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Por Publicado el: 20/02/2013Categorías: Crítica

LES CONTES D’HOFFMANN (J. OFFENBACH) EN EL LICEO

LES CONTES D’HOFFMANN (J. OFFENBACH). Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 17 y 19  Febrero 2013.

Es bien sabido que esta obra de Jacques Offenbach se estrenó tras su  muerte, viéndose acompañada de un gran éxito. Ambas circunstancias han hecho que a lo largo de los años los cambios y añadidos en esta ópera han sido numerosos, lo que ha hecho que nos encontremos con distintas versiones y varias ediciones distintas, de modo que es difícil encontrar dos versiones idénticas de la ópera. El Liceu ha ofrecido la edición integral que de esta ópera hicieron Michael Kaye y Jean Chistopher Keck en los años 90, cuyas novedades más importantes aparecen, como siempre, en el acto de Venecia, desapareciendo el septeto, aparte de algunos cambios musicales y de texto. Me temo que seguirán apareciendo nuevas ediciones, ya que al interés musicológico se une el económico, en forma de derechos de autor.

La valoración global de esta representación, que ofrece el primer reparto de los reunidos por el Liceu, ha sido en gran parte decepcionante, especialmente en lo que se refiere a los apartados vocal y escénico.

El Liceu ha ofrecido una nueva producción del francés Laurent Pelly, en coproducción con San Francisco y Lyon. Pelly es un director de escena que ha cosechado importantes éxitos en sus producciones de La Fille du Regiment y de Manon y siempre se tienen grandes expectativas ante sus trabajos. En esta ocasión las expectativas han venido seguidas de decepción, como tantas veces ocurre. Narra la historia en un ambiente oscuro y gris, privando a la escena de todo colorido, lo que se puede entender en el acto de Antonia, pero no en los demás y, particularmente,  en el de Giulietta.  La escenografía de Chantal Thomas ofrece una serie de paneles reversibles, cuya facilidad de movimientos consigue que los cambios de escena tengan una gran rapidez, pero no mucho más interés ofrece. De hecho, lo que ocurre es que la facilidad de movimientos de los decorados hace que los cambios de escena sean casi continuos, llegando a cansar tanto movimiento. En general, son escenas de interior, con paredes cerradas. El vestuario se debe al propio Laurent Pelly y responde a la época del estreno de la ópera (1881) y resulta poco atractivo. Lo más conseguido de la producción consiste en los movimientos de la muñeca Olympia, tanto en su arranque en una cesta de una gran grúa (tipo la Fura dels Baus en la tetralogía de Valencia) como en sus evoluciones posteriores,  patinando en su dueto con Hoffmann. A esto habría que añadir el notable juego que saca Pelly a las apariciones sorpresivas del doctor Miracle en el acto de Antonia.  Por el contrario, el Prólogo, Epílogo y, sobre todo, el acto de Giulietta, resultan muy poco interesantes. Finalmente, la iluminación de Joël Adam funciona bien, aprovechando el ambiente oscuro de toda la producción. No deja de ser una originalidad gratuita hacer que Hoffmann mate a Giulietta al final del acto de Venecia.

La dirección musical estuvo encomendada al francés Stéphane Denève, cuya lectura me resultó adecuada y hasta buena, salvo algún exceso de volumen. A sus órdenes tuvo una buena actuación de la Orquesta del Liceu, que parece estar mejorando respecto de pasadas temporadas. Supongo que se empieza a notar la mano de su titular, Josep Pons. Musical  y escénicamente, intachable el Coro del Liceu, uno de los grandes pilares de este teatro.

Inicialmente, el rol protagonista del poeta Hoffmann estuvo encomendado al italiano Vittorio Grigolo, pero, por razones desconocidas para mí, canceló hace ya algún tiempo y el sustituto ha sido el americano Michael Spyres, que ha resultado un insuficiente intérprete del personaje. Hace algo más de 3 años Michael Spyres cantaba en Bilbao el personaje del Aprendiz en Billy Budd, dejando una positiva impresión, aunque se trataba de un papel muy secundario. A partir de ese momento, el americano ha seguido una carrera ascendente, habiendo afrontado personajes de gran complejidad vocal, como Raoul en Hugonotes o el mismo Baldasarre en Ciro en Babilonia el pasado verano en Pésaro. Su paso por Hoffmann es un error. Spyres es un tenor lírico-ligero y Hoffmann necesita una voz de mayor peso. Bastará con recordar que los últimos  Hoffmann en el Liceu  han sido Alfredo Kraus y Neil Shicoff. Michael Spyres ofrece una voz atractiva y de tamaño un tanto reducido, que va teniendo más y mas problemas en la parte superior de la tesitura conforme avanza la representación. Los problemas comenzaron en el acto de Antonia y nos hicieron temer lo peor en el de Giulietta. Puede funcionar en otro repertorio, pero no en Hoffmann.

La mezzo soprano canadiense Michèle Losier ofreció una voz atractiva en los  personajes de Nicklausse y la Musa, manejando bien su instrumento. El mayor problema en su caso es que la voz es muy pequeña para un teatro grande como el Liceu. En la Barcarola casi no se le escuchaba.

Natalie Dessay estuvo anunciada como la única intérprete de las 4 Heroinas de la ópera, pero hace ya algún tiempo que lo pensó mejor y decidió afrontar únicamente la parte de Antonia. La soprano francesa sigue siendo una excelente cantante, pero no pasa de ser una soprano ligera – para algunos, una lírico-ligera – que incluso resulta escasa para el personaje de Antonia.  Fue una notabilísima actriz en el escenario, como lo ha sido siempre.

La americana Kathleen Kim fue la intérprete de la muñeca Olympia y tuvo una destacada actuación. Perfectamente a punto en términos vocales y muy desenvuelta en escena. Una excelente elección.

La soprano rusa Tatiana Pavlovskaya ofreció una voz oscura y atractiva en el personaje de Giulietta, pero pasó desapercibida en su interpretación. Es de esas voces de las que uno se olvida pronto.

Laurent Naouri ha interpretado muchas veces a los 4 Diablos (Lindorf, Coppelius, Doctor Miracle y Dapertutto) y mostró una gran desenvoltura escénica. Vocalmente, cumplió bien, con su conocido problema de tener las notas altas demasiado blanquecinas.

En los papeles secundarios hay que destacar la aportación de Carlos Chausson en un excelente Crespel. Muy bien, como siempre, Francisco Vas en los cuatro cameos (Andrés, Cochenille, Frantz y Pitichinaccio), particularmente divertido en la interpretación de los cuplés de Frantz. Buena la actuación de Manel Esteve Madrid como Spalanzani. Susana Cordón fue una Stella no particularmente brillante. Adecuada, Salomé Haller como Madre de Antonia. Isaac Galán estuvo bien como Schlémil (muy recortado en esta versión) y Hermann. Correctos tanto Alex Sanmartí (Luther) como Airam Hernández (Nathanael).

El Liceu ofrecía un buen aspecto, con una entrada quizá superior al 95 % del aforo.  Apenas hubo aplausos a escena abierta, excepto para Olympia y los cuplés de Frantz. En la recepción final hubo bravos para Kathleen Kim, Natalie Dessay y Laurent Naouri. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 3 horas y 45 minutos, incluyendo dos intermedios de 53 minutos en total, además de unas brevísimas paradas para cambios de escena. La duración puramente musical fue de 2 horas y 50 minutos. Los aplausos finales se prolongaron durante casi 6 minutos. El precio de la localidad más cara era de 235 euros, siendo el precio de la butaca de platea de 174 euros. En los pisos superiores había localidades entre 140 y 98 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 40 euros, habiendo también otras con visibilidad reducida o nula por y 30 y 14 euros, respectivamente. José M. Irurzun

Fotografías: Cortesía del Liceu de Barcelona. Copyright: A. Bofill

 

LES CONTES D’HOFFMANN (J. OFFENBACH). Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 19 Febrero2013.

 

Estas representaciones de Les Contes d’Hoffmann han contado con un segundo reparto, que es del que ahora paso a ocuparme.

Nada cambia respecto de la producción escénica de Laurent Pelly, que me sigue resultando corta en general, siendo lo mejor conseguido los actos de Olympia y Antonia, mientras que el de Giulietta es el que sale peor parado,  sin que Prólogo y Epílogo consigan despertar el interés del espectador.

La dirección de Stephane Deneve ha estado en la misma línea que en el primer reparto. Una buena lectura, en la que me sorprendió que el acto de Antonia lo llevó con más lentitud que el día anterior.

El  nuevo Hoffmann era el jerezano Ismael Jordi, que resultó bastante poco adecuado a las exigencias vocales del personaje. Jordi es un refinado cantante, pero es demasiado ligero para Hoffmann, resultando su timbre más nasal de lo habitual y su canto de una mayor monotonía, por su falta de adecuación. No tuvo problemas de tesitura, a diferencia de lo que ocurriera con Michael Spyres.

Estas representaciones  ofrecían inicialmente una única soprano para los tres personajes femeninos – cuatro, si añadimos el episódico de Stella -. En el primer reparto se anunciaba a Natalie Dessay y en el segundo a la cubana Eglise Gutiérrez. Ya comenté hace un par de días que la francesa decidió abordar únicamente la parte de  Antonia.  Eglise Gutiérrez renunció a Olympia, cantando  únicamente las partes de Antonia y Giulietta. La verdad es que no me extraña, ya que no veo por dónde puede salir bien parada esta soprano en el personaje de la muñeca, como tampoco del de la cortesana, cuya tesitura le queda muy grave, resultando forzada y casi inaudible. Para Antonia resulta más adecuada, pero tampoco es una intérprete ideal, aparte de algunas medias voces de calidad, ya que su instrumento pierde  armónicos cada vez que la tesitura asciende. Unas veces tiene dificultades en las notas altas y otras, en cambio, las resuelve bien. No deja un gran recuerdo

Con la decisión de Eglise Gutiérrez de escaparse de Olympia, pudimos de nuevo disfrutar de la actuación de Kathleen Kim como la muñeca, que ha sido lo mejor de los dos repartos.

La Musa y Nicklausse fueron interpretadas por la mezzo catalana Gemma Coma-Alabert, quien lo hizo bien, salvo unos sonidos abiertos por arriba, que resultan  poco atractivos.

El americano Oren Gradus se ocupó de los 4 Diablos y lo hizo sin pena ni gloria. Le falta amplitud a su instrumento para poder resultar suficientemente amenazador y creíble en estos personajes.

En los personajes secundarios los mejores fueron  Carlos Chausson (Crespel), Francisco Vas (los 4 cameos) y Manel Esteve Madrid (Spalanzani). Cumplieron bien Isaac Galán (Schlemil), Alex Sanmartí (Luther) y Airam Hernández (Nathanael), mientras que los más flojos fueron Salomé Haller (Madre de Antonia) y Gabriel Diap (Hermann).

El Liceu presentaba huecos notables,  en una entrada que no llegaría al 85 % del aforo. Los huecos abundaban en las localidades más caras. El público se mostró más cálido que en el primer reparto. Las mayores ovaciones fueron para Kathleen Kim. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total  de 3 horas y 49 minutos, incluyendo dos intermedios. La duración estrictamente musical fue de 2 horas y 53 minutos, es decir 3 minutos más que en el primer reparto, estando toda la diferencia en el acto de Antonia. Los aplausos finales se prolongaron durante 5 minutos. El precio de la localidad más cara era de 105 euros, costando 90 euros la butaca de platea. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 78  y 35 euros. Había entradas con visibilidad reducida o nula por 25 y 13 euros, respectivamente. José M. Irurzun

Fotografías: Cortesía del Liceu. Copyright: A. Bofill

 

 

 

 

 

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