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Por Publicado el: 14/08/2007Categorías: Diálogos de besugos

Reflexiones en torno a los divos de ayer y hoy

REFLEXIONES EN FOROS DE INTERNET

¿Somos justos? Y me pongo yo el primero.

Exigimos mucho a los artistas, y hacemos bien, pues es el deber de ellos y su trabajo hacerlo bien, que bastante caras nos cuestan las entradas. Sin embargo… somos siempre justos cuando comparamos con artistas de generaciones anteriores?

Viajemos solo 30 o 40 años hacia atras. Los artistas cantaban las obras con numerosos cortes que hoy en dia en su mayoria ya fortunadamente se han abierto. Pero no es solo que ahora se cantan las cabalettas de tenor en Rigoleeto y Traviata, sino que en muchos sitios se cantan con la repeticion incluida. En Rossini en particular abrir un corte significa añadirle docenas, por no decir centenares, de notas a la parte y en muchos casos fragmentos de gran dificultad tecnica. La Lucia que se veia hace cuarenta años era al menos media hora mas corta que la que se ve hoy en dia con el corte del aria-duo Lucia Raimondo, la seccion entre el aria y la cabaletta de la locura y la escena de la torre abiertas. En muchos casos, como el de Edgardo, afecta la vocalidad del rol, ya que la torre necesita un tenor mas heroico, que tras cantarla aun debe enfrentarse a la terrible cabaletta de la escena final. Tambien en Wagner se va imponiendo la practica de abrir muchos cortes tradicionales. Los teatros son mas grandes. Antes los teatros «grandes» a los que se llegaba cuando se hacian meritos, eran apenas una docena que pasaban las 2000 localidades, mientras que el promedio de los teatros europeos era de 1200 a 1500 localidades. Hoy dia los grandes centros americanos (performing arts centers) destinados a distintos tipos de espectaculos, varios que admiten sonido amplificado aunque en opera no se use, con el proposito de admitir mas audiencia y amortizar el espectaculo y tener mas beneficio, tienen entre 2500 y 3000 localidades. Teatros como el Met llegan a las 4000. E incluso nuevos teatros en europa siguen este camino. Con lo cual el artista esta jugando en terrenos y condiciones muy diferentes a hace 40 años.

Otro aspecto es el acceso del aficionado a conocer las operas y diferentes interpretaciones de esta. Cuando yo era jovencito y empezaba tenia surte si me podia comprar un album al mes (a veces mas gracias a Maricarmen, la cuñada de Carreras, que estaba era la encargada de la tienda de discos de su padre y que me «fiaba» y le pagaba cuando buenamente podia). Para complementar mi coleccion me grababa las transmisiones del Liceo y las de la Zarzuela de Madrid y alguna que otra que daba RNE en los festivales de verano. Total que entre discos y grabaciones del vivo mi coleccion aumentaba unas 40 operas al año, y no siempre todas tenian gran interes, claro, aunque uno vicioso lo grababa y guardaba todo. Pero luego con los contactos e intercambios en cassettes el ritmo aumento, y hoy dia con el internet si quisiera 40 grabaciones nuevas las tendria en una semana entre tarnsmisiones en vivo y cosas que se puede uno bajar por diversos canales. Con lo cual una persona que no haya visto nunca La Boheme, digamos, puede ilustrarse antes de ir al teatro con muchisimas versiones y ejemplos. Hoy dia un joven aficionado de 18 años ya puede haber escuchado muchas mas operas en muchas mas versiones que lo que yo hubiera podido en 10 o incluso 20 años. Antes habia 20 o 30 obras de repertorio y todo lo demas se consideraban rarezas que te sentias muy afortunado de conocer en algun momento. Recuerdo mi primera Semiramide, la historica de Aix, o mi primer Turco, en el NYCO en ingles con la Sills, o mi primer Ory, tambien en ingles con Blake en el NYCO, y pensaba que eran obras que dificilmente volveria a ver o escuchar en vivo. Pues Semiramides hay la tira, en las pasadas semanas he eschuchado trres tarnsmisiones del Turco por internet y tambien el Ory es algo habitual. Que gran novedad fue el Macbeth en el Liceo en 1968 con la Bumbry y Glossop. nunca imagineq ue hasta el dia de hoy la he vuelto a ver en siete producciones diferentes. Los artistas de 1968 se enfrentaban a un publico que apenas tenia referencias de la obra y seguramente no la habia visto nunca. Hoy dia hay una buena docenita de grabaciones comercializadas bien de estudio o del vivo, y la obra es de repertorio en los grandes teatros. Hace menos de una semana se dio la Amica de Mascagni y ya esta a disposicion del aficionado que se la quiera bajar del internet. La gente compila y pone a disposicion del que quiera colecciones de grabaciones de un aria o fragmento especifico y asi se puede comparar.

Antes los medios de tarnsportacion, la localidad en donde estaban y las posibilidades y prestigio de los centros operisticos los clasificaba en teatros de primera, segunda o tercera categoria. Salvo en alguna ocasion muy especial los teatros de provincia no aspiraban a recibir a los grandes divos y se conformaban con una serie de artistas honestos pero ciertamente no del garn nivel. Pero como no era facil comparar, se iba al espectaculo y se valoraba al artista por sus mertos propios y no comparandolo con los divos que no se veian. Para poner un ejemplo, gente como Francisco Casanovas, buen cantante y en un repertorio para el cual hoy dia no hay muchos, se podia presentar ante cualquier publico sin preocuparse que loestran costantemente comparando con del Monaco o Corelli.
Y hablando de los divos, estamos acostumbrados a escucharles en sus grabaciones de estudio, donde se repetia hasta que las cosas salian perfectas o casi, o en grabaciones de funciones historicas que lo son por alguna razon. No nos encontramos normalmente (algun caso hay) con sus noches flojas, mediocres o francamente malas, que las tenian, sin duda.

Y segun me contaban personas que entonces asistian a losespectaculos, yendo aun mas hacia el pasado, 80 o mas años, era costumbre que muchos artistas se reservaban y mucho para los momentos puntas y se callaban y no cantaban en momentos donde no predominaban, como en lso concertantes. Es decir, si habia una frase o nota donde eran la voz cantante la cantaban, pero si no o cantaban a media voz, o no cantaban.

Esas y otras consideraciones me han llevado a considerar si somos justos siempre comparando los artistas que vemos hoy con los del pasado, a los cules recordamos siempre en sus momentos sublimes pero raramente en los que no lo eran tanto.

Ello no me impedira seguir siendo exigente, claro. 🙂

Bueno, eso es lo que siempre me he preguntado, luego de ir al teatro y haber visto una ópera. ¿Seré justo con los cantantes, cuando las más de las veces no salgo satisfecho? ¿Seré muy duro?
Salgo contento de ver una ópera en vivo, pero luego empiezo a hacer el balance de lo que me ha impresionado durante la función, y allí es donde me surge esa duda.
Ahora no tengo tiempo, pero leeré los demás post en la cadena y cuanto pueda insertaré el mío, el de un operamante que vive de grabaciones históricas, grabaciones en vivo y de funciones en vivo de teatros que se podrían llamar de segunda o tercera categoría, por el presupuesto y la actividad que llevan, alejado de los grandes centros operísticos mundiales (léase España, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y EEUU).
Un abrazo,

Y lo peor es que antes el repertorio se renovaba, aparecían con frecuencia óperas nuevas que atraían, y los cantantes estrenaban obras, de modo que no podían ser comparados con predecesores.
Es posible que toda la insistencia actual de abrir cortes, de «renacimiento» de estilos, se deba justamente a la carencia de repertorio nuevo (sí que hay obras «nuevas» -pocas- pero ni llegan a formar parte del gran repertorio)

Ahora bien, ¿cuál es la razón de la «desaparición» de estilos -de canto, así como de escuelas «nacionales»? ¿Por qué hoy es tan raro escuchar, no digo ya Wagner o Verdi, sino verismo bien cantado (es decir, con los parámetros de esa escuela)? ¿Por qué no hay un Chénier -no digamos ya un Piccolo Marat!- o un Canio o un Turiddu dignos de entrar en la lista de los memorables? ¿O una Minnie o una Turandot o, por lo que toca al caso, una gran Adriana? ¿Por qué no hay cantantes como Soviero, por ejemplo? Esos roles, que yo sepa, no tienen «aperturas» ni estrofas cortadas, ni nada de eso. Hoy se los canta con tantas notas (que yo sepa) como antaño. ¿Se debe eso al tamaño de los teatros? ¿A los gustos del público (lo dudo)?
O, volviendo a Verdi: ¿Hay cortes abiertos actualmente en un Otello? ¿Hay algún Otello memorable, en cambio? ¿O un Jago? Del Monaco tenía sus limitaciones, Martinelli también, o Vinay. Pero estoy seguro de que hoy seguirían siendo memorables y triunfarían, como antaño. ¿Y qué pasa con los barítonos? ¿Por qué no hay barítonos capaces de cantar a Verdi como se debiera? ¿Cómo se explica esa «sequía» de voces?
¿Cómo explicar la ausencia de «grandes voces»? (No digo ya grandes cantantes, no me refiero a la dificultad de los roles o a su longitud…)
Yo creo que entre otras cosas la industria discográfica, la publicidad, la tecnología, el estilo de vida actual (cómo se preparan hoy las óperas, como se entiende «la empresa» operística) también influyen lo suyo, y mucho…

Si. Antes cuando se hacia un estreno o una nueva produccion se reunian primero que con nadie con el director, que no solo montaba la obra musicalmente sino que repasaba con cada artista su papel y les hacia de «coach»• Eso hacia Serafin con Callas y los otros maestros de la epoca. Eso ya paso. hoy dia muchos directores ni conocen el idioma de lo que dirigen. Una vez montado el rol y concertado musicalmente se montaba la escena. La Olivero no tuvo grandes directores de escena para montar su memorable Adriana. Hoy dia manda el marketing, la imagen y el director de escena. Si el cantante no es adecuado vocalmente al rolpoco importa. Hay Canios, no tengas duda. En diciembre vi a Allan Glassman en Canio y estuvo espectacular. Un tenor versatilisimo y muy infravalorado a quien he visto en cosas tan dispares como Bacchus, Calaf, Canio, Chuisky, Herodes y mas cosas. De haberlos los hay. Perp Glassman es feucho y no es una voz bella per se aunque si potente y con squillo. Porque no esta mas considerado? Chi lo sa.

Por todas las razones que apunta Figaro, hoy tenemos los instrumentos para ser más justos que nunca, y también, de alguna forma, más injustos. Voy a intentar explicar este aparente contrasentido.

Estamos de acuerdo en que hoy bastan unos cuantos clicks y muy poco dinero para hacerse con una discoteca que, hasta hace una década, costaba años (y fortunas) recopilar. TODO está al alcance de TODOS sin apenas esfuerzo. Y ello conlleva varios efectos inmediatos. El primero, que el sentido de «valor» de las grabaciones decae. En tiempos, cuando se te rayaba un vinilo (algo que solía ser bastante frecuente) ya estaba el drama montado. Hoy, si se daña un CD, o lo pierdes, ¡te vuelves a bajar la ópera y listo! Que todo sea taaaaan accesible hace que el valor (económico y sentimental) «agregado» por cada grabación sea bastante nimio. Y en segundo lugar, todo el mundo tiene 100 años de selecta historia del canto a su alcance por cuatro perras, lo que hace que las comparaciones sean no sólo inevitables, sino, además, feroces. Y por si todo esto no bastara, vivimos una época de purismo musical muy valiosa para el aficionado, pero, como se ha señalado, muy exigente con el músico.

En estas condiciones, ¿somos justos?, e incluso, ¿es posible ser justo? Como decía, sí y no. Es decir, antes de echar las campanas al vuelo con un nuevo artista, está muy bien conocer el Rossini de Horne, el Schubert de DFD, el Puccini de Tebaldi, el Massenet de Kraus o el Donizetti de Bruson, para que no nos den gato por liebre (y con todo, nos lo dan). Pero por otro lado, ¿quién es capaz de hacer carrera con semejante competencia? ¿Quién puede despuntar en un repertorio no sólo por encima del resto del mundo, sino por encima del resto del mundo Y TAMBIÉN de 100 años de historia del sonido grabado?

Con todo, siendo conscientes de todas esas dificultades antes echar piedras sobre, por ejemplo, el registro agudo de Villazón, creo que debemos ser rigurosos con lo que oímos. Ustedes me perdonarán, pero no es de recibo que Anna Netrebko esté haciendo la carrera que está haciendo cantando como canta (y no es la única). Es decir, tanto disco de la mayor calidad no nos ha hecho inmunes a los bluffs. Y los papeles operísticos tienen sus propias exigencias que la «coartada» de que «es que en los discos de casa todo suena más fácil, pero luego hay que salir al escenario y hacerlo» no pueden obviar. Otello requiere unas cualidades, Nemorino otras, Kabanova otras, Alberich otras y Carmen otras, y se tienen o no se tienen. Y si no se tienen, la crítica es legítima, tanto si se ha oido cinco mil veces la Isolda de Flagstad como si no se ha hecho nunca.

Y esto enlaza con otro campo donde podemos caer en injusticias, que somos, precisamente, nosotros mismos. De entrada, obsesionarnos con tenerlo todo y tenerlo ya es la mayor faena que nos podríamos hacer a nosotros mismos, pues puede nublar la valoración de lo que ya tenemos y relativizar injustamente su goce.

En segundo lugar, la «desvaloración» de la experiencia fonográfica ha provocado cierta «revaloración» de la experiencia en directo, y en ese sentido, creo que empezamos a tener algo de prejuicio contra el aficionado que «no viaja», que no va de aquí para allá siguiendo a tal o cual voz, título o producción. No me entiendan mal: viajar por música es fantástico, pero escuchar música en casa también lo es, y si alguien decide que, para lo que hay que oír por ahí, no le merecen la pena los aviones, los hoteles y las entradas, la opción es perfectamente respetable, y aún más, está absolutamente avalada por criterios artísticos. Porque en decir que «ya no hay voces como las de antes» hay ciertamente algo de demagogia, pero también mucha verdad.

En resumen, ¿justos o injustos? Justos cuando explicamos por qué un cantante no nos resulta satisfactorio (aunque sea una insatisfacción inevitablemente condicionada por nuestras audiciones en casa); injustos cuando criticamos a alguien sólo por no ser el cantante de nuestros amores, el del disco con que nos aprendimos una obra. Justos cuando coleccionamos, cuando viajamos y también nos quedamos en casa; injustos cuando no disfrutamos de lo coleccionado, cuando llamamos infelices a los que no viajan o snobs a los que viajan. A veces más justos, a veces menos. Como todo en la vida.

Subscribo lo que dices. Pero mi pregunta tambien va por otros lados. es justo comparar a los de ahora con los de antes, con el mismo baremo, cuando no solo tenemos todas esas grabaciones de audio y video para comparar, pero cuando ahora se exigen cosas que antes no se exigian? el mejor del Monaco no puede evitar la desafinada y el berrido ocasional o el sonido carente de morbidez en un momento super lirico, y sin embargo lo encumbramos sin chistar. El gran Corelli nunca se canto las dos estrofas de la pira en vivo como hoy se requiere a muchos tenores. Kraus fue de los pioneros en restaurar la cabaletta de Rigoletto, pero es de las poquisimas cosas que se bajaba de tono…. para acabar con el re bemol. Hoy dia a los tenores se les exige cantarla a tono y, claro, acaban abajo y todo el que no este al tanto le acusara de comerse el agudo. Ni Callas ni Caballe nunca cantaron las dos estrofas de la cabaletta de Casta diva, algo que hoy en dia ya es habitual. El tenor de Lucia hoy dia muchas veces ha de apechugar (y bienvenido sea) con el dramatico cuadro con el duo de la torre, para, despues de dejarse el higado y cargarse la voz si no tiene cuidado, cantar luego el tu che a Dio (con lo cual Edgardo es casi como Radames que despues de es tercer acto y el duo con Amneris, ambos pesados y heroicos, tener que cantar el «O, terra addio», con la desventaja que el Tu che a Dio es mil veces mas dificil y delicado). Ese es mi planteamiento, no solo que ahora el artista juega. como excelentemente dices, no solo con la competencia de todos los contemporaneos sino con 100 años de grabaciones, sino que lo que se le pide no es lo mismo que a Caruso, Gigli, Pertile, di Stefano, o incluso los mas modernos tres tenores que ya saben quienes son.

Pippo, Corelli y del Monaco abanderaron una generación que hoy miramos con nostalgia como «la época de oro del repertorio italiano de peso», pero fueron voces con grandes carencias que, en mi opinión, no se han dejado de señalar. La línea de Corelli en ocasiones era tosca, el ligado comprometido y la dicción muy mejorable, incluso en su idioma; Mario del Monaco se atrincheraba en sus fortísimos y la descripción del personaje y el juego de matices casi siempre se quedaba por el camino, y Pippo sustituyó el arte por «el entusiasmo» hasta que sus entusiasmos lo arruinaron. Y creo que, en general, eso no se niega. En ese sentido, creo que la idealización «por contraste» de la generación a la que te refieres está algo desmitificada.

Pero por otro lado, estoy de acuerdo con lo que dices. Hacer Edgardo hoy no es hacer el Edgardo de los 50 (ni siquiera el de la función de Berlín con Karajan), y hacer Nemorino hoy incluye como mínimo unos 100 ó 150 compases de canto más que hace años, entre la segunda vuelta del «Un pò del suo coraggio», la del «Ah signor, vi do parola», la de «Ah non sai chi m’ha ridotto» y la restitución íntegra del cuarteto del acto II, con lo que se llega a la Furtiva sensiblemente más fatigado. Así, comparar «Furtiva»s o «Tu che a Dio»s no parece muy fair play.

Y todo ello se agrava porque parecemos exigir lo mejor de la musicalidad actual junto con lo mejor de la pretérita. Es decir, queremos funciones íntegras Y ADEMÁS la solvencia de algunos cantantes del pasado, Normas y Medeas que den todas las notas (y a tono) y que además transmitan como Callas, Otellos que tengan la voz de Del Monaco y además el aliento trágico de Vickers, o, por poner un viejo ejemplo de JM. Martín Triana, Tatianas con la voz de Freni y el sentimiento de Vishnevskaya. Y evidentemente, no se puede. Y además, tantos años de grabaciones de estudio nos han hecho aprender las óperas en condiciones espectaculares pero, al menos en parte, «irreales», artificialmente construidas.

En tanto que operemos así y no seamos conscientes de que estamos marcando parámetros imposibles, sí, seremos injustos. Pero no creo que ése sea siempre el caso. Como siempre, y huyendo de generalidades burdas, creo que hoy hay repertorios a los que les va bien (barroco, ruso, incluso Wagner), otros más estancados (ópera francesa, bel canto italiano) y otros en una relativa crisis (Verdi maduro y verismo, mayormente), pero creo que en general se puede afirmar que el panorama lírico no es para echar cohetes. Y creo que eso no es culpa de que hayamos oído muchos discos o las óperas se canten enteras; sencillamente, hay escasez de voces y ante eso, por una comprensible resistencia a ser fatalistas, adoramos voces que, muy a menudo y con honrosas excepciones, no son para tanto (y además, con lo que cuesta viajar para oírlas, como para no adorarlas…).

Es decir, es responsabilidad del aficionado ser realista y justo, no comparar imposibles y no hacer demagogia. Pero también es responsabilidad de los artistas hacer música de ley y no vender humo. Y quizá los primeros no anden muy finos en lo que les toca, pero en mi opinión, y con pesar, a los segundos no les va mucho mejor.

100% de acuerdo. Como dices pedimos las voces de ayer con el purismo y la musicalidad de hoy. Para colmo hay a quien no se le deja cantar o al contrario por tener o no el fisico y las dotes histrionicas para un cierto rol. Imagino lo garnde que hubiera podido ser Cura si no hubiera sido tan arrogante y terco y se hubiera dedicado a pulirse algo mas. Es solo un ejemplo y hay mas. Por otro lado antes señalaste el bluff de la Netrebko, encumbrada por un oportuno marketing. O como la precipitacion y el abuso puede acabr precipitadamente una carrera (Villazon ya las esta empezando a pagar con esta larga cancelacion de al menos dos meses que incluso le ha llevado a cancelar el Met, cosa que en su dia ya le pasaba a Domingo cuando no reposaba lo debido). En fin, es un dilema, pero por eso sin bajar mi nivel de exigencia procurare valorar cada representacion y artista por si mismo procurando evitar lo dificilmente inevitable, borrar la memoria del pasado. Es cierto que la epoca espectacular del plantel rossiniano de los Horne, Merritt, Blake, Ramey, Devia, etc ya paso, pero si como rossiniano quiero disfrutar de las obras del de Pesaro, pues apechugo con lo que hay que atmpoco es tan malo, vamos. Ya firmo para que los Florez, Podles, Barcellona, diDonato, Abdrazakov y Pertusis, por ejemplo, duren muchos años.

¿Hay lugar a la comparación con gente que no sabe ni impostar, ni respirar, ni afinar, ni ligar, ni…?

Que de esos hay muchos actualmente, oiga.

Pero de los cantantes masculinos de hoy en día que he visto en vivo, incluyendo todas las cuerdas, al único que iría a ver cante lo que cante (en mi opinión lo que diferencia a un cantante digno de un gran cantante es que seamos capaces de tragarnos algún rollete sólo porque cante él/ella), es a José Bros. Sí, entiendo que los Alagna, Flórez, Álvarez (tenor y barítono)…, tengan más propaganda, pero con el que casi siempre he salido más que contento del teatro ha sido con Bros, y tendré sordera selectiva, pero al menos en el Real de volumen se le escucha más que de sobra, cosa que no se puede decir de estrellitas como Carlos Álvarez.

No es problema de comparar ni de cortes abiertos ni de fantasmas del pasado sino algo mas sencillo: Primero tener voz para cantar ópera (increíble que hayamos tenido que llegar a exigir ésto) tener la voz colocada, bien apoyada, cantar sul fiato, tener el sonido liberado, un mínimo concepto de control de la respiración, de legato, de acentuación etc…. Tener personalidad tanto tímbrica (hoy todas las voces son anónimas y genéricas-bueno yo diría que hay que empezar por tener voz porque hoy hay muchas voces de musical o music-hall cantando ópera) como interpretativa. Todo lo que falta ahora.

Vayamos al grano y dejemos de divagar: Díganme un tenor de ahora para Radamés, Don ALvaro u Otello con mínima dignidad (no hablo ni de Corelli ni Del Monaco, ni Zenatello, ni Pertile, ni Lavirgen, ni Paoli, ni siquiera, de Crimi o Bergamaschi sino algo digno). Díganme un bajo digno de tal nombre, díganme barítonos Verdianos o de repertorio italiano en general (pero sí siguen reinando un señor de 65 y otro de 71)
Sopranos de segunda fila de la época como Ligabue, De Cavalieri, Frazzoni, hoy día serían la repera, pediríamos en el metro por seguirlas.

Pero señores miren los repartos de Bayreuth y Pesaro si es para llorar. La generación anterior de Rossinianos sí cantaban las óperas completitas. Se habla de Pertusi un cantante de 6 pero Ramey era 9, se habla de Barcellona otro 6 pero Horne era 9 ó 10. Flórez otro 6 ó 7 mientras Blake era 9 y ahora sólo está el mientras que antes estaban Blake, Merritt, Matteuzzi, Eduardo Giménez, Dalmacio González, Raúl Giménez (el de antes no el de ahora) de manera que programas cualquiera de las muchas óperas Rossinianas donde hay mas de un tenor protagonista y el desastre está asegurado. ¿Dónde están las sucesoras de Grube y Devia con las que aún podemos seguir disfrutando afortunadamente? No me digan que son Ciofi o Netrebko porque me da la risa. La Mosuc es aceptable pero nada que ver y ya no es ninguna niña.

Sopranos y mezzos hay algunas pero cantantes masculinos el panorama es de pena y si no se quiere ver pues nada vivamos en la ilusión que está muy bien.

Hay un cantante muy digno, como los tenores de segunda de antes e incluso un poco mas como es casanova, y en este foro se barre el suelo con el. Y se canta las obras sin cortes, a veces dos estrofas de la pira, pero no, no convence. Y es solo un ejemplo. Otro con quien se barre el suelo es Scandiuzzi que quizas ahora no esta en su mejor momento poro al que le he oido cosas preciosas, Y me extraña que se hable de la carencia de baritonos verdianos… y que sean los mismos que encumbran a bruson como tal y se cargan a Hvorostovsky.

EL problema de Casanova es que es ultralírico para un Manrico y además no tiene squillo ni mordiente con lo que la pira queda muy deslucida y es lo que todo el mundo espera y por eso le abuchearon en el Real todas las funciones, algo que como ya dije no compartí, porque es un señor digno, musical, con buenas intenciones y que en los momentos más líricos ofrecía frases buenas (como en la Tosca que le ví en Coruña o Masnadieri en Bilbao) pero el material vocal es muy modesto.
Efectivamente Scandiuzzi en sus comienzos cantaba muy bien pero hace ya tiempo que navega en la mediocridad y cada vez va a peor. El hecho es que hoy día no hay bajos. ¿Dónde encontramos Un Felipe II, un Silva, un Procida?
De Bruson no vamos a extendernos porque ya sabemos lo que opinamos pero vete a Italia, patria de Verdi y ponles a Hvorostovsky por encima de Bruson (Medalla de Bussetto como cantante Verdiano), ya verás que te dicen. Voce in gola, gutural, mate y secota del ruso frente a emisión sul fiato, en la máscara, legato de libro, control de dinámicas, acentuación…
Sin duda que Bruson es una barítono belcantista y Donizettiano, un poco justito para Verdi pero que maestría.
Hvoros está bien en el Yeletsky de La Dama de Picas.

A mí de lo que hay ahora en cuestión de tenores para el repertorio que está haciendo Casanova, me parece un tío de lo más digno. Yo le prefiero a él que a otros que están perpetrando el mismo repertorio, léase La Scola, Margison, Farina…
Casanova canta con elegancia y entrega y bonito, y a día de hoy, no es poco en el repertorio italiano. Camelos tenoriles ya tenemos unos cuantos, no creo que haya que abuchear el Manrico de Casanova por mucho que no sea un Manrico notable ni mucho menos. Ahí está por ejemplo el horror de Manrico que hizo Margison en el Real y que se pudo escuchar por la radio. O los Cavaradossis de Farina en el Liceu, también terribles. O el Pollione de La Scola en el Liceu, indescriptible. O incluso Marco Berti, que teniendo buena voz es incapaz de matizar absolutamente nada, y es un tío aburridísimo. Y sobre Rolando Villazón simplemente corro un túpido velo…
Si se quieren cargar a Casanova, allá ellos, pero de verdad, a mí me parece ridículo que lo hagan. No es para sacarlo a hombros, pero si es respetable. Y si le abucheamos a él ¿qué debemos hacer con los otros tenores que he mencionado entonces? ¿Apalearlos?

Y en cuestiones rossinianas, pues ya lo he dicho muchas veces: yo prefiero MIL veces la entrega y la técnica milagrosa de Rockwell Blake (a quien tengo la fortuna de haber visto 5 funciones en teatro entre 1999 y 2002) a la máquina automática sin alma de Flórez. Para gustos, pero cuando Flórez frasee con la vehemencia de Blake y se haga una messa di voce como la que él hacía en L’Ocassione fa il ladro, entonces hablamos de equipararlos… Pero claro, con Blake ya retirado, es el único que nos queda Flórez..

Puede, querido tocayo. Pero tambien hay muy buenos cantantes que parece que no puedan lograr reconocimiento por los fantasmas del pasado. Y creo que eso es injusto pues las reglas de juego son diferentes. Y los que alcanzan reconocimiento a gran nivel, luego son supercriticados por los entendidisimos pues no superan los recuerdos del pasado. y eso tampoco es justo.

Hay muchos que están cantando actualmente que ya tienen (o se están haciendo) un sitio con los grandes del pasado, como Devia, la Grube, la Zajick, Flórez, Dessay, Abdrazakov, Podles, por ejemplo. Algunos de éstos además tienen un buena promoción «comercial», pero ese no es el caso ni de Devia ni de Zajick ni de Podles, que yo sepa

Dificilmente podría yo responder a cualquier sabia pincelada sobre todos los interesantes argumentarios de Figaro, pues mi cultura musical en todos estos aspectos es aún muy precaria, pero sí desearía aportar algo “humano” sobre la idea de fondo que él transmite.

Yo creo que la “justicia” a la hora de valorar, criticar, juzgar una voz, va necesariamente ligada a una subjetividad “inevitable”. No hablo aquí de la “subjetividad fácil”: (fulanito me cae mejor que menganito). Hablo de la subjetividad de nuestro corazón.

Diré ahora una frivolité, que todos ustedes sabrán perdonarme, desde mi status de novato: Maria Callas. Probablemente más que una Diva. La más grande, y con ella, todo lo que suponía su persona. Casi trasladar su propia vida, a la tragedia sobre la escena.

Pues bien, yo tengo la desgracia por ahora, que espero corregir con el tiempo, de no poder disfrutar de Callas. Su voz tan metálica para mí, sus ademanes tan fríos, su emisión “tan atormentada”, hace que ni siquiera con Turandot, pueda disfrutarla.

Sin embargo la Freni, Sutherland o Tebaldi sí me emocionan. Que me queda ante eso? Qué puede quedarme la próxima vez que escuche “il primo sole e mio” que me conmueve tanto con la maravillosa y cálida Freni, si la escucho en boca de otra “válida” soprano y no logra conmoverme?

Si Freni me ha hecho “volar” por un instante y olvidarme de todo, para mí, ella será siempre la única existente. El único aria válido.

Con esto quiero decir amigos, que para mí, más allá del “prurito” exigente o de que la “catedra” sancione bien o mal a alguien, desde la buena fé también es inevitable esa exigencia, porque a fin de cuentas, se trata de que alguien nos ha conmovido, y posteriormente, eso no ocurre con el siguiente, que efectivamente puede haber cantado bien, mal o regular, pero no nos hizo volar!

Desde luego. Pero el problema esta en la posibilidad de referencias. Seguramente has tenido ña oportunidad de edcuchar grabaciones de bastantes Mimi y por ello te has fijao con «il primo sole e mio» de la Freni (cosa que no critico, al contrario) y ahora todos te pasaaran por ese baremo. Y por el de Tebaldi, Cablle y muchas otras. Antes cuando habia pocos o ningun disco la gente iba y juzgaba en el teatro a base de lo que veia o escuchaba en aquel momento y las referencias eran las veces anteriores que hubiera visto o exscuchado la obra, que no seian tantas. Hoy antes de ver la Boheme te puedes «empollar» con 50 grandes funciones que son facilmente asequibles. Es mas, y como contrapartida, cuando teniamos una grabacion unica de una obre y esa era la que escuchabamos, esa se convertia en baremo y todo lo comparabas con la grabacion que tenias, que no tenia por que ser la mejor. De eso eramos conscientes y por eso procurabamos buscarnos mas de una version de cada titulo aunque fuera como prestamo.

Y eso va muy bien a proposito de Callas. Comprendo muy bien que no te entre, pues a m,i me apso idem de idem. La primera vez que la escuche fue en la primera Lucia comercial con di Stefano por radio. Me acuerdo que la grabe y fue de las poquisimas cosas que borre. Cuando escuche aquel timbre agrio me dio un escalofrio y me dije «y esta es la famosa Callas? pues que decepcion!». Claro, la Lucia que yo tenia heredada de mi abuelo, era la antitesis de la de Callas, la de Lily Pons y Tucker, que entonces me encantaba y ahora a ella la encuentro insufrible.
Pero unos meses (quizas mas de un año mas tarde) escuche su Norma y aquello era puro fuego. Yo ya valoraba el fraseo, elñ texto y la manera de decir mas que el puro numero de circo. No dire que Callas sea la Mimi por autonomasia (nunca hizo el rol en escena) ni que su voz sea la idonea para el personaje, pero su grabacion tiene mucho de interesante y de fuego dramatico. Una de las cosas mas bellas que he escuchado de Callas es La Sonnambula de La Sacla con Valetti dirigida por Bernstein. Al final del duo Son Geloso del zeffiro errante se escapa una nota ciertamente estridente y feisima. Pero lo demas es sublime. Una maravilla. ello no me priva sin embargo disfrutar de otras Aminas y valorarlas por su valor propio sin necesidad de ir constantemente a la referencia Callas. Pero mi punto era, mas que ese, que en obras como Norma, por ejemplo, tanto Callas o Caballe cantaban con unas reglas de juego diferentes. Solo se hacia una estrofa cortadita de la cabaletta, se hacian otros cortes y en escena no se exigia tanto a los artistas, como tirarse por el suelo, cantar sobre plataformas altisimas o correr medio escenario mientras se aguanta una nota.

Tomo nota de vuestros consejos amigos! Aunque no se yo, si un día sere capaz de anteponer la «ejecución» y el «cómo lo dice» a la belleza «sensual» del timbre como muy bien dice Trouvere, a la calidez, a la vulnerabilidad que hay en toda heroina, a ese algo «que inducen a tan tiernos besos y prolongadas caricias» que dirían los clásicos!

Una cosa es la «academia» y otra los «mimitos»! Yo prefiero hacer campana y no acudir a clase!!

Como en todo, es una cuestión de tiempo y práctica. Con el tiempo puede pasar que lo que te hizo «volar» una vez, ya no te haga «volar» más, y en cambio eso te ocurra con cosas que antes no advertías o te dejaban indiferente. Con el tiempo también probablemente uno haya escuchado la suficiente como para advertir que no hay «interpretación definitiva», que un rol -e incluso una frase dentro de ese rol- admiten diversos acentos, todos válidos e igualmente excelentes.
Callas es difícil que sea un «amor de juventud», más bien suele ser un «amor de madurez», cuando uno ya presta mucha atención no sólo al sonido de la voz, sino a lo que «dice» y al «cómo» lo dice, entre otras cosas. Aparece así un tipo de «belleza» que no es la sensual del sonido (el timbre), sino la de la «interpretación» y la «ejecución». Lo mismo puede ocurrir no sólo con cantantes, sino con obras y áreas enteras del repertorio.
Como dice aquél refrán: «Con las cosas buenas de la vida, la primera vez no suele gustar» je je

Jajaja; bueno, las cosas «buenas, buenas» gustan la primera vez aunque se hagan mal! Tomo nota de este apunte Trouvere. Muchas gracias 😉

Yo me remití a la Callas, porque francamente era lo único «lejano» como experiencia que podría hablar sobre la idea «hoy y ayer» de Figaro. Apenas podía aportar sobre este concepto.

A mi también me costaba de entrada Callas. Acostumbrado a voces bellas y acaracidiaros, a una Tebaldi, a una De los Angeles, a una Caballé también… el encuentro con Callas (¡y nada menos que en Tosca!) fue un shock. (también me pasó eso con la voz de Sutherland, je je… me parecía una voz pastosa horrible y de dicción ininteligible y canto mecánico. Hoy la valoro bastante más).
¡Y no digo lo que fue mi primera escucha de Olivero! Trémula, me pareció casi sin voz (un hilo borroso de voz)… orrore.
Y hoy, sin embargo, sus grabaciones hacen mis delicias

Un comentario

  1. Eduardo Aisa 18/12/2022 a las 16:22 - Responder

    ¿Quién firmaba este artículo? No veo por ningún lado el nombre del autor

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