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Por Publicado el: 18/10/2019Categorías: Recomendación

Recomendación: Savall dirige Beethoven

Recomendación: Savall dirige Beethoven

Un clásico que dejó de serlo

Me refiero a la impresión que recibimos en su momento al escuchar el Beethoven de Savall. No inventó nada el catalán al hacer su propuesta  para estas músicas, tan originales y únicas y a la vez tan deudoras de un clasicismo que agonizaba en el momento de su concepción, sino que se limitó a remar en el sentido del viento interpretativo historicista que soplaba en un mar de polémicas y debates acerca del asunto. Otros ya lo habían hecho y él se limitó a defender lo mismo. La curiosidad que pueda levantar ahora el hecho de que vuelva a estos clásicos del sinfonismo romántico primerizo es que la propuesta no solo ya ha sido asumida por muchos directores que trabajan con orquestas sinfónicas convencionales, sino que el gen inoculado en muchos de ellos ha desarrollado un Beethoven que muy poco tiene que ver con el de los grandes maestros.  Los hay que combinan instrumentos originales (o copias) con otros modernos, pero los que más sorprenden son los que han llegado a la conclusión de que los discursos han de ser otros. Quizá más agresivos, quizá menos románticos, seguramente tamizados por la búsqueda de una autenticidad perdida (o nunca hallada), quizá más amigables, cuando no teñidos de un halo democrático que tiene en cuenta más al que escucha que a las propias necesidades recreativas del intérprete (la recreación es una obligación moral del intérprete; en caso de no asumirla, deja de ser  un intérprete). Democracia representativa frente a democracia directa, diríase acudiendo a metáforas de gran actualidad. Escuchamos,  seguimos escuchando,  casi a diario proposiciones interpretativas exentas de pathos;  ligeras, entretenidas, muy comprensibles a simple vista; desentrañadas, explicadas y desmenuzadas nota a nota, como si los receptores, o sea, quienes recibimos esos mensajes,  viviéramos en un mundo donde sus gentes hubieran extraviado del todo su capacidad crítica. Es lamentable. No lo es que haya malos músicos, malos intérpretes. Lo es que buenos músicos, y a veces muy buenos músicos, se plieguen a esa especie de chantaje sociológico que implica el tener que rebajar contenidos para que los amantes de los mensajes cortos tengan también su trozo de tarta en el banquete de la música clásica, una actividad siempre de mucho pedigrí.

No tengo ni idea de por dónde andará ahora Savall al respecto. Pero pienso que, visto lo visto; visto las demoledoras consecuencias estilísticas que se han producido en toda una legión de intérpretes convencionales  desde la revolución de la interpretación historicista que él y otros protagonizaron en su momento, es de esperar que su manera de ver a Beethoven haya sufrido algún tipo de evolución, en cualquier sentido: en los tempi que marcará, en la concepción sonora general, en el contexto dramático, en, en fin, su propuesta de discurso actual. De ahí mi recomendación: es estupendo poder comprobar una cosa así con un músico de la talla de Jordi Savall. Pedro González Mira

BEETHOVEN: Sinfonías núms. 3 y 5. Le Concert des Nations. Academia  Beethoven 250. Dir.: Jordi Savall. Auditorio Nacional  de Música, Sala sinfónica. Sábado 19 de octubre. Entre 40 y 50 €.

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