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Por Publicado el: 01/04/2009Categorías: En la prensa

Mortier y la birria de directores que se trae de la mano a Madrid

EL BLOG DE PECHO de Rubén Amón
1 de abril de 2009.- Ya habíamos prevenido en este blog sobre los riesgos musicales que supone la llegada de Gérard Mortier a Madrid. Y no por la fobia del intendente belga hacia Puccini y el star system como porque se va a presentar en el Teatro Real con una inquietante baraja de directores de orquesta. Empezando por el temible Sylvain Cambreling, serial killer en el foso, y terminando por el fichaje extravagante de Teodor Currentzis.
Conductor: Teodor Currentzis, The National Philharmonic of Russia
Si ustedes conocen al maestro griego quiere decir que pertenecen a su familia o que poseen una preocupante erudición o que las circunstancias de sus vidas les han conducido accidentalmente a Siberia, o las tres cosas a la vez. Quizá se trate de un arma secreta mortierista y de la reencarnación de Dimitri Mitropoulos, pero la reputación de Currentzis está por constituirse. El tipo no aparece todavía en las voces de Wikipedia ni ha logrado demasiado crédito en los teatros de primera línea. De hecho, su principal cantera laboral se ubica en la remotísima Opera de Novosibirsk.
Mortier, según parece, va a asignarle dos títulos en su temporada bautismal de Madrid. El resto de las óperas se las repartirán Sylvain Cambreling, Pablo Heras y Hengelbrock, así es que los opositores a la figura de López Cobos van a encontrarse ahora la sorpresa de un ‘dream team’ impropio de un teatro que ha cambiado de rumbo en nombre de ‘la excelencia’.
¿Es excelente Cambreling? ¿Ha hecho Pablo Heras suficientes méritos como para convertirse en punto de referencia? ¿Qué razones van a esgrimirse para justificar la incorporación postsiberiana de Currentzis?
El cuarto nombre, Henglebrock, no lo metemos entre interrogaciones porque es un buen conocedor del repertorio del clasicismo y un maestro competente, aunque sendas aptitudes no lo convierten en un director de primera fila ni justifican que se haya defenestrado a López Cobos.
Un teatro necesita la referencia de un titular para tonificar la orquesta y organizar la sala de máquinas. Madrid lo había encontrado sin que, además, la dependencia bilateral contradijera un ajetreo interesante y plural de directores en el foso: Claudio Abbado, Jiri Belohlavek, Hogwood, Christie, Steinberg, Inbal, Bolton, McCreesh son algunos de ellos.
Mortier rechaza la figura de un maestro titular a contracorriente de cuanto ocurre en las grandes casas de ópera. Y había prometido, a cambio, aterrizar en el Real con sus grandes directores de confianza.
¿Va a poder hacerlo? La reputación histórica de la Opera de París y los recursos presupuestarios han permitido a Mortier maquillar las desatenciones hacia la música con los nombres de Gergiev, Salonen u Ozawa. Son la excepción a la mediocridad de la temporada –Currentzis dirige Macbeth esta semana y Cambreling despacha los títulos capitales-, pero GM los ha incorporado a su discurso propagandístico para demostrar que trabaja con maestros sublimes y que le preocupa la partitura.
Sería interesante que los presionara para traerlos a Madrid. En caso contrario, bostezaremos al compás de Currentizis y de Cambreling.

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