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Fallece el compositor Joaquín Nin-Culmell
Ropa Vieja Artículos de Gonzalo Alonso 2003 otros
Por Publicado el: 31/12/2003Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Ropa Vieja Artículos de Gonzalo Alonso de 2003

2003 ha sido, en términos generales, un buen año para la música viva tanto en España como en el extranjero. Se han sucedido estrenos y algunos de relevancia –como el “Adagio en forma de rondó” de Halffter-, se han inaugurado nuevos auditorios, se han asentado importantes instituciones con equipos nuevos, etc. El panorama no es lamentablemente el mismo para la música grabada, en la que repercute enormemente la crisis de las discográficas.
En nuestro mundo musical ha tenido lugar un hecho que no ha sido comentado tanto como merecía: se retiró de los escenarios la gran Alicia de Larrocha con conciertos de despedida en todo el mundo, sobresaliendo -¿cómo no?- el de Nueva York. Pocas figuras hemos tenido en las últimas décadas con su categoría artística y su prestigio internacional. Alicia se fue como trabajó siempre: con humildad y respetando la verdad de la música.
Pero, junto a los adioses –L.Berio, F.Corelli, H.Hotter, S.Bruscantini, A.Mayo, etc- también se han producido incorporaciones o asentamientos de jóvenes. Pedro Halffter, flamante nuevo titular en Las Palmas, ha iniciado una carrera internacional de posibles, con conciertos y óperas que van de “Turandot” a “Norma”. Y, más jóvenes, he ahí los casos del barítono Gabriel Bermúdez, el tenor Ismael Jordi, la soprano Mariola Cantarero o la violinista Leticia Muñoz, sobre los cuales se depositan muchas esperanzas.
Se han abierto nuevos espacios para la música, como los auditorios de Tenerife o Pamplona, llamados sin duda a transformar la vida musical de sus entornos. En otros lugares se han producido cambios de relieve. Así en el Teatro Real se incorporó ya de pleno Jesús López Cobos, debutando como director musical en una “Traviata” aguada por una huelga, pero que nuestros críticos han valorado como una de las mejores producciones del año. Hubo también relevo en el Teatro de la Zarzuela, volviendo a él José Antonio Campos, justo quien cambió su rumbo para mejor hace más de dos décadas. La Orquesta Nacional empezó el camino hacia su renovación administrativa y artística. La mano de Josep Pons ya se ha dejado sentir en programas como los dedicados a Argentina o Messiaen. Oviedo renovó su junta directiva tras un proceso no exento de traumas y los Amigos de la Ópera de Bilbao hicieron otro tanto. La etapa de Francisco Larracoechea quedará en moldes de oro, con un proceso ejemplar en el paso del viejo Coliseo Albia al Palacio Euskalduna. En Barcelona se mantienen firmes las apuestas artísticas de Joan Matabosch y aún es pronto para juzgar a su nuevo director musical, que es quien ahora ha de abordar sin pausa la mejora de los cuerpos estables. Y, con sentido común, aumentaron las coproducciones entre unos y otros teatros.
A los tradicionales festivales que se extienden por la geografía española se han incorporado algunos nuevos, pero su número es aún bastante limitado si se compara con Francia o Alemania. Cada año se hace más patente la necesidad de diferenciación a través de planteamientos propios, huyendo de las ofertas de turno de los agentes artísticos que controlan el mercado español. Sobre todo cuando los presupuestos merman. Una mayor profesionalización de sus gestores y una menor politización son imprescindibles para ajustar unos costes que suelen venir abultados aprovechando desconocimientos.
Los críticos que habitualmente escribimos en este Cultural hemos valorado los mejores espectáculos del año. No ha sido fácil. Obviamente no hemos podido asistir todos a todos los espectáculos del año y, de otro lado, las expectativas y exigencias siempre son menores cuando se viaja a lejos del Real o el Liceo. De ahí que posiblemente estos dos coliseos hayan salido infravalorados. Cuando se asiste a un “Zigor” en Bilbao o a “Dialogos de Carmelitas” en Sevilla, al juicio crítico se añade obligados reconocimientos al esfuerzo que suponen tales producciones. La opinión es todavía más difícil en el caso de los conciertos, dado que los mismos elementos artísticos pueden producir resultados distintos en conciertos de ciudades distintas. Mientras que la lista lírica se haya bastante diversificada geográficamente, no sucede otro tanto con la concertística, más centrada en la capital en donde, por cierto, se ha valorado con muchos enteros el ciclo Bach de Andras Schiff.
La selección discográfica muestra un apoyo a artistas que, salvo el caso de Kaplan, acuden habitualmente a nuestro país. Minkovsky o Harnoncourt son bien conocidos en vivo. También muestra un cierto predominio del barroco, que se corresponde con la situación real. Pero en España cada vez quedan menos compañías discográficas con departamento clásico propio. A nuestra música no le afectan directamente ni internet ni los top manta, pero sí indirectamente. Simplemente, cada día hay menos dinero para grabarla y promocionarla. Y se nota. Por eso merece destacarse la colección de cinco cds editada con todos los premios Reina Sofía de la Fundación Ferrer Salat.
Sí, 2003 ha sido un año positivo para la música. ¡Brindemos por el 2004!

ECHENIQUE
Gilbert Vargas se dirigió al público antes de empezar uno de sus conciertos para dedicar su actuación a José Antonio Echenique en sus 25 años al frente de la «Quincena Musical» donostiarra y, lo que es más importante, para que le sirviera de empuje a fin de continuar «al menos otros 25».
No es fácil en España ser director de una muestra cultural. No sólo hay que dar satisfacción a todos los públicos -los tradicionalistas y los vanguardistas- sino que hay que saber nadar y guardar la ropa entre políticos. Y si hablamos del país vasco, pues mucho más. Que una misma persona lleve 25 años al frente de una institución musical, que los abonados crezcan año tras año y ya llenen el Kursaal, con mucho mayor aforo del disponible hace bien poco, es sin duda un éxito rotundo. Lo es más cuando las programaciones siempre mantienen un atractivo, conjugando múltiples intereses y tendencias, así como renovándose edición tras edición. Escuché en un descanso, en los dispensarios del Kursaal, una frase muy significativa: «¡No sabemos lo que tenemos con la Quincena!». El personal de la Quincena mantiene un trato exquisito con los medios de comunicación: todo es simpatía, ganas de ayudar y buen hacer. Y los políticos están contentos como para que las posibles diferencias -imposible que no existan- nunca salgan en los papeles. Echenique es el mago de todo ello. Y, desde hace menos, también es mago de la programación en el Kursaal durante el resto del año.
Conocí a José Antonio Echenique allá por 1972. Éramos muy jóvenes y naturalmente ninguno de nosotros ocupaba entonces sus actuales responsabilidades. Me ofreció una de mis primeras conferencias, si no la primera, en el centro cultural de una caja de ahorros. Todo salió bien a pesar de muchos incidentes por el camino, incluído el cañón de una metralleta a un palmo de mis ojos. Me di perfecta cuenta que Echenique sería alguien en el mundo cultural. Lo es hoy sin duda y no lo es aún más por su miedo cerval a viajar en avión. La sensatez y la moderación son armas eficaces que siempre le acompañan. Y ellas, unidas a la competencia profesional -que nunca basta en sí sola- le han hecho triunfar a él y llevar la Quincena al lugar donde hoy está. Por eso, y a pesar de no creer en perpetuidades, me uno al deseo de Vargas: «¡Por otros 25!».
Gonzalo ALONSO
Reapertura de La Fenice
El 29 de enero de 1996, casi justo dos años después del incendio del Liceo de Barcelona, quedaba pasto de las llamas otro de los más emblemáticos centros líricos del orbe: la Fenice veneciana. No era, como no lo fue en el catalán, la primera vez que ardía. Ya había sucedido en 1837, aunque entonces la reconstrucción apenas duró unos meses.
A lo largo del siglo pasado se realizaron muchas mejoras en el edificio a partir de la introducción dela electricidad en 1892 y su diminuta sala, una preciosa bombonera, se logró ampliar de tamaño. En aquel coliseo, al que en tiempos se llegaba en góndola, se han estrenado obras capitales del repertorio de ayer, desde la inaugural y hoy desconocida “Giochi d’agrigento de Paisiello (1792) al “Simon Boccanegra” de Verdi (1857), pasando por “Tancredi” y “Semiramide” de Rossini, “Capuletos y Montescos” y “Beatrice di Tenda” de Bellini o “Belisario” y “Pia de Tolomei” de Donizetti y, naturalmente, los “Ernani”, “Attila”, “Rigoletto” y “Traviata” verdianos. Pero también hay que recordar los estrenos de obras más próximas a nosotros, como “The Rake’s progress” de Stravinski (1951), “La vuelta de tuerca” de Britten (1954) o la “Intolleranza” de Nono (1961). Y, ¿cómo olvidar que allí dio el salto a la fama la gran Maria Callas, al cantar simultáneamente Walkiria y Puritanos?
Si el Liceo se lograba reabrir en 1999, a los cinco años de su destrucción, tras un esfuerzo y apoyo ejemplar de la sociedad catalana, la Fenice tardará algunos más. Casi ocho años han pasado desde que, por circunstancias aún no aclaradas del todo, se incendiase La Fenice. El domingo 14 se reabre, pero no la hará con una ópera como habría sido la indicado. Ésta, que en principio será “Traviata”, se deja para más adelante. Ahora tocan conciertos. El primero de Muti, al que sucederán otros de Thielemann, Jansons, Temirkanov, Voitti, etc con orquestas tanto italianas como extranjeras. Incluso habrá conciertos pop. Pero la ópera aún no.
Y es que La Fenice se volverá a cerrar para reconstruir la caja escénica, asignatura aún pendiente. Los espectadores de los próximos actos habrán de conformarse con ver su nueva sala y escenario. Entretanto llegue la esperada “Traviata” quizá aún se resuelvan algunos de los enigmas y procesos pendientes: ¿Aparecerán los responsables, condenados pero en paradero desconocido? ¿Volverán a paralizar las obras los concursos y adjudicaciones de obras mal planteados o los recursos de las constructoras no conformes? ¿En cuanto superarán finalmente las obras a los 85 millones de euros ya comprometidos? …
Pero, de momento, alegrémonos porque, al menos, una parte de La Fenice vuelve a resurgir. Gonzalo ALONSO
Adolfo Gros
El pasado día 1 de diciembre le llegó la hora del relevo en Radio Clásica a Adolfo Gros, tras un trabajo de once años como director de la emisora. Once años son muchos, casi los mismos que quien escribe estas líneas lleva a cargo de esta sección, escribiendo en alternancia semana tras semana. Y en once años compartiendo músicas se crea naturalmente una relación aunque el trato no sea grande. Y una relación prolongada ha de crear necesariamente unos vínculos afectivos. Permítanme un inciso y una anécdota que viene a cuento. Hace una semana escuchaba, en la puerta del Ritz, una breve pero emotiva conversación entre dos de las personas más conocidas de la crítica española. El mayor, una persona de grandes conocimientos y no sólo musicales, decía al menor: «Eres siempre un caballero». Y el dialogo seguía: «¿Por qué me dices eso?». «Tu lo sabes bien, por las llamadas, por interesarte… Son cosas que hoy se han perdido, como se ha perdido la educación». «Mira, no es sólo cuestión de educación, sino sobre todo de afecto». ¡Qué pocas veces se da en nuestro mundo una conversación similar y qué estimulante para ambos!»
Pues naturalmente todos cuantos estamos en esto hemos creado con Adolfo unos vínculos de afecto, además de los de admiración por la buena labor realizada en Radio Clásica, esa emisora de la que un expresidente de gobierno dijo «Es mejor cerrarla y regalar un tocadiscos y una colección de discos a sus oyentes». Radio Clásica sigue en la brecha con más fuerza que nunca, viendo como han sucumbido otras que un día intentaron hacerle sombra. Es, con la equivalente de la Bayerische Rundfunk, una de las mejores del mundo en su género, un ejemplo de apertura al ayer y al hoy y, muy especialemente a la música en vivo, una de las grandes apuestas del hasta ahora director. El mérito es de todo un equipo, muy ligado a la casa, y de sus directores -Enrique Franco, Arturo Reverter y Adolfo Gros, entre otros- y, obviamente, de unos oyentes de gran fidelidad.
Adolfo se jubila -él naturalmente no lo desearía- y nosotros, que le vamos a echar de menos en reuniones musicales y en las “Cartas del director” del boletín mensual que tanto ha mejorado, le deseamos continúe disfrutando de la música durante muchos años, ya sin agobios de responsabilidad, así como todos los éxitos a su sucesor. Gonzalo ALONSO
XXI PREMIO REINA SOFÍA
Un jurado compuesto por Jesús Villarojo, Miguel Ángel Coria, David del Puerto, Jesús Rueda, Jesús Torres y Mario Gonsalvez han otorgado el XXI Premio Reina Sofía al compositor italiano Massimo Botter por su obra «Les Algues».
Mas de ciento veinte partituras, el doble que en ediciones anteriores, se presentaron a esta edición, en la que también se celebra la edición en cinco cds de las obras premiadas en estos veinte años, hecho del que se mostró especialmente complacido Sergi Ferrer-Salat, presidente de la Fundación que lleva el nombre de su padre.
Massimo Botter describió su partitura, de algo menos de media hora de duración, como una pieza de gran ambición sinfónica, con maderas a tres y amplia percusión, en la que confluyen varios lenguajes y estéticas musicales, ya sea minimalismo, aritmético, etc en función de sus ideas musicales. Así mismo describió la situación en Italia para estrenos de obras nuevas de partituras amplias como asoladora. En su obra ocupa el piano una parte fundamental, introduciendo los temas que más tarde desarrolla la orquesta y realizando un resumen de ellos en el colofón final terminado en punta. La obra será dada a conocer, como es habitual, en la próxima temporada de la Orquesta de la RTVE.
Botter ha ganado anteriormente diversos premios internacionales, como la Bienas de Lisboa de 1994, el Next Millenium Composition Award de Tokio o los más próximos de “Ciutat de Palma” o “Francesc Civil” de Gerona. Entre las curiosidades de su currículo figura la reducción pianística de la ópera de Luis de Pablo “La señorita Cristina”.
¿premios nacionales?
Un año más hemos asistido a la concesión de los llamados «Premios Nacionales de Música» que otorga el INAEM. En esto de los premios el Ministerio de Cultura se cubre de gloria. Al Cervantes ya Luis María Anson se ha encargado de ponerle los puntos sobre las «ies». Tampoco los nacionales de música, que existen en la doble rama de creación y ejecución, se libran.
Se comprende que desde 1980 no todos los compositores y artistas de valía lo hayan podido recibir. Es más, hasta se comprende que lo hayan recibido algunos que no lo merecen y no voy a entrar en sacar a relucir sus nombres. Lo que no se entienden son las grandes ausencias y, menos aún, las pocas ganas de arreglar los desaguisados. No voy a aburrirles con una lista prolija y por ello les citaré sólo un trío de casos fragrantes: Alfredo Kraus, Rafael Orozco y Plácido Domingo. Lamentablemente ya no hay remedio para los dos primeros, que ya no están entre nosotros. ¿Se justifica acaso tales ausencias si se observa quienes en cambio, de su mismo ámbito, han sido distinguidos? Obviamente no.
Pero tampoco hay voluntad de reparación. Sin duda Carlos Álvarez y María Bayo – entre quienes anduvo la discusión este año- son dos grandes artistas, pero no más grandes que, por ejemplo, Plácido Domingo. Y no vale que ahora venga Andrés Amorós a decir que el tenor no es español, porque de nacionalidades y residencias hay mucho que discutir. El jurado, simplemente, cayó tarde en la cuenta y era hora de irse a almorzar.
Los Premios Nacionales con mayúscula, no estos que se manejan con minúscula, debían premiar la labor específica de cada año, tal y como rezan las bases. No se hace así. ¿Saben lo que se mira del año en cuestión? Que el aspirante no haya estado enfermo o en parálisis creativa ese año. Y los méritos concretos realizados debían reflejarse en el acta y no una generalidad tal como «por la proyección internacional, la apertura a géneros diversos y la atención a la música española, con una extraordinaria calidad vocal e interpretativa» o «por la simbiosis de una refinada tradición musical, dentro del cruce de culturas, con el lenguaje musical de hoy». y, ¿por qué no hay premios a la musicología? Lo que no funciona es por ignorancia, intereses innombrables o vaguería.
Gonzalo ALONSO
Inauguraciones
Hace unas semanas se inauguró el Auditorio de Tenerife. Más reciente aún se halla la apertura del denominado «Baluarte» pamplonica Y no hay que olvidar que hay en marcha algunos otros, como el de Vitoria, encargado a Navarro Baldeweg, con un presupuesto inicial de algo más de cincuenta y tres millones o el de El Escorial, que es más teatro que auditorio y cuyas obras progresan firmemente a pesar de las circunstancias especiales por las que atravesó la Comunidad de Madrid. Todos ellos representan un pilar más en la gran nave musical que creó el Ministerio de Cultura de hace veinte años como complemento necesario a nuestra actividad cultural y, no debe olvidarse, como contraprestación al resto de España por la fuerte inversión que iba a suponer la reutilización del Teatro Real como centro lírico. Habrá muchos aspectos criticables en todo este proceso, pero lo cierto es que ha supuesto la envidia de muchos países europeos, como por ejemplo Italia. Y no sólo por su número, sino también por la general calidad de sus acústicas. Me decía hace poco un agente artístico italiano que allí poseían pocos auditorios y esos pocos más bien debían de llamarse «sorditorios».
Prácticamente todos ellos, Pamplona aparte, han costado mucho más de lo presupuestado así como las obras han durado más de lo previsto y uno no ha de alarmarse por ello si conoce las causas. No hay quien tenga el valor -ni político ni de a pie- de presentar un nuevo proyecto con su coste real, porque sencillamente sus señoritos no lo aprobarían. Por eso se ha preferido siempre infravalorar las cifras iniciales y arriesgarse a asumir las alzas posteriores. Esto, que es fenómeno general, ha sido «completado» luego por ineptitudes o caprichos. Algunas veces parecen positivos, como es el conocido del propio Tenerife con su reubicación en el mar o la enorme pluma que distingue los de Calatrava. De otros casos, incluidas algunas otras obras del mismo Calatrava, mejor no hablar.
Pero lo importante es que ahí están, para que entre sus responsables artísticos y económicos puedan desarrollar programaciones tan completas como las del Palau valenciano o tan deficientes como las del de Cuenca. Esperemos que Tenerife, Pamplona, Vitoria y El Escorial se apunten a la lista de los primeros. Gonzalo ALONSO
Franco Corelli
El tenor italiano Franco Corelli murió el miércoles en un hospital milanes a la edad de 82 años. Había nacido en Ancona y comenzado su carrera en Spoleto con el don José de «Carmen» en 1951, tras ganar en un concurso. Fue alumno de Lauri Volpi en Bujarsot hasta la desaparición de este. La fama internacional llego pronto, tras inaugurar en 1954 la temporada de La Scala con «La Vestale» junto a Maria Callas y Visconti. Los años siguientes seria pareja habitual de la diva en el templo de la lírica: «Fedora», «Norma», «Poliuto» y ese «Pirata» por cuya grabación pirata se pagaría una fortuna. Su repertorio abarco todos los grandes papeles de «spinto» como Manrico, Canio, Turiddu, Chenier, Maurizio, Ernani, Don Alvaro, Don Carlo, Radames, etc pero también algunos tan liricos como Rodolfo o Werther. Siempre se le quedo en el tintero «Otello». Su estatura y su físico propio de un actor de cine -algo a lo Rock Hudson- supusieron un adiciente adicional para el gran publico. Callas y Corelli hacían una pareja perfecta.
Se traslado mas tarde a Estados Unidos, donde completo su brillantísima carrera con 368 representaciones en el Met, muchas de las que compartió con Tebaldi, la gran rival de Callas. Se retiro en 1976 aunque aun dio algún concierto.
Así rezaría cualquier necrológica del gran tenor, pero desde el nuevo auditorio «Baluarte» pamplonica deseo dar unos retazos personales aunque sea a vuela pluma. Le conocí en Verona, donde le escuche «Ernani», «Carmen» y «Turandot». En las dos ultimas hubo anécdotas. Grace Bumbry, tras un segundo acto arrollador de Corelli, se negó a seguir cantando y se suspendió la representación con la excusa de que amenazaba lluvia. Su capacidad de comunicación, apoyada en unos agudos brillantísimos y al mismo tiempo varoniles, era tan enorme como su inseguridad. Toda su carrera fue una lucha por la superación de sus cualidades iniciales. Antes de cada representación era un manojo de nervios. Recuerdo que en Verona, estando en el apartamento de Pedro Lavirgen, sonó el teléfono cinco minutos antes de que comenzara una función de «Turandot». Era Corelli que llamaba al colega para que le cantase al teléfono las primeras frases de Calaf, porque no le salían. Esas ansias de superación le pasaron factura en los últimos años, teniendo que ingresar en un psiquiátrico.
Placido Domingo ha de recordar con agradecimiento la noche en que le llamo el director del Met, donde tenia previsto debutar días después. «¿Estas listo? Corelli ha cancelado «Adriana Lecouvreur» y has de salir tu a cantar en una hora». Y lo mismo Carreras, que en los inicios de carrera le hubo de sustituir a ultima hora en un «Trovador» en Munich.
El, en una larga entrevista, declaro que en su carrera hubo dos sopranos: Callas y Nilsson. Con esta ultima canto innumerables «Turandot» a lo largo de 20 años. En uno de ellos, en el Met, la soprano mantuvo mas de la cuenta el «do» final del dúo del segundo acto. Corelli anuncio en el descanso que pensaba morder a la Nilsson en el cuello en el dúo final. Nilsson, advertida, pidió su certificado antirrábico para seguir cantando.
Carlo Bergonzi, uno de los tenores supervivientes de aquellos años dorados de Corelli, Monaco, Di Stefano, Raimondi, etc, ha declarado: «Hemos perdido uno de los tenores del siglo. Hizo de la seriedad su profesión y su carrera fue por ello una sucesión de sacrificios». Nada mas exacto. Hoy, esa carrera, es una lección para el mundo canoro. Gonzalo ALONSO (LA RAZÓN, 1/11/2003)

Victoria
El día uno de noviembre cumplirá ochenta años Victoria de Los Ángeles. Lo hará en silencio, sin una sola declaración. La vida no le ha sido grata a la soprano de la dulzura. En los últimos años ha sufrido media docena de enfermedades de cierta importancia, ha pasado por el terrible dolor de perder a un hijo al que llevaba cuidando año tras año en sus limitaciones. Ha tenido que prescindir de alguna de las personas que habían estado más cercanas, pero que le habían hecho un flaco servicio. Tuvo que trasladarse a una casa más modesta… No, sin duda Victoria no se merecía nada de ello y es bien triste pensar en la soledad con la que carga una cruz tan grande. Tanto dolor hay en su vida que ni siquiera aquellos que más la han amado y aman tienen fácil el acceso. Ni la propia Alicia de Larrocha, tantas veces compañera querida que en estos mismos días realiza su despedida neoyorquina. Ni siquiera tuvo fuerzas para recoger el premio de la Fundación Guerrero en su última edición. Simplemente se siente demasiado débil para ver a alguien.
No creo que los estamentos oficiales pudieran dar consuelo a quien ha sido una de las más grandes cantantes españolas de toda la historia de nuestra música, pero sí habían bien en tener un detalle que al menos aliviase alguna de las facetas de sus penas. Y es que, además, uno de los mayores tristezas en toda vida es el olvido.
No seremos nosotros y mucho menos el público quienes nos olvidemos de Victoria de Los Ángeles, la soprano de la dulzura, del encanto insuperable en el fraseo, de la sutileza en el decir. Y menos aún de la estupenda persona que es y ha sido siempre Victoria. De ahí que hoy le dediquemos un amplio espacio en nuestras páginas. Afortunadamente puede tener una tranquilidad, pues su aportación a la música ha sido ampliamente recogida discográficamente y sus interpretaciones son objeto de culto y veneración en todo el mundo. Nadie le podrá arrebatar este honor, un honor que distingue a muy pocas figuras.
Victoria, desde aquí nuestra felicitación y nuestro apoyo en cuanto puedas necesitar. Y gracias por cuanto nos has dado y nos das a través de tan valiosos documentos sonoros y del ejemplo de una vida. ¡Que un día próximo te sientas con ganas de contarnos algo más de lo mucho que puedes!
Gonzalo ALONSO
Nueva etapa en la ONE
La ONE inicia nueva etapa
Hoy empiezan la Orquesta y Coro Nacionales de España una nueva etapa que, como algunas del pasado que no todas, llega cargada de ilusiones. Nadie tenía duda alguna que era necesaria una amplia renovación en la OCNE y ésta ha comenzado. Antes del verano se nombró un nuevo titular, Josep Pons, una vez solucionadas parcialmente las tensiones que llevaron hasta la huelga a los profesores de la agrupación. Tras éste se sustituyó al director del coro, Rainer Steubing-Negenborn, por Lorenzo Ramos, hijo de Jesús López Cobos quien también empezó su carrera como responsable coral. Pons se presentó con un ambicioso programa lleno de aires nuevos en repertorio y proyectos, parecido al que planteó en Granada y que no es sino un reflejo de los tiempos que corren, con una veterana Filarmónica de Berlín que entrega su historia a las manos del renovador Simon Rattle.
La primera programación de la era Pons recoge ya parte del nuevo espíritu gracias a los huecos que se han rellenado y a unos pocos cambios respecto a lo planificado por Rafael Frühbeck de Burgos. El segundo concierto del nuevo titular, dedicado a Ginastera y Piazzolla, o el tercero, con la “Turangalila” de Messiaen, son más claros en este sentido que el inaugural de hoy, con la “Tercera” de Mahler y, en general, se observa una mayor coherencia en gran parte de los veinticuatro conciertos del ciclo.
Sin embargo, para qué engañarnos, la pelota sigue en el tejado del Ministerio de Cultura y no son pocas las dudas respecto al apoyo real –el económico- que recibirán los numerosos y ambiciosos proyectos anunciados por Josep Pons. La situación de los músicos de la orquesta sigue sin una auténtica y total solución, puesto que existe un amplio grupo que no ha podido beneficiarse de las recientes sentencias judiciales por no haber denunciado en su momento lo que otros compañeros sí hicieron y el disgusto es patente. El coro ha elevado ya el tono de su voz a las primeras de cambio a Lorenzo Ramos, quien ocupa uno de los puestos más ingratos de la música española. De otro lado habrá que ver cómo reciben los abonados los nuevos diseños y si estos acaban siendo no sólo diferentes en el fondo sino también en el talante, huyendo de los males habituales, como los cerrojos a los competidores emergentes -¿por qué no figura Pedro Halffter en un solo concierto?- o los clanes de directores y solistas afiliados al agente artístico del titular de turno. Y, sobre todo, ¿responderá por fin la agrupación al nombre que lleva? Gonzalo ALONSO
Brel, 25 años
Muchos se sorprenderán hoy al ver en esta sección una página dedicada a Jacques Brel, cuando no debería tener nada de extraño. Hace algo más de un año dedicamos una doble a los Beatles. Entonces, como ahora, estábamos ante una efeméride significativa. Entonces, como hoy, no sólo nos ocupamos nosotros, sino que también hubo otros medios habitualmente dedicados a la música clásica que se hicieron eco. Entre ellos Radio Clásica, con unos espléndidos programas monográficos de José Luis Pérez de Arteaga. Siempre he creído que, en el fondo, lo que hay es música buena y música mala y lo verdaderamente importante es saber distinguir una de otra.
Jacques Brel nos da pié a poner sobre la mesa el espinoso asunto. Hay en su catálogo canciones extraordinarias, como todas las que menciona Teresa Berganza. Todos hemos escuchado y somos capaces de cantar -lo que es aún más significativo- «Ne me quitte pas», escrita hace varias décadas. Y no sólo eso. Si entramos en internet en cualquiera de los programas de descarga de mp3 hallaremos cientos de versiones interpretadas por los más grandes artistas de la llamada «música de entretenimiento». Pero hay muchas más piezas inolvidables, como «Ámsterdam», «Los viejos amantes», «Jackie» que otros artistas, como Scott Walker, han versionado de forma excepcional. Algo sin duda debe querer decir, porque no estamos ante música especialmente fácil.
Paralelamente al lanzamiento de esos cinco nuevos temas inéditos, que tanta polémica han suscitado al haber sido el mismo artista quién prohibió su edición en vida, se celebra el Festival de Música Contemporánea de Alicante. ¿Quieren ustedes decirme que toda la música que se escucha en Alicante es superior en calidad a las canciones citadas de Brel? Yo diría que no en un buen porcentaje, pero es que en la música de hoy hay mucha posibilidad de camelo. ¿Cuánta de ella quedará dentro de 25 años y sin sonar “vieja”? Porque la de Brel sigue sonando fresca.
Hoy afortunadamente viene Brel a nuestras páginas de la mano de Teresa Berganza -así nadie se escandalizará- pero es nuestra propia limitación de espacio la que nos impide traer con mayor frecuencia lo que podríamos llamar «populares clásicos».
Gonzalo ALONSO
11-S-2001
«Quid sum miser tunc dicturus, quem patronum rogaturus cum vix justus sit securus?». Había llegado de madrugada y la habitación de su hotel no estaba aún libre. En un bar se tomó un horrible café, que ardía en el largo vaso de plástico blanco, junto a los camioneros que acopiaban fuerzas para los repartos. Prometía un bello amanecer y decidió hacer tiempo, en lo más alto del mundo, junto a una luna desvaneciente. Todavía no habían abierto las puertas a los turistas pero, como era habitual en él, se las apañó para entrar y subió hasta el infinito. Contempló el nacimiento del sol y contempló la muerte de la luna. Vio el despertar de una ciudad. La gente apresurada, posiblemente dormida pero con los móviles pegados ya a las orejas, los mendigos preparando sus trozos de acera, los barcos desperezando la bahía… Su amado Empire, orgulloso clavándose en el cielo y, casi al alcance de su mano, la hermana gemela, desafiante y soberbia. Y, en sus oídos sonaba la tercera parte de uno de sus Bachs favoritos: «Ich freue mich auf meinen Tod» y sintió que nunca había amado tanto la vida.
Se acabó aquella música de muerte y esperanza y le saltó en el dial una de Holst mucho más brusca: «Marte, el portero de la guerra». Aquellos planetas no están tan lejos, pero los acordes eran obsesivos. Y vio una saeta surcando el cielo, como lanzada por el gigante Empire, ballesta en mano. Se frotó los ojos y recordó a Verne, al «Quinto jinete» de Forsyth, las «Órdenes ejecutivas» de Clancy y, en los segundos más largos de su vida, comprendió que la realidad puede ser más imaginativa que la propia imaginación. Temblaron sus oídos y sus pies. Vio la gente correr, primero de ida y luego de vuelta. Les vio aplastarse a los cristales. Vio desesperarse a la desesperación y la sintió clamar: «Dies irae, dies illa solvet saeclum in favilla». Y comprendió más que nunca la grandeza de Mozart y Verdi. Ellos sí presintieron, sí imaginaron. Escuchó las trompetas fundirse, los chelos astillarse. Sintió arder sus entrañas. «Confutatis maledictis, flammis acribus addictis».
Y decidió que, por fin, podía hacer realidad su gran sueño. Ceremoniosamente se fue despojando de sus ropas una a una. Las amontonó, dejó sobre ellas el «Ich habe genug», extendió los brazos y voló como un pájaro. «Lux aeterna luceat eis».
Gonzalo ALONSO
Henze protagoniza el Festival de Salzburgo
Mañana se inaugurarán los que tradicionalmente han venido siendo los festivales reyes de la música en la vieja Europa –Salzburgo y Bayreuth- aunque, como ella, empiezan a dar muestras de cansancio. Uno ha emprendido camino de su reforma y el otro sigue en compás de espera.
El rey viene siendo Salzburgo, fundado por el trío Richard Strauss, Max Reinhardt y Hugo von Hofmannsthal, desde que Karajan se hiciera con su dirección. A la etapa del austriaco (1960-899, caracterizada por el glamour lírico-sinfónico, le sucedió la de Gerard Mortier (1990-2001), quien intentó un cambio de rumbo hacia otras filosofías que no acabaron de cuajar, pero que aportaron frescura y algunas producciones importantes. Desde el pasado verano es Peter Ruzicka quien comanda la manifestación y ya desde que acabó su primera temporada empezaron a llover voces en su contra en la ciudad. Fue muy criticada tanto su escasa presencia en los actos de la muestra como su carácter, un tanto altanero. Pero lo peor esté posiblemente por llegar y será la consecuencia de tener como director a una persona con dobles intereses. Baste una muestra: Ruzicka encargó un estreno a Cristóbal Halffter y -¡qué casualidad!- el año próximo la Sinfónica de Madrid, asesorada por el español, dará a conocer una nueva obra del de Dusseldorf. Estos tráficos, frecuentes en nuestro mundo, no aportan nada bueno a la imagen de Salzburgo como rey de los festivales.
La programación de esta edición tiene como uno de sus grandes momentos el estreno de una nueva partitura de Hans Werner Henze de título “La abubilla y el triunfo del amor filial”. Se trata además de una coproducción con el Teatro Real y la Desutsche Oper berlinesa. Aunque uno de sus grandes atractivos era la presencia de Thielemann en el foso, lo cierto es que ha sido sustituido por Markus Stenz. Dieter Dorn será su responsable escenográfico.
Strauss y, naturalmente, Mozart son los dos compositores que tradicionalmente suponen el centro del repertorio. Del primero aparece sólo en cartel una reposición de “Elena Egipcíaca”. Del segundo hay nuevas producciones de “La clemencia de Tito” y “El rapto en el serrallo”, con las parejas Harnoncourt-Martin Kusej y Bolton-Herheim, que se añadirán al fondo mozartiano de un festival que espera programar en el 2006 todas las obras de quien celebrará su doscientos cincuenta aniversario.
Otros títulos de relieve –y muy ligados a la historia de Salzburgo- son la nueva producción de “Los cuentos de Hofmann”, con un espectacular reparto (Nagano, Schicoff, Raimondi, Meier, Lipovsek, Kirschlager, etc) y el ya conocido “Don Carlo” de Wernicke y Gergiev, una de cuyas representaciones dirigirá Gómez Martínez. El citado Gergiev concertará un “Sansón y Dalila” con Domingo y Borodina sin escena.
Por lo demás, en los ciclos sinfónicos, de cámara y lied, pasarán por la ciudad los más grandes nombres del panorama. Baste como ejemplo la nómina pianística: Pollini, Brendel, Volodos, Kissin, etc.
Gonzalo ALONSO
El caso Freni
He de decir que tras el reciente concierto de Raina Kabaivanska en Madrid me han entrado muchas dudas sobre la salud mental de una parte de nuestro público. Está muy bien la admiración por los artistas «veteranos» pero ello no ha de confundirse con la sordera. Se puede adorar a un grande en el ocaso, pero no hasta el extremo de no distinguir lo que se escucha. Yo tuve la suerte o la desgracia de ver y escuchar -y también de departir con ellas- a dos de las más grandes leyendas canoras de las últimas décadas y además ambas ídolos personales cuando su voz era el paralelo musical al pictórico del «Cenacolo» de da Vinci. Incluso se podría afirmar que eran una ruina, pero la ruina más valiosa del mundo. Me estoy refiriendo a Callas y Tebaldi. No me engañé. Al escucharlas, porque las amaba, lloré.
Al hilo del citado concierto de Kabaivanka me dijo una célebre cantante española en edad próxima pero en condiciones vocales superiores que «si fulana -omito el nombre expresamente- o yo cantamos un día la mitad de mal que esa señora, nos abuchearían y algún crítico como mengano -también omito el nombre expresamente- escribiría que estamos acabadas». Absolutamente cierto. De hecho ya ha sucedido. ¿Por qué esas diferencias? ¿Por qué tales exigencias con unas y tal laxitud con otras?
Y nuestros teatros, ¿cómo son capaces de apoyar a algunas y olvidarse de otras? ¿Falta de profesionalismo? ¿Favoritismos personales improcedentes? Para quien quiera leer y esté dispuesto a fiarse de quien firma, va un consejo: vuelvan a traer a Mirella Freni cuanto antes. Tras el caso búlgaro quise comprobar la situación vocal de quien pasa por ser la «Dorian Grey» del canto y fui al Máximo de Palermo para verla casi debutar en «La doncella de Orleáns» de Chaikovski. Freni realizo una carrera modélica con contados errores -la celebre «Traviata» scagliera, el «Ernani» y poco mas- y ello se traduce hoy día en la envidiable salud vocal de la que ha dado muestra en su casi debut como «La doncella de Orleans» en Palermo.
Había abordado una sola vez este titulo de Chaikovsky, cuando se estreno la misma producción en Turín. Lo hace ahora en Palermo y lo volverá a hacer en Montpellier en julio. Los que se hallen cerca no deberían perdérselo, aunque la obra sea de esas que están olvidadas y bien olvidadas. Sorprende la frescura del timbre, la seguridad de la emisión, la ausencia de extraños vibratos o trémolos, la calidad de los «fortes», la capacidad para aligerar o ampliar las dinámicas… Mirella Freni es un milagro de la naturaleza.
La soprano de Módena, alimentada junto a Luciano Pavarotti por la misma nodriza, puede seguir cantando sobre los escenarios, cosa que ya no puede su hermano de leche. Mirella Freni ha estado muy ligada a España, a Madrid, a Barcelona y a Bilbao, cuya medalla de oro ostenta. Pero Mirella Freni no tiene en perspectiva nada en nuestro país. Otras, sin recursos vocales, si. Cosas de la vida. Gonzalo ALONSO
El futuro del Teatro de la Zarzuela
La noticia del relevo en la dirección del teatro de la Zarzuela no puede contemplarse como un hecho aislado, como un simple cambio de comandante. Si así se hiciera se habría perdido la gran ocasión para la reforma que está pidiendo a gritos desde hace años un teatro emblemático. El coliseo de la calle Jovellanos encierra casi toda la historia de nuestra zarzuela (ver cronología) y encierra también la historia de la ópera madrileña desde 1962 hasta la reapertura del Teatro Real. Un mayo de hace cuarenta años Cristóbal Halffter tomó la batuta para dirigir el Himno Nacional en el Teatro de la Zarzuela en una gala que significó también el nacimiento de la Asociación de los Amigos de la Ópera de Madrid. Tras el Himno, Halffter cedió paso al maestro Guarnieri, quien dirigió a la Orquesta Sinfónica de Madrid en una “Tosca” protagonizada por Magda Olivero, Flaviano Labó y Gian Giacomo Guelfi. Los coros fueron dirigidos por un jovencísimo Jesús López Cobos.
En estos cuarenta años todos sus directores – Federico Orduña, Benito Lauret, José Antonio Campos, Emilio Sagi y Javier Casal- han tenido que luchar contra una dependencia poco adecuada, inicialmente del Ministerio de Información y Turismo y desde 1984 del de Cultura, pero la crisis estructural se hizo insostenible desde que la reapertura del Real tomó cuerpo. El Ministerio, que contempla la Zarzuela como una unidad de producción del INAEM sin independencia jurídica ni presupuestaria, no ha sabido qué hacer con el teatro desde entonces. De hecho un secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, llegó a ufanarse de que cerraría el teatro. Y de hecho se cerró para una reforma que afortunadamente no se quedó más que en eso gracias a los esfuerzos de Tomás Marco, entonces director general del INAEM, José Antonio Campos, subdirector del mismo ente y la campaña que promovió en prensa el equipo de este Cultural. A primeros de 1998 reabrió sus puertas, pero sin que en el Ministerio de Cultura hubiese un proyecto decidido para el teatro. Y esa indecisión se trasladó a otras administraciones y a la sociedad civil: desaparecieron los casi sesenta millones con que el Banco Central Hispano financiaba los programas de mano, Villapalos decidió retirar las aportaciones que hacía la Comunidad de Madrid a distintos proyectos que se desarrollaban en él y Caja Madrid reorientó su aportación que últimamente rondaba los cincuenta millones.
Cuando no hay ideas en la cabeza e una organización es muy difícil que ésta se desarrolle y crezca. Hay muchos temas que merecerían ser tratados con detenimiento. Citaré sólo algunos. ¿Dónde se guardan y en qué estado están los archivos sonoros de los últimos treinta o cuarenta años? ¿Por qué no se afronta una solución a los problemas de derechos que puedan existir? Otros teatros del mundo han comercializado en cds sus archivos y, conviene recordarlo, en la Zarzuela se ofrecieron producciones con repartos espectaculares, que fueron grabadas. La estructura interna del teatro resulta un tanto peculiar, podría decirse que casi familiar. Cualquier reforma resulta complicada, incluida la del coro, una asignatura siempre pendiente.
Pero lo más importante es definir la función que ha de cumplir el Teatro de la Zarzuela. Cabría contemplar una actividad análoga a la de teatros extranjeros como Sadler Wells en Inglaterra o Garner Platz en Alemania, con producciones traducidas a los idiomas locales. Cabría y cabe hablar de las óperas de pequeño formato, etc. También es indudable que hay muchos días al año y que otras músicas se avienen perfectamente a las dimensiones del recinto. El lied, concretamente, siempre se escuchará mucho mejor en la Zarzuela que en el Real. Pero sobre todo, ha de dedicarse fundamentalmente a aquello para lo que nació en 1856 – ya hace casi 150 años- y a lo que incluso debe su nombre. Ha de presentar la zarzuela con calidad equiparable a la ópera. Debe mimar nuestro género como los austriacos y alemanes miman su opereta. Es cierto que se han ofrecido producciones ricas en el apartado escenográfico, pero también es cierto que falla la sustancia canora. No hay, o al menos apenas se dejan ver en la Zarzuela, intérpretes que tengan voz y sepan cantar. La mayoría de las veces o se recurre a actores jóvenes o a cantantes veteranos. Hace auténtica falta que se apoye una escuela de interpretación de zarzuela.
En todo ello ha de trabajar la dirección del teatro, pero su esfuerzo será baldío si no se cuenta con un encuadramiento jurídico y administrativo adecuado. La escritura de constitución de la Fundación Teatro Lírico del 14 de diciembre de 1995, de la que depende el Real, expresa que » La Administración General del Estado cederá en uso a la Fundación, una vez constituida, los edificios del Teatro Real sito en la Plaza de Oriente de Madrid; el Teatro de la Zarzuela, sito en la calle Jovellanos número 4 de Madrid y todos los bienes muebles y equipos que contienen y que se entiende que forman universos de bienes inalienables y afectados permanentemente y esencialmente a los fines fijados en los Estatutos de la Fundación» y también que «Las Administraciones fundadoras se obligan, dentro de la respectiva competencia, a dictar las disposiciones y a realizar las actuaciones necesarias para la puesta en funcionamiento de la Fundación. En particular, el Ministerio de Cultura realizará las gestiones necesarias ante la Dirección General del Patrimonio del Estado del Ministerio de Economía y Hacienda para ceder en uso todos los bienes, derechos y obligaciones integrantes del Teatro Real y del Teatro Lírico Nacional «La Zarzuela” a la Fundación». Una orden ministerial de abril de 1996 cedía la Zarzuela a dicha Fundación, pero el teatro jamás fue recibido por esta institución, dado que la citada cesión no se realizó con las garantías inventaríales procedentes de bienes, derechos y obligaciones. Existe por tanto un deseo de Ministerio de Cultura y Comunidad de Madrid pendiente de ejecutar y es algo que debería resolverse.
Pero el Teatro de la Zarzuela encierra una paradoja: ¿cómo es posible que, siendo la sede del género más castizo, el Ayuntamiento madrileño no participe en su gestión?
El camino parece claro. Tras las elecciones, los equipos victoriosos deberían poner en marcha un proyecto jurídico y organizacional para la Zarzuela. En ese proyecto debería participar el Ayuntamiento de Madrid, con más razón si el melómano Ruiz Gallardón ocupa la Alcaldía. La fórmula es bien simple: el Ayuntamiento de Madrid se incorpora como miembro de pleno derecho de la Fundación Teatro Lírico y el Teatro de la Zarzuela se inscribe definitivamente dentro de ella. Y, naturalmente, se hacen las cosas con sentido común en materia presupuestaria y organizativa.
La incorporación del Ayuntamiento nunca debe suponer un recorte de los fondos aportados por el Ministerio de Cultura y la inscripción del Teatro de la Zarzuela a la misma no puede en ningún caso mermar los fondos presupuestarios de los que actualmente dispone la Fundación para el Teatro Real. Por tanto, la aportación del Ministerio de Cultura a la Fundación habría de incrementarse en el presupuesto que anualmente destina al sostenimiento del Teatro de la Zarzuela. Y, obviamente, habrían de variarse los porcentajes de participación de las tres administraciones. Una distribución razonable sería la de un 40 a 50% para el Ministerio de Cultura y el resto repartido a mitades entre Comunidad y Ayuntamiento.
Quedaría también por resolver la reestructuración de ambas organizaciones, la que debería realizarse atendiendo a criterios estrictamente profesionales, capacidad y experiencia. En este sentido resulta tan decisivo como adecuado el reciente nombramiento de José Antonio Campos como director de la Zarzuela, persona de gran solidez en la gestión musical y conocedor del funcionamiento y las interioridades de Teatro Real y Teatro de la Zarzuela como pocos.
Y, para terminar, es preciso realizar una serie de obras que pongan el teatro a punto para poder celebrar en el 2006 sus 150 años con cierta solidez, por mucho que se perdiese la oportunidad de adquirir un edificio aledaño años atrás por esa falta de visión que ha caracterizado la última etapa del teatro y que, esperémoslo, termine ya. Gonzalo ALONSO
Falleció Ángel-Fernando Mayo
El sábado a las 22 horas falleció el musicólogo Ángel- Fernando Mayo, nacido en Madrid en 1939, tan conocido por todos los admiradores de la música alemana y en particular de Wagner y Mahler. Licenciado en Derecho, simultaneó su profesión con el ensayo, el comentario, la divulgación y la crítica musical. Conocía a Ángel desde hace tantos años que soy incapaz de recordarlo. Desde los lejanos años de trabajo en común en la revista RITMO, de la que fue subdirector y editorialista de 1976 a 1981. De él siempre me quedará el recuerdo de un conversador infatigable, de una persona amenísima, que me hizo trasnochar día tras día la última vez que estuve en Bayreuth. Creo que no podré concebir un «Ocaso» sin Ángel. Eran seis horas de representación seguidas de otras tantas de cena y amigable charla, siempre acompañada de buen comer y buen beber. Una charla en la que él desvelaba parte de los infinitos secretos que conocía y que desgraciadamente no nos podrá seguir transmitiendo. Que digo secretos, era mucho más que eso, era doctrina.
En el terreno profesional nos ha dejado afortunadamente una gran cantidad de publicaciones y artículos, amén de numerosas traducciones. En los últimos meses hemos podido disfrutar de unos análisis completísimos en Diverdi, la única revista discográfica en la que el espacio no cuenta o, al menos, no contaba para él. Le encargué colaboraciones desde que me incorporé a ABC Cultural y lo seguí haciendo después desde La Razón y El Mundo. En cada encargo sabía que me tenía que atar los machos, pues en estas publicaciones el espacio sí que contaba e irremediablemente había que recurrir a las tijeras, cosa que no le hacía ninguna gracia. Y a discutir. Pero siempre valía la pena.
En el tintero deja muchos proyectos: un libro sobre historia estética y dramática de la escenografía operística, traducciones revisadas de la “Tetralogía”, etc
Ángel, descansa en paz, pero sin relajo, que has de convertir a Dios y al diablo en wagnerianos. Gonzalo ALONSO
Agravios comparativos
Recientemente nos ha visitado Raina Kabaivanka, a quien el Teatro Real ha tenido la gentileza de ofrecer no sólo un concierto-homenaje sino también una función de «Tosca» que significaría su despedida del papel. El buen hacer del teatro se ha demostrado al colocar las muchas entradas que sobraron en taquillas y en el apoyo a un grupo de fans de una cantante que es ante todo artista. El éxito, marcado por interminables ovaciones y lanzamientos flores y papeles con texto afectuoso, fue de los mayores en el Real. Lo merecía por su trayectoria, aunque posos recordarán cuando, en los setenta, pasó por la Zarzuela sin pena ni gloria en una «Butterfly». No por sus cualidades actuales, donde la inteligencia y la intensidad dramática no ocultaban la derrota vocal. Nada que objetar al hecho en sí, sí a los agravios comparativos. Tenemos en nuestro patrimonio cantantes de edad similar -en torno a los setenta años- que ya están en la historia lírica con mayor peso que la búlgara y a ellos no se les trata igual en el Real. Un coliseo no debe dirigirse por pasiones personales sino con objetividad y conciencia de lo que se ofrece y lo que se excluye. Y en todo hay prioridades.
¿Acaso hemos de esperar, por ejemplo, a que Montserrat Caballé esté tan mermada vocalmente como Kabaivanka para ofrecerle una función escénica de despedida? ¡Que diferencia entre su escena completa del «Otello» de hace bien poco y el tremolante y calante «Ave María» de la búlgara! Sería imperdonable que pudiera suceder y dentro de unos años nadie lo entendería. ¡Qué país éste de desagradecidos para con los nuestros! Somos únicos en el mundo. Y, no sólo eso, es que se puede ser fanático de Kabaivanka pero parece que no de Caballé o Berganza. Incomprensible e injusto.
No basta con homenajear a los extranjeros, el Real tiene una deuda con nuestros grandes cantantes cuyo pago no se logra realizar. Es responsabilidad de López Cobos, Sagi y Argüelles que se salde convenientemente y debemos exigírselo los aficionados, los patronos del teatro y los políticos que ponen nuestro dinero en él. Porque el Real es de los españoles y no de quienes lo dirigen. Convendría que no lo olvidásemos. Y no es cuestión de pasar a la historia como desagradecidos de mente estrecha.
Gonzalo Alonso
EL ORFEÓN Y MADRID
La música es algo que atrae, fuente de muchas inspiraciones, de muchas vocaciones y también de no pocas frustraciones. Una de las grandes vocaciones musicales en España se llama Orfeón Donostiarra. Después de cien años siguen siendo una referencia y una referencia cada vez más internacional. Sus actuaciones bajo las batutas de Muti, Barenboim o Abbado han marcado un reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Clave en ese éxito es el trabajo largo y continuado con un mismo director. Esnaola, Gorostidi, Ayesterán o Saínz Alfaro aportan estabilidad a un coro en el que sus miembros, por no ser profesionales, pueden tener cierta rotación. Sólo así puede mantenerse un color propio e inconfundible.
Quizá un día podamos leer sus memorias del trabajo con los grandes nombres de la batuta. Les aseguron que les deleitaría conocer sus opiniones sobre alguno de los aquí citados. Menos les delaitaría saber de su amargura por el aparente destierro que sufren en Madrid. Quienes estuvieran ligados por años a “Pasiones”, inolvidables por muchos motivos, con la ONE practicamente han desaparecido de las programaciones madrileñas. Hay una causa obvia, la abundanciasin duda excesiva de coros profesionales en la capital, media docena dependientes de diferentes presupuestos públicos. Pero los aficionados madrileños, que tienen un aprecio especial por el Orfeón, agradecerían que, al menos una vez al año, se les pudiese escuchar en vez de alguna de las muchas orquestas extranjeras de segunda fila que nos visitan. Y si la ONE, laRTVE, la CAM o la OSM tienen sus propios coros, no así Ibermúsica o las empresas que promueven conciertos extraordinarios. Aquí queda una sugerencia. Gonzalo ALONSO
Un «hasta pronto»
Llegan las elecciones y algunos políticos no se vuelven a presentar al cargo que venían desempeñando hasta ahora. Deseo hoy despedir con un “hasta pronto”a un gobernante que lleva ocho años en el puesto y que ha tenido, tiene y tendrá mucha relación con la música. Sin él no habríamos dedicado este número a Albéniz y por ello tiene sentido traerle a estas líneas. Me refiero a Alberto Ruiz Gallardón.
Desde la Comunidad de Madrid nos ha descubierto un nuevo Albéniz. Gracias a su empuje hemos conocido “Merlín” en concierto, lo veremos escenificado e incluso contamos con una grabación magnífica. Posiblemente el caso se repita con «Henry Clifford», una obra reveladora. Esta «moda Albéniz» ha ayudado a la publicación de libros de referencia. Pero las actividades musicales de Ruiz Gallardón han sido mucho más amplias. Él -junto con quien firma- se incorporó al Teatro Real cuando aún estaba en la oposición en la CAM y el Real era sólo un proyecto. Constituyó después su fundación y su labor ha sido decisiva para el desarrollo de la misma. Él, cuando las arcas del Real no dieron para más, decidió que la CAM financiase las visitas de Barenboim y la Staatoper berlinesa. A él se le debe el proyecto, ya en fase muy avanzada de construcción, de un teatro de ópera en El Escorial que, si el futuro gobierno de la CAM anda despierto, puede convertirse en un Glyndebourne español. Él ha puesto en marcha el Teatro del Canal para beneficio de teatro y ballet. La CAM mantiene un ciclo de conciertos con la Sinfónica de Madrid que nos ha permitido conocer obras olvidadas. Bajo su mandato han alcanzado la Orquesta y los Coros de la Comunidad un empuje inusitado, siendo hoy su programación, diseñada por Encinar, una de las más interesantes en agrupaciones sinfónicas y habiendo experimentado un crecimiento espectacular el número de abonados. Naturalmente que hay cuestiones más discutibles y así sería deseable una ampliación de sus artistas favoritos a más intérpretes madrileños. Se podrían reseñar muchas más acciones, pero es que además Ruiz Gallardón es un político con el que se puede trabajar aún manteniendo criterios diferentes, porque sabe escuchar y evaluar. Hasta admite discrepancias fuertes. He tenido ocasiones para constatarlo. Por eso ha podido contar con personas como Gustavo Villapalos, Alicia Moreno o José Luis Gómez. Porque sabe que la cultura no puede ser uniforme y monocorde.
Se va de la CAM, pero esperemos que siga promoviendo la música desde otras responsabilidades. No hay políticos con tanto ritmo. Gonzalo ALONSO
Tensiones en Oviedo
Beckmesser ha dado a conocer las circunstancias de la crisis que se fragua en la Asociación de los Amigos de la Ópera de Oviedo. La situación, con un enfrentamiento prácticamente total entre su presidente y su apoderado, llega a límites insostenibles.
El apoderado, Guillermo Badenes, es una figura muy conocida en los ambientes líricos epañoles. Es, sin lugar a dudas, el factotum de la ópera en Oviedo, a donde comenzó a trabajar en 1978 para asumir funciones fundamentales en 1989. El actual presidente, José Antonio Caicoya, accedió al cargo en 2002, pero era vicepresidente desde 1989. Durante todo ese tiempo hubo una relación cordial entre ambos, que se deterioró ante la postura de apoyo total que mostró el presidente al hasta hace poco director artístico de las temporadas, Giorgio Paganini. El año pasado Badenes advirtió a Caicoya del peligro de que «apuesta personal que mantenía por el Sr. Paganini, no era lo más acertado para la buena marcha de las temporadas ovetenses «. La gestión artística de Paganini recibió bastantes críticas y, en septiembre de 2002, la Junta Directiva de la Asociación decidió cesarle en el cargo. Aunque su contrato era de temporada y por tanto finalizaba al acabar ésta, el 25 de enero de 2003, el presidente le mantuvo hasta el 30 de marzo.
Esta extraña situación causó muchas tensiones internas, que se trataron de contrarrestar con el argumento de que Paganini había introducido un equipo técnico-profesional «netamente asturiano» y que había recortado costes. Al final, al parecer, dicho equipo sería el anterior salvo dos técnicos y el coste similar. La aparición de más voces desde la calle Uría contra la gestión de Paganini ocasionó que la Junta Directiva decidiese no renovar su contrato y su sustitución por Javier Menéndez, quien ya ha cerrado la temporada próxima – Idomeneo, Lakmé, La Rondine, Roberto Devereux y Rigoletto-
La Junta Directiva debe resolver cuanto antes la crisis atendiendo, como es natural, a estrictos criterios de profesionalidad y buen hacer. Los cargos de presidentes de estas asociaciones líricas son muy atractivos por la representación que conllevan, pero la gestión ha de ser asumida con profesionalidad. Gonzalo ALONSO.
Relevo en la Zarzuela
La noticia del relevo de Javier Casal como director del Teatro de la Zarzuela no es una novedad, sí lo es el nombre de su sucesor, aunque tampoco tanto. Vayamos por partes.
Javier Casal llegó a Madrid hace cuatro años para ocupar la dirección técnica de la OCNE. No era un momento fácil por cuanto su antecesor no había dejado los deberes del todo bien hechos. Casal apenas tuvo tiempo de enderezar unos cuantos entuertos, porque al cabo de apenas un año surgió otro fuego en el INAEM –debería ir pensando en tener bomberos en plantilla- y hubo que buscar una solución. Esta vez el incendio era en el Teatro de la Zarzuela. Emilio Sagi declaraba estar cansado del cargo de director y deseoso de volver al ejercicio de la libre profesión de regista, tal vez también con la mente puesta en otro sitio para el que apuntaba en los rumores del momento y a donde acabó aterrizando. Surgieron otros nombres, se llegó a utilizar el de Plácido Domingo y se acabó en los tribunales de la mano de José Carlos Plaza. Javier Casal fue la solución de Andrés Ruiz Tarazona, entonces director general del INAEM. Ha permanecido tres años, finalizando su contrato el pasado febrero. Era el único cargo de una unidad del INAEM que no había sido nombrado por Andrés Amorós y éste no quería supervivientes.
Casal ha realizado una labor digna, que se valora aún más cuando se conoce la dependencia exagerada, irracional e inconveniente del teatro respecto al INAEM. Y si en el INAEM se quieren poner zancadillas, se pueden poner sin dificultad: congelar plantillas, aplazar nombramientos, paralizar presupuestos, etc. Y todo ello se ha producido. Casal ha aguantado los envites, contando con el apoyo permanente de Luis Alberto de Cuenca, secretario de Estado de Cultura, pero sin todo el mando en plaza. La ministra reparte cargos, mando e influencias frecuentemente sin la información adecuada. Casal tenía decidido volver a Valencia, cansado de luchar por los presupuestos, una vez estrenada “El viaje circular” de Tomás Marco, a quien le une una buena amistad. Una filtración ha adelantado la fecha. Del Teatro de la Zarzuela, del INAEM y del Ministerio de cultura habrá que hablar detenidamente, porque los grillos cantan demasiado y no sólo en nocturnidad. También con alevosía.
El retorno de José Antonio Campos al teatro que renovó completamente en los seis años que estuvo a su frente era más difícil de imaginar, aunque tampoco imposible. Campos, tras la salida de Ruíz Gallardón, no deseaba seguir en la CAM y tampoco incorporarse eventualmente al Ayuntamiento por circunstancias de índole laboral. Iba a volver al INAEM y en el Ministerio se sabía. Es por tanto una decisión lógica y desde luego no hay nadie que conozca como él ese teatro. Si alguien puede hacer que el Ministerio se tome en serio al teatro de la Zarzuela y lo que representa, ese es José Antonio Campos, aunque no deja de resultar sorprendente que su nuevo nombramiento venga de los mismos del Ministerio que en su día propusieron otro nombre para el Real en contra de los muchos que avalábamos su candidatura.
Hay en la Zarzuela una labor muy grande y también reformas arquitectónicas a desarrollar, máxime cuando en el 2006 se cumplirán sus 150 años. Sin embargo será tarea imposible si no se acomete de una forma definitiva y a fondo la reestructuración del teatro y su forma jurídica. Y las soluciones están muy claras, como también que José Antonio Campos da mucha mayor talla que la de director del Teatro de la Zarzuela. Gonzalo ALONSO

Perogrulladas
Leer la prensa brinda la ocasión de leer mucha perogrullada, lugares comunes escritos para rellenar líneas expuestos sin la debida profundización que muchos de los temas exigen.
Leemos frecuentemente que nuestras instituciones musicales han de programar a los autores e intérpretes españoles. Pues por que sí, no. Se ha de programar calidad y basta de chauvinismos. El Real Madrid no alinea un futbolista por ser madrileño sino por su calidad. ¿Por qué con la música ha de ser diferente? Lo que sí han de hacer es estar en continua búsqueda de lo bueno que pueda existir en nuestras canteras. Y eso justo es lo que no suele hacerse, porque conlleva más trabajo, dedicación y criterio. Por eso, por ejemplo, Caballé saltó a la fama desde Basilea. De programar por dni, ni hablar.
Se habla también de recuperar nuestro patrimonio musical. Muy bien, pero con cuidado porque al Estado no le sobra el dinero. Primero han de seleccionarse las partituras y lo debe hacer un grupo de personas de probado criterio musical y, tan importante como lo anterior, criterio de la oportunidad. Segundo, una vez decidida la obra, dedicarle el máximo cuidado en intérpretes, preparación y difusión. No se trata de dar por dar, ya que eso lo único que trae es pan para hoy y hambre para mañana. El público queda insatisfecho de muchas recuperaciones por lo mal que se presentan. Y si se trata de ópera o zarzuela, aún es necesario tener más cuidado. Antes de una programación escénica ha de ofrecerse en concierto para observar los resultados y sólo tras un buen éxito cabe pensar en los decorados. El caso de «Merlín» ha sido ejemplar en este sentido.
Y en cuanto a la nueva creación, más concursos y menos encargos. Han de cundir más las oportunidades para esos desconocidos a quien nadie se atreve a realizar un encargo. Además un concurso se puede declarar desierto y un encargo no. Y hablemos de concursos con temática definida. Esto es especialmente válido para los centros líricos. Ha de estudiarse previamente qué condiciones conviene que reúnan las obras a estrenar en función de los diversos factores que rodean un teatro y especificarlas en las bases de los concursos. En las últimas décadas no hemos presenciado ni uno. Muchas cosas son de perogrullo, pero ni tantas ni tanto.
Gonzalo ALONSO
A por los 75
La Asociación de Amigos de la Opera de Bilbao cumplió sus primeros 50 años el pasado día 9. De los cuatro amigos que se reunieron en una cocina para ver como mantenían la opera en Bilbao, una vez que el empresario que las promovía tiro la toalla, solo queda uno, Jose Antonio Lipperhaide. Naturalmente ha sido la primera persona en ser homenajeada como merece.
Con la tristeza en los corazones por la inesperada desaparición de Otto Vargas, traductor de libretos y acuerdos con bonomía ejemplar, se celebro el aniversario por todo lo alto. La recuperación de Zigor, obra familiar cuya partitura es propiedad de la asociación, un largo ciclo de conferencias con videos de muchas de las ultimas representaciones bilbaínas, una exposición con sugestivo y evocador material fotográfico, un programa radiofónico de dos horas en directo en la cadena nacional de mayor audiencia, un precioso y voluminoso libro con los cincuenta años de historia, un almuerzo y cena de agradecimiento a cuantos han apoyado a la ABAO en su trayectoria, etc. Son parte de los festejos de celebración de un proyecto bien realizado durante cincuenta años.
Porque la experiencia ABAO, con sus mas de ocho mil socios y una larga lista de espera, representa algo muy importante, representa el éxito del entusiasmo, la iniciativa y el empuje de la sociedad civil. Es todo un ejemplo a tener en cuenta. Hoy día se afrontan desde administraciones publicas multitud de proyectos culturales para cuyo desarrollo no van a existir despajes los fondos suficientes. De ahí que los políticos con visión debieran promover y apoyarse en sociedades civiles como ABAO. Ese es el camino mas rentable para todos, contribuyentes incluidos, y el que puede potenciar mas el arte y la cultura. Pero ello obliga a que el político abandone su ansia de medallas y hasta deje que estas se las pongan también la sociedad civil. Así es como han funcionado las instituciones vascas y ello les honra. Lamentablemente todos tenemos en la cabeza ejemplos de lo contrario y todos sabemos el mal resultado del intervencionismo desbocado.
Señores, tomen nota de la ABAO. Todos tenemos mucho que aprender de ella y ellos.
Gonzalo ALONSO
Olvido imperdonable
El 12 de abril de 1933 nacía en Barcelona una de las más grandes cantantes que ha tenido España. Son muchos los que la califican como la ultima de las grandes «divas» y razones no faltan. Basta ver la película que se acaba de estrenar para sentir estremecimientos en muchos momentos. Las escenas de «El pirata», «Adriana Lecouvreur» o «Norma» son de antología.
Todos recordamos un sin fin de celebraciones de los setenta años de personajes de la vida musical española que nunca llegarán a ocupar un lugar similar en los diccionarios musicales internacionales. Nada hay previsto para el caso de Montserrat Caballé. Si hubiese nacido en cualquier otro país de los de primera línea en música, habría recibido un emotivo homenaje, como lo recibieron

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