo el elenco, del primero al último artista. El director de orquesta aseguró sentirse orgulloso de “poder recoger los frutos de tan inmenso trabajo”, en alusión a la revisión de la partitura, a cargo de David Ferreiro, en palabras del maestro, “la más compleja, larga y densa de las que he preparado en este teatro«. Posee una escritura muy sinfónica con añadido de voces”. De hecho, su caballo de batalla, léase reto, ha sido “que la orquesta no tapara las voces”.

Al estilo wagneriano

Sobre la dificultad de los papeles puso el ejemplo del de Calisto, cantado por el tenor Andeka Gorrotxategi, “que es como multiplicar por tres Cavalleria, con un verismo agudo que incluye hasta un do de pecho, lo mismo que el que interpreta la soprano Miren Urbieta-Vega (Melibea), con intervenciones de carácter folclórico a las que se suma una vocalidad romántica”. Para García-Calvo la obra de Pedrell “está compuesta al estilo de la gran ópera francesa y al estilo wagneriano. Creo que es un grandísimo proyecto con el que vamos a hacer historia”, añadió.

El papel de Celestina iba a cantarlo en principio la mezzo Ketevan Kemoklidze, que, de manera inexplicable, según aseguró Bianco, se cayó del cartel. Entonces, mediado el mes de agosto, tuvo que buscar una sustituta: Maite Beaumont era la elegida. Quince días sin descanso han sido suficientes para convertirla en la alcahueta más conocida de la historia literaria, y ahora lírica. Para la cantante el papel “tiene las dificultades del estilo de Farinelli y cantarlo supone un reto. Lo estoy dando todo, estoy en mi límite. Miren Urbieta-Vega define la obra como “una página en blanco que tenemos que escribir entre todos”. Gorrotxategi coincide con el resto del reparto en la dificultad vocal tanto de su personaje, Calisto, como del resto.

El barítono Juan Jesús Rodríguez (Sempronio), “orgulloso de defender nuestro repertorio”, insiste en la dificultad extrema que “La Celestina” significa para las voces: “Es una ópera que está muy bien defendida por todos los cantantes. En mi caso, no está en una zona fácil para el barítono”, comenta. Para el bajo Simón Orfila, que da voz a Parmeno, ha sido clave la actitud del director de orquesta “que te sigue, te espera y está pendiente de las dinámicas”. Junto a ellos, los cantantes Sofía Esparza (Lucrecia), Lucia Tavira (Elicia), Gemma Coma-Alabert (Areúsa), Javier Casteñeda (Pleberio), Mar Esteve (Tristán) e Isaac Galán (Sosia). Gema Pajares

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