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Por Publicado el: 19/06/2012Categorías: Crítica

LA DISCRECIÓN COMO VIRTUD

LA DISCRECIÓN COMO VIRTUD        

 

Lieder y canciones de Loewe, Schubert, Schumann, Stanford, Sullivan y Britten. Gerald Finley, bajo-barítono. Julius Drake, piano. Teatro de la Zarzuela. 18-6-2012.

A partir del curso que viene esta serie de conciertos, patrocinado hasta ahora por la Fundación Caja de Madrid, pasa a depender del CNDM, lo que evita, afortunadamente su desaparición. Para cerrar la temporada se contaba con Gerald Finley, un cincuentón de buen ver, excelente planta y sobrias maneras. No es en puridad un bajo-barítono, sino, creemos, un barítono con buenos y aun excelentes graves. El timbre, grato, es lírico, de buena pasta y redondez, la extensión apreciable, con audible, bien que no rotunda sonoridad, de las notas graves y un discreto aseo en la zona aguda, hasta un mi o un fa, que el cantante pudo poner en evidencia en “Der Schatzgräber” de Schumann.

Es artista seguro, de emisión fluida y fraseo bien cincelado no exento de elegancia; no muy expresivo, pero musical, lo que permitió, por ejemplo, una interpretación más que digna del maravilloso lied “Erlkönig” de Schubert, aunque sin llegar la alucinación última. No está en el secreto de las más matizadas coloraciones y de los más vívidos contrastes, lo que supuso que las extensas baladas de Loewe o Schubert nos fueran ofrecidas con una cierta pesantez, reforzada por la adopción de tempi en exceso prudentes. Lo que se puso de manifiesto también en un lied como el refrescante “Der Einsame” de Schubert.

Los registros de Finley quedaron probados en su actitud para reproducir piezas de muy distinto signo, como las canciones populares de Britten. Así “I wonder as I Wander”, en la que aplicó una sugerente voz plana. En todo momento se puso de relieve el acoplamiento con el pianista Drake, matizado y expresivo, bien que de digitación no siempre clara. Dos bises: una nueva canción popular de Britten y el lied “Die Lotosblume” de Schumann, muy bien dicho, que ambos intérpretes tuvieron el buen gusto de dedicar a la memoria del recientemente desaparecido Dietrich Fischer-Dieskau, maestro de maestros. Arturo Reverter

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