La «sicalipsis» pone patas arriba la Zarzuela

Si hay alguien que conoce al dedillo esa zarzuela traviesa, mal llamada «de género ínfimo», que hizo feliz al público de principios de siglo, ese es Enrique Viana. El Teatro de la Zarzuela nos da la oportunidad, de mañana al 28 de mayo, de acercarnos de su mano a dos obras que parecen pequeñas, pero que fueron compuestas por dos grandes: Enseñanza libre, de Gerónimo Giménez (1901), y  La gatita blanca, de Giménez y Amadeo Vives (1905).

Julita Pons

Fue aquélla una época en la que, también por motivos económicos, se redujo el género musical del melodrama al llamado «teatro por horas» y a la sicalipsis y al descaro como forma de vida. Pero nos consta por la crítica que el estreno de  La gatita blanca en el Teatro Cómico fue un éxito innegable, en un Madrid que, sin televisión ni apenas fútbol, salía a la calle a divertirse y a ver las piernas de la que se dice fue amante de Alfonso XIII y estrenó la obra, la gran Julita Pons.

En su fervor por agradar al público del siglo XXI, al que ya no le escandaliza que un gatito muy travieso le haga un «chichón» a la cupletista del que salgan unos cuantos gatitos, Viana, de naturaleza capaz de hacer cualquier cosa (y todas dignamente), desde cantar a actuar, de hacerte un traje de lentejuelas a dirigir escena, ha versionado, revisado y trasladado al presente las dos obras de Giménez -el «mejor orquestador del siglo XX», ha resaltado- y de Vives, aunque lo ha hecho eliminando el libreto de Enseñanza Libre, mientras que conserva la música y las letras originales de ambas funciones.

Enseñanza Libre, estrenada en el Teatro Eslava de Madrid en 1901 con guión de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios, se desarrolla en un internado en el que se enseña a mujeres jóvenes cómo encontrar marido y donde se inculca que aquella que no consiga casarse es una «fracasada». «Esto no se puede decir en el siglo XXI. Es ofensivo», ha subrayado Viana, al tiempo que ha añadido que, en el caso de La Gatita Blanca, ha dejado todo el argumento pero ha eliminado las partes en las que ha tenido «dudas».

Divertido es saber que Enseñanza libre se pudo llevar a escena en su estreno gracias al dinero negro de una tal Mariano Conde que había falsificado un talón de un millón de reales de la cuenta de Manuel García Gutiérrez… ¡cosas de Madrid!

Daniel Bianco, Director del propio teatro y escenógrafo del espectáculo, ha creado un escenario en el patio de butacas, sustituyendo el suelo por un inmenso espejo que hace reflejar la lámpara de más de 600 kilos de la sala.