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DEL PIANO MÁS EXQUISITO
Homenaje a Celibidache: La "Cuarta" de Bruckner en Madrid con Barenboim y en Munich con Haitink
Por Publicado el: 23/01/2012Categorías: Crítica

MANDO EN PLAZA

MANDO EN PLAZA
Obras de Beethoven y Berlioz. Orquestas Nacional. Director: Rafael Frühbeck de Burgos. Auditorio Nacional, Madrid. 20-1-2012.

Ha vuelto Rafael Frühbeck, director emérito de la Nacional, al podio de la orquesta de la que fue titular durante 15 años, de 1963 a 1978. Nunca ha perdido el contacto con ella y regresa con frecuencia para dejar demostrado que su estilo directorial sigue siendo el mismo, para bien y para mal. Por supuesto y en primer lugar exhibiendo aquello que Fernández Cid denominaba “mando en plaza”. Su autoridad continúa siendo indiscutible, por seguridad, memoria, gesto imperante, claro en su permanente subdivisión del compás, ajuste y contundencia.
Nunca fue un maestro exquisito, de musicalidad reconocible, pero sí un experto modelador de estructuras sinfónicas, que levanta con pericia y singular firmeza, aunque en la construcción de las líneas básicas peque por defecto. Su mirada, dirigida a la totalidad del edificio, suele marginar valores no aparentes, sutilezas que también intervienen en los entresijos de la música y que van de la aplicación de una dinámica, de una gradación de intensidades bien aquilatada a la exposición de un fraseo elegante, un legato adecuado o un colorido orquestal depurado. En el concierto que comentamos hemos visto la mejor versión del director.
La “Sinfonía Fantástica” de Berlioz, obra excesiva, descriptiva de hechos y de emociones, que no plantea la elaboración de un código constructivo que nazca de las tensiones y distensiones que la forma sonatístico-sinfónica exige, es magnífico banco de pruebas. Hizo sonar bien a la Nacional, dibujó el panorama melodramático de la obra con tino y edificó los accidentes de la narración sin problemas. Interpretación musculada, cantada con intención a ratos y con detalles de interés, como el de la participación del excelente primer trompeta en unas intervenciones desconocidas. Cuatro arpas apuntalaron el conjunto. Nos convenció menos la interpretación del “Concierto nº 5, Emperador”, de Beethoven, más bien cuadriculada y pesante, donde tocó, no siempre limpiamente, el pianista Emanuel Ax, de sonido atractivo pero digitación discutible. Arturo Reverter

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