Ni agua
Ellos dos se quedaron sin empleo al encer sus contratos. Uno tras siete años y el otro tras cinco. Su empresa no les organizó ningún tipo de despedida, por lo que ellos solicitaron se les dejara alguna sala en donde despedirse de sus compañeros de trabajo, pagando de su bolsillo. No les dieron ni agua. Tanto es así que tuvieron que irse a un hotel próximo, en donde unas ochenta personas -regidores, maquilladores, azafatas, cantantes, etc- se reunieron para una despedida que ambos pagaron de su bolsillo. En las empresas debería haber un libro de estilo, por mucho que sirviese de justificación que algunos de los asistentes iban a ser despedidos en la misma fecha.
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