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Por Publicado el: 29/04/2014Categorías: Crítica

La marejada (Maror) se convierte en mar muy gruesa en Valencia

La marejada (Maror) se convierte en mar muy gruesa en Valencia

MAROR (M. PALAU)
Palau de Les Arts de Valencia. 27 Abril 2014.

El Palau de Les Arts ha programado esta ópera del compositor valenciano Manuel Palau (1893-1967) por motivos que resultan incomprensibles desde un punto de vista artístico y que no parece responder sino a presiones políticas, teñidas de aires populacheros y, como tantas veces ocurre, demagógicas e ignorantes. No puedo hacer sino recordar el famoso dicho de Lope de Vega: Como lo paga el vulgo es justo,  hablarle en necio para darle gusto.

No estoy en contra de que se recuperen óperas olvidadas, pero hay que hacerlo de otra manera. Ni deben tener cabida en el abono de una temporada de ópera ni se deben ofrecer en condiciones musicales y vocales tan precarias. Si lo que se trata es de hacer un acto de exaltación al valencianismo hay otras maneras de hacerlo. La mano de los
políticos es demasiado larga, aunque esto no exime de responsabilidad a la dirección del Palau de Les Arts, no por haber cedido a presiones políticas, lo que es comprensible, sino por las decisiones artísticas tomadas. Hasta entendiendo que hay que cuadrarse ante la demagogia de la autoridad y hay que hacer un reparto valenciano, hay mejores alternativas sin salir del antiguo reino. El resultado artístico ha sido el peor al que he asistido en el Palau de Les Arts desde su inauguración.

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El valenciano Manuel Palau fue un compositor que escribió numerosas obras musicales, entre las que destacan las que hizo para bandas de música, tan numerosas en la región valenciana, escribiendo también alguna zarzuela, ballets y esta única opera que ahora nos ocupa. Manuel Palau escribió Maror en 1956, pero no fue estrenada (en versión de concierto) sino en el año 2002 en el Palau de la Música de Valencia. Las representaciones actuales de la ópera suponen el estreno de la ópera versión escénica.  La obra, por su tipo de escritura y su tema, responde a una mezcla de verismo y folklorismo, siendo el trabajo de un compositor solvente y no particularmente inspirado. Es una obra más propia para compartir escenario con otra y no para representarse sola. La ópera es de ambiente valenciano y escrita en dicha lengua y presenta un extraño triángulo amoroso, formado por la protagonista Rosa, Toni y Tonet, siendo estos últimos padre e hijo. La cosa termina trágicamente, como no puede ser de otra manera, con la muerte de los dos hombres en una marejada (Maror), que, por los resultados artísticos, más parecería una mar muy gruesa que una simple marejada.

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La producción escénica lleva la firma del valenciano Antonio Díaz Zamora y su trabajo es lo más aceptable de todo el espectáculo. La escenografía de Manuel Zuriaga es simple, a base de paneles móviles, que viene  a representar el esqueleto de madera de un barco de pesca, con el escenario cubierto de arena, como si de una playa se tratara, y un arroyuelo en el frente del escenario. Al fondo se proyectan imágenes marinas. El
vestuario de Miguel Crespí resulta adecuado y folklorista, respondiendo a  los años 40 del siglo pasado. Iluminación correcta, sin especial relieve, de Carles Alfaro. La dirección escénica no tiene mucho interés, con las masas muy estáticas y los solistas un tanto cortos en sus habilidades escénicas. En resumen, es una producción de coste reducida, adecuada y que no molesta.

Otro valenciano estaba al frente de la dirección musical. Se trata de Manuel Galduff, cuya lectura de la obra no me permite llegar a saber muy bien la calidad de la misma, ya que se limitó a sacarla adelante, ofreciendo más ruido que otra cosa, sin matices de ningún tipo y mostrándose inmisericorde con los pobres solistas en escena. La Orquesta de la Comunitat Valenciana demostró profesionalidad y calidad. Buena la actuación del Coro de la Generalitat Valenciana. Bastante deficiente el llamado Ballet de la Generalitat, que era un grupo de danzas, que podían haber pertenecido a aquellos que se ofrecían como de Educación y Descanso.

El reparto vocal fue deficiente. Más que eso, fue malo y hasta bochornoso. Aquí sí que la responsabilidad de la dirección del Palau existe.

La protagonista de la ópera es Rosa, la novia de Tonet, al que se ha dado por muerto, y que se casa con Toni, el padre del desaparecido, comenzando el dramático triángulo amoroso. Su intérprete fue la soprano valenciana Minerva Moliner, cuya actuación fue vocalmente deplorable. Es una de las voces más feas que he escuchado en mi vida. La parte superior es estridente y fea como no puede imaginarse. Además de eso, que ya es bastante, es una soprano ligera, que jamás puede interpretar un personaje dramático, como es el de Rosa. ¿Nadie de la dirección artística del Palau la había escuchado? ¿Se quedaron sordos? ¿Fue también imposición de los necios?

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Javier Palacios fue Tonet, y ofreció la voz engolada de siempre, con problemas técnicos notables en la zona de paso y que en muchas ocasiones resulta tapado por la orquesta. Tampoco como intérprete tiene mucho interés.

Josep Miquel Ramón fue Toni y su actuación fue más aceptable, aunque tuvo problemas en la zona alta (de hecho, galleó) y su afinación dejaba que desear.

Sandra Ferrández fue lo más adecuado del reparto en la parte de Teresa, la hermana de Rosa y enamorada también de Tonet. La voz es atractiva, aunque reducida. Desde luego habría sido mucho más adecuada como Rosa que su colega Moliner.

En los personajes secundarios cumplieron Cristina Faus (María, la hermana de Toni) y María Luisa Corbacho (Anna).  Bastante basto el Tio Estrop, interpretado por Bonifaci Carrillo.

Quizá hayan adivinado que todos los cantantes tenían como principal cualidad la de ser valencianos, con la excepción de María Luisa Corbacho (mallorquina).

El Palau de Les Arts ofrecía una ocupación de alrededor del 90 % del aforo. El público era muy distinto al de otras ocasiones. La recepción a los artistas fue cálida, con algunos gritos desaforados y aislados de supuesto entusiasmo.

La representación comenzó con 4 minutos de retraso y tuvo una duración de 1 hora y 50 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 17 minutos. Cinco minutos de aplausos.

La entrada más cara costaba 90 euros, mientras que la más barata con visibilidad valía 28 euros. José M. Irurzun. 

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